Notas desde el encierro imaginario 23 - Hipermediatizaciones: Hiperconexiones y remediaciones entre signos y palabras

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Textos especializados en Comunicación Digital, Ciencias Sociales, Literatura, Poesía, Humanidades Digitales y Culturas Juveniles. Sitio personal del Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Expresidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, AMIC y Ex presidente del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación.

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viernes, 17 de abril de 2020

Notas desde el encierro imaginario 23


People on the move

“Mujer que caminas noche y día
con tu llave inmemorial
das nacimiento a la palabra veraz
atraviesas el río
    y nadie te reconoce
te mojas, sudas, pierdes tus zapatos.

Otra jornada abrumada de cansancio
no puedes verbalizar tus injurias
pero eres sabia aunque te encuentren infraganti.

Te interrogan
¿Quién eres? ¿De dónde vienes?
¿Qué buscas en esta tierra que ya tiene dueños
y fronteras y murallas y hermanos que saben de la muerte lenta?

Al espacio de tu linaje vuelves
    como sombra que releo
en tu luminosa faz el fuego no termina
escapas, caes, te levantas, te sacudes,
hablas en tu lengua de tortilla
muerdes tus palabras de café
y no te dejas derrotar por la nostalgia…

Tu canto se ahoga, se alejan las salidas
eres inmigrante
tu identidad se ha reducido para siempre.

No entiendes de visas
ni de planetas fragmentados
aprendes a decir “good morning”
pero a nadie le interesa “how you are”
ni que estés habitada por un hijo sepultado en el desierto
por el sueño de un empleo
de un refugio para dormir en paz.

Yo también soy la ruptura de la costura
aquí adentro no se disipa la niebla…
y me sucede que miro en tu espejo
    y me veo.”.
(La inmigrante, Consuelo Hernández).

Desde hace cinco semanas el mundo es otro. Nuestras almas en constante movimiento hoy se detienen. Desde hace semanas la movilidad humana es otra. El eje del mundo globalizado se ha torcido. El flujo humano se detuvo y quedaron varados en las vallas fronterizas miles de migrantes detenidos; en aeropuertos a quienes les cancelaron vuelos de regreso a casa y aquellos que en su condición de inmigrantes se quedaron en un hogar lejos de donde vive el resto de su familia.
El mundo es un corredor migratorio; un punto de conexión entre países, culturas y personas. Siempre fuimos globales: sujetos en movimiento.
Todo lugar es un punto de entrada y de salida a un universo de significación. Lugares de tránsito, lugares de residencia. Puntos de encuentro, puntos de separación. Sitios para vivir; sitios para fluir. Sujetos temporales, sujetos permanentes.
Tan sólo en 2019 en México se entregaron 36,790 tarjetas de visitantes por razones humanitarias; se identificaron 179,335 personas en condición migratoria irregular; 117,689 que fueron devueltos a su país. En el primer mes de 2020 ingresaron 1,784,198 de turistas.
22.5 millones (18%) son migrantes absolutos (nacionales e internacionales) y 1.7% de la población mexicana (2,193,000) son personas nacidas en otro país y residen en México. Gran parte de los residentes (migrantes absolutos) 2.9 millones son migrantes interestatales y más de medio millón residen en otro país.
Las causas más importantes registradas por el INEGI, por las cuales migran los mexicanos son reunirse con su familia (43.3%); buscar trabajo (18.2%), cambio de trabajo (9.3%), estudiar (6.6%); se casó o unió (5.3%), 5.2% por temas de inseguridad pública y violencia y deportación (1.5%).
Desde hace cinco semanas la vida modificó su ruta y se complejizó y muchos quedaron varados en un tiempo y un espacio diferente aquél con el cual habían pensado reoganizar su vida.
            Todo aquél que era un sujeto en transición quedó en el suspenso; su ciudadanía temporal se afectó por el paro global tras la contingencia sanitaria.
            Algunos quedaron confinados en estaciones judiciales donde sus derechos humanos y su dignidad es pisoteada constantemente.
De los que quedaron varados algunos ya agotaron sus recursos materiales para subsistir y a otros, sus familiares los apoyan a la distancia para que puedan recuperar sus derechos cuando las fronteras se abran y los vuelos de rescate lo permitan.
Los migrantes se quedaron a mitad de camino y sin techo a expensas de organizaciones criminales y sin posibilidad de recibir asilo. Su lugar en ese limbo es como desestabilizadores sin derechos y víctimas de la xenofobia y la aporofobia.
Los que pretendían moverse en busca de sus familias hoy quedaron en un punto ciego como la anciana indígena en los suburbios o el campesino migrante rodeado de una cultura extraña a la de su origen en el barrio donde encontró refugio.
Todas esas personas en movimiento; almas de costa a costa se encuentran fuera de sus lugares de origen. Por una u otra razón su tierra los desplazó. Algunos salieron huyendo de opresores, algunos fueron perseguidos, otros buscaban ejercer sus libertades o encontrar una posibilidad de futuro.
Pensar la vida y sus dolores desde ellos es un deber ético y humano para entender a profundidad lo que implica resignificar la identidad cultural cuando la tierra te expulsa.
Su condición en el mundo, ya de por sí era la de subculturas en medio de una cultura mundialista hegemónica y de poderes transnacionales.
Estas vidas en movimiento, multiculturales y expansivas llevan consigo las cargas económicas, sociales, políticas y culturales de su países y familias. Además de que son esporas de sufrimiento y búsqueda constante de sentido en lo que el viaje les permite.
Todos tenemos una responsabilidad compartida con los otros. Desde hace cinco semanas estamos ante muchas formas de vivir el confinamiento. No podemos pensar que todos estamos viviendo en el mismo modo el encierro.
Hay una obligación moral por comprender a los otros desde sus condiciones particulares en esta nueva realidad.
            Esta nueva condición de ser y estar en un mundo de pausas interconectadas y sin fronteras nos obliga a pensar en las garantías de seguridad física, moral y emocional de los otros. Nos debe llevar a pensar en sus condiciones dignas de vida y de salud y de sus seres amados; en las políticas públicas que están generándose para defender sus derechos humanos y regular sus condiciones.
            Tenemos un llamado ético a pensar desde el bien común y la empatía, de lo contrario no entenderemos nunca lo que están sufriendo en estos momentos aquellos que no pueden ver a los suyos; aquellos que aunque queriendo no pueden estar con los suyos; aquellos que no tienen forma de regresar con los suyos.
            Las personas que se encuentran en calidad migratoria desde hace cinco semanas perciben el mundo a otra velocidad. Su condición siempre es frágil, confusa, desintegrada y en constante reconstrucción. Sus sueños y esperanzas hoy, como las de muchos, están en un doble suspenso. Si ellos ya vivían en el no lugar, su confusión y fragmentación hoy es mayor. Hoy se alimenta de miedos y tensiones, de falta de certezas, de no poderse reintegrar y beneficiar de una sociedad que ellos también ayudan a construir.
            Desde hace cinco semanas hemos visto imágenes al por mayor en todas las plataformas posibles; sin embargo, nos falta ponerle un rostro humano a los afectados por este dolor que poco logramos percibir.

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