César Cantón y José Ruiz San Román (2005)
dan cuenta de la necesidad interna de las ciencias sociales y la comunicación por
contar con mayor rigor científico y por tanto, de un método. Un método que
permita probar conclusiones a través de una serie de pasos y procedimientos.
Para ello hacen un recuento histórico de las principales posiciones
filosóficas, epistemológicas que han surgido de la necesidad de investigar para
conocer la realidad. Presentando dos posiciones fundamentales: la de los
escépticos y los realistas, la primera de ella afirmando que el hombre es capaz
de conocer la realidad; y la segunda, que asevera que la “verdad no existe, o
que si existe, el hombre es incapaz de conocerla” (Cantón, Ruiz San Román,
2005: 3); esta última posición reforzada por el postulado gorgiano que niega la
existencia, la capacidad de conocimiento y la incapacidad del hombre para
comunicar lo conocido.
Las
Ciencias Sociales y particularmente la comunicación, deberían partir de una
visión realista en la que el investigador tenga la capacidad para acceder a la
realidad en un modo no subjetivo; en el que pueda distanciarse del objeto de
estudio y pensarlo como si de algo nuevo se tratara, tal como lo precisó C. W.
Mills en su imaginación sociológica.
Pensar desde la ciencia implica generar enunciados del los hechos y fenómenos y
contrastarlos con la verdad para dar cuenta de cuánta adecuación hay del objeto
con el entendimiento.
A
la oposición escepticismo/realismo habría que incluir la que concierne a la que
se da entre inmanencia[1]
y trascendencia[2].
La
modernidad, posmodernidad e hipermodernidad presentan nuevos desafíos a la
exploración científica de las ciencias sociales y la comunicación; por un lado
la desconfianza radical derivada del proyecto moderno de la razón en la que se
cuestiona la noción de esencia y el cómo la realidad misma “oculta su ser más
íntimo” (Cantón, Ruiz San Román, 2005: 7) permitiendo conocer, bajo una visión
totalmente nominalista, tan sólo los nombres que se le dan a los conceptos que
se limitan a ser meras construcción de las cosas.
Del
escepticismo radical derivado del pensamiento de Guillermo de Occam se
desprenden dos líneas de pensamiento, la del racionalismo y el empirismo. La
primera posición parte de la idea de que no se puede tener certeza cognoscitiva
alguna emanada de los sentidos puesto que estos generan ideas confusas,
relativas y contingentes. A esta posición, Descartes incorporó una visión
innatista o apriorista que señala que lo que lo “accesible al conocimiento son
las nociones sobre las cosas que ya poseemos en nuestra mente”. La contraparte
empirista termina construyendo la realidad a través del conocimiento sensible y
asociativo.
Ante
el “sospechosismo” por acceder a la esencia de las cosas se da un giro radical
para dejar de conocer lo que son las cosas por el definir qué podemos hacer con
ellas.
No
obstante, la combinación de ambas posiciones ha permitido el empleo de hipótesis
de trabajo[3]
y los datos sensibles que servirán para aproximarse a la realidad.
Kant
será quien dará un giro copernicano al sintetizar la posición racionalista con
la empirista incorporando la noción de categorías o estructuras de conocimiento
y los datos sensibles dando como resultado los juicios sintéticos a priori de
la ciencia. El objeto de conocimiento resultante es el fenómeno[4].
Edmund
Husserl en el siglo XX trató de recuperar la conexión entre el pensamiento y lo
pensado tratando de respetar el ser del fenómeno y la noción de intencionalidad
en sus dos variantes: la natural o ingenua[5]
y la reducción fenomenológica[6].
El
mismo Husserl quiso oponerse al historicismo y su carácter relativo y al
empirismo.
Del
historicismo kuhniano existen dos presupuestos rescatables: la diferencia entre
ciencia normal[7] y
ciencia extraordinaria[8]
y la de los paradigmas[9].
Del
empirismo denostado por Husserl hay que señalar el surgimiento de la vertiente
lógica o neopositivista del Círculo de Viena que rechazaba todo conocimiento
metafísico y derivando en el cientifismo.
Dentro
de la posición del empirismo lógico encontramos los aportes de Karl Popper y su
no buscar la confirmación de la teoría sino los datos que la contradicen y su
demostrar la falsación.
A
todo esto, investigar en comunicación y particularmente, los Usos, consumos y
apropiaciones de las tecnologías de información y comunicación (TIC’s) es un
dar cuenta de la realidad desde la perspectiva científica, empleando una serie
de métodos y técnicas que nos permitan ir adquiriendo conocimientos que puedan
ser validados en modo objetivo y tangible; un buscar llegar a la esencia del
fenómeno comunicativo, la identificación de los elementos sensibles que nos
permitan conocer las motivaciones de los usuarios de las TIC’s, la búsqueda de
construcción de un paradigma en relación a las identidades hipermediales que
derivan de la interacción tecnológica y la confirmación de todos aquellos datos
que contradigan nuestra posición. Investigar en comunicación no sólo es método,
también es actitud continua y convencimiento, profundo y científico.
Referencias:
Cantón, C. y Ruiz San Román, J. A. (2005).
“Investigación y realidad social. Una reflexión epistemológica” en Berganza
Conde, Ma. R. y Ruiz San Román, J. A., Investigar
en comunicación. Madrid, España: Mc Graw Hill
[1]
Refiérase esta como idealismo ya que afirma que jamás se llega a las cosas
mismas sino que lo que conocemos son meras representaciones de la realidad.
[2]
Esta posición también es referida como realista pues señala que el conocimiento
es trascendente pues logra ir más allá de las representaciones aproximándose a
la realidad.
[3]
Inspirada en la duda metódica cartesiana y las ideas principales que el ser
humano puede encontrar en sí mismo y fuera de sí.
[4]
No es lo mismo que la cosa en sí (o noúmeno que en sí mismo es incognoscible),
sino una configuración resultante de la articulación entre sensibilidad y entendimiento.
[5]
La actitud ingenua acepta los objetos sin cuestionarlos.
[6]
Esta suspende el juicio acerca de la existencia de lo que nos rodea.
[7]
La práctica habitual entre los científicos que se centran en resolver los
problemas que surgen dentro de una teoría científica determinada en la que se
mueven pero sin poner en cuestión la teoría en su globalidad.
[8]
Hace referencia al cambio de una paradigma a otro, a la sustitución de una
teoría científica global por otra distinta.
[9]
Estos deben cumplir dos condiciones: carecer suficientemente de precedentes y
ser lo bastante incompletos para dejar muchos problemas para ser resueltos. Un
nuevo paradigma supone una explicación mejor. Los paradigmas son
inconmensurables y deben ser traducibles.