Jorge Alberto Hidalgo Toledo
Las
reflexiones sobre la posmodernidad bajo la óptica de Jameson se limitan a dos
conceptos base el te pastiche y el de esquizofrenia, lo que lo llevan a ubicar
más la posmodernidad como un periodo que como caracterÃsticas estilÃsticas
definidas.
La
posmodernidad pareciera entrar en vigor bajo las democracias participativas,
autonomÃa democrática, la tercera revolución industrial,
neoliberalismo-globalización, fin del estado-nación y el neo imperialismo.
Lo
moderno, parece ser sólo un punto de partida, el mero entrono tácito de
cualquier nueva creación; mientras que la posmodernidad se caracterizarÃa, por
esta aceptación desprejuiciada de lo plural, por una tendencia a desjerarquizar
las diferentes tendencias o personalidades.
Hay
una perdida la confianza en la unidad teológica sustancial de la modernidad,
quedan como flecos sueltos, los ingredientes que la componÃan, codeándose, en
un plano de igualdad, con corrientes historicistas y academicistas que siempre
estuvieron al margen de las vanguardias. La gran historia se disuelve en muchas
historias microscópicas. El objetivo no es ya tanto la verdad como la
verosimilitud, la adecuación a las reglas del juego. La historia hoy se afirma
como relato y por este camino se acerca al único mundo que no discrimina la
ficción frente a la realidad: el arte.
Posmoderno no
significa antimoderno sino sencillamente lo que viene después de lo moderno.
Pero la etimologÃa es equÃvoca, ya que la modernidad no ha terminado todavÃa.
La tendencia actual a legitimar todas las tendencias y aspiraciones parece
culminar el viejo deseo de libertad proclamado por los pioneros de las
vanguardias históricas.
La mayor parte de los
posmodernismos son reacciones especÃficas contra las formas establecidas del
modernismo superior.
Los estilos
subversivos y polémicos previos a los sesenta, constituyeron lo establecido, el
enemigo; muerto, asfixiantes, canónicos, monumentos que habÃa que destruir.
Se difuminan algunos
lÃmites o separaciones clave entre cultura superior y la cultura popular o de
masas. Hay mucho interés por la preservación de un ámbito de alta cultura
contra el medio circundante de gusto prosaico, lo ostentosamente vulgar y el
kitsch, de las series de televisión y las cultura del Reader’s Digest. Les han
fascinado los paisajes de publicidad y moteles, los desnudos de Las Vegas, los
programas de variedades y las pelÃculas hollywoodenses de la serie B, de la
llamada paraliteratura.
La escritura migra a
las teorÃas y discursos teóricos: concepto periodizador cuya función es la de
correlacionar la emergencia de un nuevo tipo de vida social y un nuevo orden
económico, lo que a menudo se llama modernización, sociedad postindustrial o de
consumo, la sociedad de los medios de comunicación o el espectáculo, o el
capitalismo multinacional.
El pastiche como la
parodia recurren a la imitación y a la mÃmica de otros estilos y en particular
de los amaneramientos y retorcimientos estilÃsticos de otros estilos. La
fragmentación y privatización en multitud de estilos y amaneramientos privados.
Cada grupo ha llegado a hablar un curioso lenguaje privado, cada profesión ha
desarrollado su propio código de ideologÃa o modelo de hablar particular y cada
individuo ha llegado a ser una especie de isla lingüÃstica, separada de todas
las demás.
El pastiche, es la
imitación de un estilo peculiar o único, es parodia neutra que ha perdido su
sentido del humor. Hay que contemplar la muerte del sujeto, el fin del
individualismo como tal.
Existieron dos eras:
la clásica del capitalismo competitivo, en el apogeo de la familia nuclear y la
emergencia de la burguesÃa como la base social hegemónica, existÃa el
individualismo, asà como sujetos individuales.
En el capitalismo de
las grandes empresas, del llamado hombre organizativo de las burocracias el
individuo burgués ya no existe. El mensaje principal es el fracaso del arte y
de la estética, el fracaso de lo nuevo, el encarcelamiento en el pasado.