Reflexión sobre la lectura La reacción antihegeliana
Jorge Alberto Hidalgo Toledo
¿Dios como pregunta
o es Dios la pregunta? Lugar, situación, condición, relación entre el objeto y
el sujeto; entre el referente y lo referido; entre lo pensado y lo existente.
¿Cuán transparente es la idea de Dios a los hombres, a la luz de la razón?
En la evolución de la metafÃsica, la filosofÃa, la
antropologÃa y la teologÃa, podemos ubicar un punto de encuentro que encierra
una realidad cuya concreción en la historia, pretende entender lo absoluto.
La parcialidad del mundo captada por el
sujeto en el tiempo ha sufrido, en los últimos estadios filosóficos, una serie
de caÃdas y rodadas descomunales acabando con los grandes sistemas ideológicos en
los que se sostenÃa la tradición racional de occidente. Pero es quizá la
reacción antihegeliana, la que mejor explica la oposición a la idea y
existencia de Dios y el papel que juega el hombre en un mundo ausente de
figuras absolutas.
La izquierda hegeliana, cuyo ateÃsmo
progresista y revolucionario, pugnaba por la plena realización del concepto
libertad y soberanÃa del hombre como actitud combativa nos inquieta con esta
afirmación y nos lleva a preguntarnos… ¿Pero ante quién se libera si no hay
dios que lo esclavice?, ¿ante el hombre mismo?, ¿entonces el hombre es alienado
por el hombre de su propia condición y las condiciones creadas por los hombres
son alienadoras de su propia naturaleza?¿De dónde provienen las categorÃas
morales: libertad y soberanÃa que pretende el nuevo hombre asumir, de una ética
teÃsta, de la ley natural o de la normatividad social?
Estas preguntas podrÃan encontrar
múltiples respuestas si tuviéramos claro a qué dios nos referimos: ¿si al
Cristo que se manifiesta, actúa y trasciende en la historia; al
conceptualizado, pensado y comprendido por la razón; o al que se revela en el
interior de cada hombre en su actuar?
El ateÃsmo derivado de la racionalidad y
el querer creer que el entendimiento está por encima de lo absoluto, porque puede
pensarlo, nos lleva a preguntarnos, sobre este orden metafÃsico-teológico
¿dónde está la singularidad de nuestra imagen de Dios?
Y pienso
considerando: la autosuficiencia orgullosa del hombre que cree poder
entender a Dios; los valores absolutos que radican en cada hombre; al hombre
que se sabe a sà mismo en Dios; al que adorando se posee a sà mismo; y al que
vive de espejismo… Y llego a mi respuesta con un par de preguntas: ¿no será que
Dios se revela en el hombre y el hombre en la historia como praxis de la
conciencia absoluta, infinita e individual de Dios?, ¿es acaso el hombre en la
historia parte de un proyecto divino de renovación del espÃritu humano?, y
finalmente, ¿qué caso tiene negar a Dios para ser Dios?
Honda es la herida que deja Dios y su negación
en la profundidad de la conciencia humana ante su ausencia y más honda la
incapacidad del hombre de no poder encontrarle respuesta al misterio de lo
absoluto.
Hombre solo, hombre con Dios, hombre
pensando a Dios, hombre negando a Dios, hombre sin Dios y finalmente un hombre
solo y sin sentido porque la fe y la esperanza sólo se realizan en la historia
y estas no son posibles si es que Dios ha muerto y con Él, el sentido religioso de la existencia humana.
El hombre necesita más a Dios, que Él de
nosotros. Y lo necesitamos no por piedad, instrumentalismo, mediador o utilidad
sincrética. Lo necesitamos como chispa activadora de la razón y el sentido;
como fuente de certeza ante el azar y lo inesperado; como fuente de
conocimiento y clave de toda verdad; como consolación ante la incertidumbre,
signo, indicio y señal del valor del hombre en la historia y su producción
cultural.
Dios es el lugar, nos deja leer la
visión trágica de Nietzsche ante la caÃda del mundo metafÃsico. Su nihilismo
nietzschiano es esperanza en que cada hombre dé cuenta de que existir y el
deber que rodea la existencia, se vuelven absurdos si se priva al mundo de
significado.
El desafÃo emprendido por la filosofÃa
hegeliana y sus derivaciones han enfrentado al hombre con lo absoluto –en una
vÃa- y al hombre con el hombre –en la que viene de regreso.
La actual preocupación antropológica,
epistemológica y fenomenológica son plumaje de un mismo ángel. La posmodernidad
ofrece a nuestro Fénix, cielo basto para emprender su vuelo; sin embargo, en
ese cielo “eterno”, también existe un sol donde las alas de cera, no bien
puestas, pueden arder.