Jorge Alberto
Hidalgo Toledo
Pareciera que el fracaso de la modernidad según Suzi
Gablik está centrado en la ética y las construcciones de valor. Su texto,Has Moderrnism Failed? pretende explorar cuáles han sido las premisas descartadas por los
artistas modernos; dónde centraron su nueva axiología y cuáles son los
nuevos criterios empleado para la construcción del espacio posmoderno.
A partir de la propuesta de varios artistas, el
autor nos lleva a explorar cuáles son los criterios que llevaron al
derrumbamiento de la modernidad. Para ello nos toma de la mano y nos muestra lo
que dio sentido a lo moderno; cómo construyó sus rupturas y qué espíritu guarda
la obra actual.
·
Algunos de los aspectos que contribuyeron la
caída son: el ambiente artificial y en decadencia del industrialismo urbano; el
arte no surge de la virtud moral; no se pretende que salve almas. Hoy el
artista se aferra desesperadamente a la modernidad como a una tabla de
salvación. Muere de agotamiento debido al esfuerzo industrial. Se ha perdido el
entusiasmo.
·
Se perdió la fe en un futuro sensato y pacífico
y no se encuentra en el arte ningún tipo de reconciliación; ha perdido su
credibilidad.
·
El arte se infiltra en un mundo trastornado para
poder destruir todas sus normas y todas sus realidades acumuladas, aún las más
coactivas y autoritarias. El nuevo estilo sirve como un nuevo comienzo. Se
destruyó toda estabilidad a partir de la interrupción constante de la
continuidad.
·
El arte transcurre ahora por un mundo que no
está ni estructurado por una autoridad, ni unido por una tradición. Se vive una
existencia simultánea de valores contrapuestos.
·
Al artista le acosa la necesidad de ser moderno,
pero descubre al mismo tiempo que ser moderno hoy, es ser tradicional. Los
artistas advierten que para crear algo nuevo, tienen que inspirarse en el
pasado. Las tradiciones se deben a la continua repetición de una serie de
procesos. El artista no tiene esa función de transmitir las técnicas
tradicionales, ni de comunicar sus conocimientos sobre el arte; ni existe
tampoco un consenso sobre lo que hay que aprender.
·
Nadie se interesa ya por nada, así que no hay
por qué seguir esforzándose. Nunca hay un motivo para hacer arte; parece no
importar nada. Todo resulta muy bonito pero sencillamente no merece la pena.
·
Hoy se refugian en lo personal y en la
auto-expresión, a su convicción de que no hay un ejemplo a seguir. Cuanto más
libre es el artista, más inútil se siente.
·
Se necesita una cohesión y trascendencia; tener
una identidad, una orientación y un objeto de devoción. La modernidad nos ha
fallado al renunciar en nombre de la libertad y de la autosuficiencia a tantos
conceptos esenciales para el bienestar de la humanidad.
·
Las tradiciones establecen unas normas que nos
sirven como punto de referencia para decidir lo que está bien y lo que está
mal. Generan un sistema de relaciones estable y duradero que el individuo
utiliza para situarse en el orden social y para marcarse unas obligaciones y
unas responsabilidades sociales. La modernidad adoptó las nociones de libertad
y autonomía y la idea de que el arte sólo tiene que responder ante su propia
lógica, sus propias leyes y su estética pura, privándolo de toda función.
·
El artista no es responsable de nadie. Su
función social es asocial, consiste en mantenerse al margen de la sociedad. Su
única responsabilidad es su actitud ante el trabajo que realiza… No hay
comunicación posible con un público. El artista no puede plantear preguntas ni
hacer afirmaciones; no ofrece ninguna información, mensaje u opinión… lo que
cuenta es el producto final.
Individualidad y libertad son temas recurrentes. La salida que ofrece el
autor está en las virtudes. Las virtudes son elementos imprescindibles que nos
ayudan a mantener un equilibrio entre la estabilidad y el cambio, entre la
permanencia y la innovación, entre la moralidad y el egoísmo y nos hacen
conscientes de la existencia de unos límites. Nuestra cultura parece haber
perdido irremediablemente el equilibrio.