Jorge A. Hidalgo Toledo
La aproximación teórica de Gombrich, en la que distingue una
crisis de la arquitectura por haberse convertido en
una rutina sin sentido (en
la que grandes bloques de viviendas, factorÃas y edificios públicos se
levantaron dejando ver una decadencia del oficio por la revolución industrial)
a finales del siglo XIX y dar pie con ello al surgimiento de tres personajes –y
posteriormente- tres estilos que definirán tres de los grandes ejes durante las
vanguardias, recuerda a la crisis que se experimentó la arquitectura en la
década de los setenta y que fuera registrada por Charles Jencks y Nikolaus
Pevsner, como la “especificidad semántica de la arquitectura” que dará pie a la
posmodernidad.
Gombrich, nos lleva a identificar la creación de nuevos
criterios a partir de la búsqueda de Arte Nuevo; de ahÃ, nos contará la
búsqueda de Horta, Lautrec, Cézanne, Seurat, Van Gogh y Gauguin, descrita como
una perfecta lÃnea evolutiva sobre la técnica y el color. Pareciera que el
nuevo criterio se convirtió en experimentación formal más que en temática, las
aportaciones estilÃsticas dejaron ver lo
importante que serÃa para las nuevas generaciones la fórmula: también la
“forma es fondo”; pues nos permite entender la búsqueda particular de cada
autor, su intencionalidad, su compromiso y misión artÃstica.
Esta crisis experimentada llevó a la búsqueda de reformas en
las artes y los oficios y la sustitución de la producción en masa por el
producto manual concienzudo y lleno de sentido. Para ello se buscó un retorno a
las condiciones medievales.
El Arte Nuevo se
inició en 1890, mezclando el arte del Extremo Oriente con la arquitectura de
acero y cristal. Destacará VÃctor Horta al descartar la simetrÃa y aplicar la
nueva tendencia en las artes decorativas. Toulouse-Lautrec aplicó esta economÃa
de medios al cartel.
Hay quienes
consideran a los impresionistas los primeros de los modernos porque desafiaron
ciertas normas de la pintura tal como eran enseñadas en las academias. Ellos
querÃan pintar la Naturaleza tal como la veÃan y su oposición a los maestros
conservadores no radicó tanto en el fin como en los medios de conseguirlo. Su
exploración de los reflejos del color y sus experiencias con la pincelada
suelta se encaminaban a crear una ilusión aún más perfecta de la impresión
visual.
Los impresionistas eran verdaderos maestros al pintar la
Naturaleza. La disolución de los contornos precisos en fluctuaciones de la luz
y el descubrimiento de las sombras coloreadas de los impresionistas otra vez
plantearon un nuevo problema vinculado con la claridad, el orden y la
confusión.
Al volver el arte a la observación de la Naturaleza, los
colores puros y brillantes de las vidrieras o los libros iluminados, los impresionistas
abandonaron la mezcla de los colores sobre la paleta.
Cézanne estaba fascinado por la relación entre el colorido y el
modelado; estaba interesado por conseguir un diseño equilibrado, hizo un
tremendo esfuerzo por conseguir un sentido de profundidad sin sacrificar la
brillantez de los colores, por lograr una composición ordenada sin sacrificar
aquel sentido de profundidad que sà estaba dispuesto a sacrificar si era
necesario: la corrección convencional del contorno. No se propuso crear una ilusión,
lo que quiso fue más bien transmitir el sentido de la solidez y del volumen, y
advirtió que podÃa hacerlo sin un dibujo convencional.
Georges Seurat, estudió la teorÃa cientÃfica de la visión cromática y
decidió construir sus cuadros por medio de minúsculos toques uniformes de
colores puros, como en un mosaico. Confiaba en que con ello los colores se
mezclarÃan en la retina sin que perdiesen nada de su intensidad y luminosidad.
El puntillismo, ponÃa en peligro la legibilidad de sus cuadros, ya que con ella
se prescindÃa de los contornos y se fragmentaban las formas en zonas de puntos
multicolores.
Van Gogh, empeló las pinceladas aisladas no sólo para desmenuzar el
color, sino también para expresar su propia agitación. Sus pinceladas sueltas
ayudan a transmitir la exaltación del espÃritu creador. Le gustaba pintar
objetos y escenas que ofrecieran amplio campo de acción a estos nuevos
recursos, temas en los que podÃa dibujar lo mismo que pintar con su pincel y
cargar el acento sobre el color, de la misma manera que un escritor subraya sus
palabras. Descubrió la belleza de los rastrojos, los setos y los sembrados, las
retorcidas ramas de los olivos y las formas oscuras y flamÃgeras de los
cipreses. Sus “bocetos” dieron un mayor estilo a las cosas por su simplificación.
No se preocupó por la realidad estereoscópica –la reproducción fotográficamente
exacta de la Naturaleza. Exageraba e incluso acentuaba la apariencia de las
cosas si esto convenÃa a sus fines.
Gauguin, creÃa que el arte estaba en peligro de volverse rutinario y
superficial y de que toda la habilidad y todos los conocimientos que se habÃan
ido acumulando en Europa habÃan privado a los hombres de lo más importante: la
intensidad y fuerza en el sentir y la manera espontánea de expresarlo. Ambicionaba
un arte que no consistiera en fórmulas que puedan ser aprendidas y un estilo
que no fuera estilo simplemente, sino algo poderosos y fuerte como las pasiones
humanas. Su exploración en temas salvajes y primitivos, respondÃan a su gusto
por ser llamado bárbaro; trataba de penetrar en el espÃritu de los nativos y
observar las cosas tal y como son, simplificando los contornos de las formas y
no eludiendo el empleo de grandes manchas y de fuertes colores. QuerÃa expresar la intensidad ingenua de las
criaturas de la Naturaleza.
Estos artistas habÃan aprendido a representar la Naturaleza,
a dibujar correctamente y a manejar diestramente el color y los pinceles; se
habÃan asimilado las enseñanzas de la revolución impresionista y adiestrado en
expresar las modulaciones del aire y del sol.
La solución de Cézanne condujo, finalmente, al cubismo
surgido en Francia; la de Van Gogh, al expresionismo, que halló sus principales
representantes en Alemania; y la de Gauguin a las varias formas de primitivismo
que han tenido lugar.