Por una comunicación responsable
Jorge A. Hidalgo Toledo
Los medios de comunicación hoy han pasado a convertirse en empresas de medios. Esto va más allá de una mera percepción social. El cambio responde a una búsqueda del ingreso, la competencia y, al parecer, no tener
claras las obligaciones morales del comunicador. Sin duda, los contextos han
cambiado, por tanto también deberían cambiar las formas regulatorias para garantizar el
cumplimiento ético de la actividad comunicativa.
Hugo
Aznar en su texto "El compromiso ético del medio"
(2005), nos presenta una serie de alternativas para que las empresas y los
comunicadores cumplan con su compromiso moral específico. Estas vías propuestas por Aznar
están asociadas con la naturaleza del bien con que
operan: la información y la comunicación. Por tanto, un compromiso deontológico, una exigencia editorial, limitaciones programática y presencia de un ombudsman,
son mecanismos de autorregulación para contrarrestar la
condición economicista de los medios.
Las
vías que propone Aznar son:
0. Los
principios editoriales. En
el mercado social de las ideas hay un efecto no sólo económico, sino también intelectual e ideológico. Por tanto, las
empresas proponen un conjunto de principios formulados explícitamente por la empresa y destinados a inspirar la filosofía, el planteamiento y los objetivos generales del medio. Este
primer ejercicio de autorregulación reconoce la dimensión comunicativa, intelectual e ideológica del medio; remarca la identidad y las expectativas sobre el
contenido. Explicitar la cosmovisión del medio equivale a
un contrato informal entre los profesionales y las audiencias. En sí, los principios editoriales establecen la línea editorial. Sin ser el mecanismo de autorregulación más efectivo conlleva un primer compromiso
empresarial para mantener y respetar la dimensión comunicativa, un aval de la credibilidad y prestigio moral.
Establecer un compromiso público con las
audiencias, también lo es con el profesional. Por tanto esta
acción invita también a la autocensura, la cláusula de conciencia y la transparencia.
1. Libertad
de expresión. La primer manifestación de la libertad es el poder elegir unos principios editoriales.
De ninguna forma los principios limitan la libertad de expresión; sino que establecen el marco de referencia para guiar el
trabajo expresivo de los comunicadores. Particularmente, hay que recordar que
los medios públicos están sometidos a los criterios de legalidad y neutralidad evitando
la instrumentalización. Un buen comunicador debería aplicar su criterio y respeto a las audiencia para ser un
agente inspirador. Una recomendación es apegarse al
principio de legalidad más que a la voluntad
arbitraria de la propiedad y la empresa en general. "La obligación del profesional llega hasta donde esta obligación garantiza el cumplimiento del compromiso adquirido por el
medio con el público" (2005: 116). La obligación de adecuarse a los principios editoriales etá supeditada en todo momento a la obligación más fundamental de cumplir con los deberes
deontológicos de la información y la comunicación. Así nos recuerda: "Un medio de comunicación no es nunca el resultado de sumar acciones individuales
aisladas, sino que requiere su integración y coordinación en un proyecto común que de algún modo guíe y oriente sus acciones" (2005:118): independencia
personal + integración en la labor + identidad colectiva del medio.
2. Los códigos internos. Constituyen uno de los mecanismos de
autorregulación más efectivos. Es la
propia empresa la que asume una serie de compromisos éticos para guiar su actividad o la de los medios. Estos nacen como
respuesta ante la crisis de credibilidad, la aplicación de la doctrina de la responsabilidad social y responder a una
mayor autorregulación como demanda social. Hay dos tipos: los códigos de ética empresarial de la
empresa (incorpora compromisos más amplios y vinculantes
para los diferentes departamentos) y los códigos deontológicos periodísticos (se limita a recoger los deberes y obligaciones de
quienes trabajan en la redacción del medio, promover la
imparcialidad e independencia de los profesionales). Entre los compromisos
puntuales tenemos: "promover la veracidad, objetividad y pluralismo,
respetar la normatividad, fomentar valores ético y humanos, transparencia en la gestión y el trabajo"(2005: 122).
3. Los
libros de estilo. Constituye uno de los
mecanismos de autorregulación de mayor vitalidad y
proyección. En gran medida se centran en el uso eficaz
del lenguaje informativa. Hoy están incorporando, además de normas expresivas y de sentido, buscan ir más allá para incorporar acciones deontológica, morales y legales. Se han convertido por tanto en textos
constitucionales de los medios. Los libros de estilo de segunda generación recogen: 1) normas de la función lingüística; 2) principios
generales de programación, inspiradores de los
principios editoriales; 3) deontología profesional; 4) las responsabilidades del periodista; 5)
Normas morales.
La
ética comunicativa debe ir más allá de las exigencias normativas, debe estar
inscrita en una articulación entre la dimensión intelectual, psicológica, ideológica, lingüística y moral. Pero,
sobre todo, debe estar cimentada en la dignidad humana y la aspiración a la construcción y engrandecimiento de
la esfera pública donde se concretiza el bien común.
Referencia:
Aznar,
H. (Junio, 2005). "El compromiso ético del medio" en Comunicación
responsable: la autorregulación de los medios. Barcelona: Ariel.