La elección moral
Jorge A. Hidalgo
Toledo
Los profesionales de los
medios de comunicación
están permanente expuestos a
dilemas morales, desde la implicación derivada de la protección de fuentes, el
periodismo encubierto, la obtención ilegal de información, las cámaras escondidas… Ante ello surge el
cuestionamiento obligado: ¿cómo tomar decisiones éticas que deriven en un
impacto positivo en las personas e instituciones? La clave está en la justificación moral de toda decisión tomada.
Cees Hamelink, en su texto “Media ethics and the
issue of moral choice”
(2000) ofrece una serie de claves reflexivas para la toma de decisiones éticas partiendo de que
existe quienes toman decisiones previas al acto y otros después de una profunda reflexión filosófica. Incluso anota la
sensación preexistente de una
conciencia moral colectiva que guía el actuar de los hombres.
En la búsqueda de una clave para la argumentación y justificación de las acciones plantea
dos aproximaciones:
1)
La deontológica: basada en el derecho o
el deber
2)
La utilitaria-consecuencialista:
basada en los efectos
Para ambas posiciones
distingue el acto y la regla.
El acto deontológico está soportado en la intuición, en una especie de
sentimiento moral que guía a las personas. Su fallo está en que sólo responde a intereses
personales, guarda un alto nivel de arbitrariedad y es difícilmente justificable
ante los demás.
La regla deontológica se soporta en principios morales que pueden orientar las
decisiones morales; explora en situaciones concretas. Se articulan por lo
general en Códigos
de conducta. La naturaleza genérica de estas reglas no permiten una
observación particular aplicable a
circunstancias y situaciones concretas. Reglas diversas en un mismo código pueden no ayudar a
justificar las decisiones y mucho menos a identificar cómo deben operar las
excepciones. El problema mayor se ubica cuando ninguna de estas reglas se
contempla como válida
para los casos concretos que enfrentan los comunicadores. Pese a esta gran
limitación, pueden servir como
instrumentos para orientar a grupos profesionales autónomos sugiriendo
principio que legitimen y aporten credibilidad a quienes intentan practicarlos.
El acto utilitario-consecuentalista: es un método casuístico fundado en reglas
generales y principios aplicados a casos de la vida real. El problema que
enfrenta esta posición
deriva del cuestionamiento de ¿quién define las consecuencias óptimas de cierta elección?, ¿cómo determinar las
consecuencias óptimas
en diferentes condiciones y diferentes agentes morales?
La regla utilitaria-consecuentalista: parte de la idea de que el
comunicador puede encontrar suficiente similitud entre las situaciones y las
reglas generales. Sin embargo, al igual que el acto utilitario-consecuentalista no existe una comprensión inequívoca de lo que constituye
lo mejor para el mayor número de personas. No obstante este fallo,
quienes practican este método se toman muy enserio las consecuencias
de sus decisiones. Paradógicamente, la mayor parte del tiempo las
personas no pueden saber las consecuencias de sus actos lo cual implica un
riesgo muy alto por terminar justificando situaciones inmorales.
Ante los dilemas
planteados por estas dos posiciones Hamelink ofrece una tercera alternativa que
concibe la moralidad como un instrumento socialmente envolvente que parte de un
contexto cultural específico.
Esta aproximación contextual “adopta la idea de que los
problemas morales deben ser resueltos dentro de las complejidades interpretativas
de circunstancias concretas pertinentes, apelando a las tradiciones históricas y culturales, con
referencia a las normas institucionales y profesionales así como en las virtudes, y
apoyándose sobre todo, en el método de análisis comparativo de
casos” (2000: 309).
Esta aproximación ética rechaza el método deductivo y prefiere
el inductivo. El primer paso que propone es la comprensión a detalle de la decisión básica en el acto concreto
en vez de iniciar con una teoría moral general o un principio moral
general que pudiera aplicarse al caso concreto. Posteriormente propone un análisis comparativo de las
decisiones tomadas en situaciones similares. Acto seguido se debe pregunta de
las orientaciones axiológicas
institucionales y culturales identificando todas las posibles consecuencias.
La contribución de esta perspectiva ética a la comunicación se ubica en la reflexión crítica, sistemática, robusta y
transparente de la toma de decisión. Así mismo ofrece una justificación pública del proceso
moral que se emprendió con gran
responsabilidad.
Esta posición puede también denominarse como con
procedimiento responsable dado que tiene tres características que así lo confirman: 1) Las
personas involucradas en la toma de decisiones pueden aceptar sin problema
alguno, un rendimiento de cuentas por parte de las audiencias; 2) Los
procedimientos implican una cuidadosa reflexión de los múltiples intereses
involucrados en la decisión; 3) el procedimiento es tranparente,
reiterativo e institucional, tanto que permite a todos los actores externos
conocer y comprender la lógica que está detrás (2000: 310).
El mismo Hamelink hace
una apuesta por una ética
dialógica como una vía metódica y crítica de reflexión. Implica un diseño metodológico que derive en una
exposición dialogada y
transparente de la toma de decisión ante todas las voces involucradas. La
metodología que propone para ello
es:
1.
La ética dialógica no se aleja de un
consenso en los valores morales fundamentales, pero busca soluciones a la
disputa moral entre todos los intereses involucrados.
2.
El diálogo concibe la existencia de múltiples soluciones.
3.
La capacidad de diálogo necesita ser aprendida y ejercitada.
La práctica cotidiana ayuda a
las personas a sensibilizarse con argumentos morales.
4.
Es importante que todos los involucrados tomen una posición seria desde un inicio.
5.
Es vital contar con un protocolo en el que se ubique todo
el proceso de toma de decisión.
6.
Hay que contar con una guía de preguntas que
orienten la reflexión y
en las que se contemplen las alternativas de solución y los intereses de los
involucrados.
Sin duda esta
propuesta de orden teleológica y conciliadora de intereses propuesta por
Hamelink, se fundamenta en demasía en una visión consensual misma que no puede
ser el soporte de una visión ética que apele a la dignidad de la persona humana
más que a la lógica del mercado o los intereses sociales de quienes se ven
involucrados en los procesos de toma de decisión. Mucho menos en el caso de los
medios de comunicación de un país o una comunidad.
Referencias:
Hamelink, C. (2000). “Media ethics and the issue of moral choice” en Media ethics: opening
social dialogue de Bart Pattyn. Bélgica: Peeters