La generación del conocimiento: de la dimensión individual a la colectiva - Hipermediatizaciones: Hiperconexiones y remediaciones entre signos y palabras

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Textos especializados en Comunicación Digital, Ciencias Sociales, Literatura, Poesía, Humanidades Digitales y Culturas Juveniles. Sitio personal del Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Expresidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, AMIC y Ex presidente del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación.

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sábado, 26 de abril de 2014

La generación del conocimiento: de la dimensión individual a la colectiva


Jorge Alberto Hidalgo Toledo

La estructura social e institucional de la sociedad occidental actual descansa en el conocimiento como principal capital social de riqueza y bienestar. El presente ensayo analiza en modo crítico las distintas estrategias que existen para la generación del conocimiento dejando ver cómo se dio la transición comercial y mercadológica de la inteligencia individual a la organizacional y colectiva en la Sociedad del Conocimiento para puntualizar con ello, la particularidad de la formación del investigador en comunicación aplicada como generador y gestor del conocimiento.
            En 1969, Peter Drucker, anunció en su libro La era de la discontinuidad el arribo de la Sociedad del Conocimiento. En su texto dejó ver cómo la incursión de las tecnologías de información y comunicación en todos los ámbitos de la vida, impactaban los mercados, la industria, los puestos de trabajo y el desarrollo de productos y servicios. Su anuncio profético vislumbraba que en el futuro más de la mitad del Producto Interno Bruto de muchos países sería generado por el sector del conocimiento. En 1974, los libros de Daniel Bell y Alain Touraine, centrados en la sociedad post-industrial, señalaron de igual forma el arribo de una nueva forma de producción y relaciones sociales que tenía que ver con el manejo de la información. Con el título de Sociedad de la Información se celebró en 1980, en Dublín, la Conferencia Internacional de la Comunidad Económica Europea para enfatizar la evolución social derivada de la información. Yonesi Masuda, por su parte, publicó en 1982 el libro La sociedad de la información como sociedad post-industrial; en él fundamentó la llegada de una nueva civilización asentada en la productividad de la misma información mediante el uso de las TIC´s y las computadoras. Y como señala Lucas Marín, el conocimiento se volvió “un recurso crucial, una fuente de innovación y acción política; la aparición de la tecnocracia como una elite dominante” (2000, pág. 38).
En su obra Post-capitalist Society, el mismo Drucker sentenció que la clave del éxito del proyecto global de la Sociedad del Conocimiento radicaba en la conciliación entre el mundo de la empresa y el intelectual y afirmó: “El intelectual, si no se completa con el manager, crea un mundo donde cada uno hace lo que quiere pero donde nadie haría nada” (Drucker, 1993, pág. 230)

La liberalización de la economía de la información mezclada con la noción de Global Shopping Center desarrollada por Drucker, estuvieron presentes en el corazón de la Cumbre Económica y Social Europea de Lisboa en marzo de 2000 donde la Unión Europea se planteó como objetivo estratégico el de “convertirse en la economía del conocimiento más competitiva y más dinámica” (Mattelart, 2002, pág. 128).
Así, el mismo sistema educativo tomó, desde entonces, como misión adaptarse a las necesidades de la Sociedad del Conocimiento para elevar el nivel de empleo y mejorar su calidad. Con ello, políticas económicas, educativas y laborales transitaron hacia la Sociedad del Conocimiento “transformando la sociedad de la información en una sociedad del saber” (Mattelart, 2002, pág. 132).
Como se puede ver hasta el momento, informar y conocer se colocaron en el corazón de los mercados; por tanto, la economía de la investigación y el desarrollo (I+D) permeó la lógica de las instituciones públicas y privadas.
Se tiene entonces que la Sociedad del Conocimiento no puede dejar de analizarse fuera de los indicadores mercantiles. La evolución de los mercados globales hoy comprende, por un lado, “la oferta o producción de conocimientos; por otro, su distribución; y finalmente, la demanda, recepción y consumo del mismo” (Noya, Rodríguez Caamaño, & Romero Ramos, 2008, pág. 17).
Así se habla hoy de sistemas de inteligencia global, de captación de informaciones para competir, de data centers, de departamentos de servicios informáticos, de laboratorios de I+D, de una clase creativa conformada por profesionales, expertos, asesores, comités de sabios, think tanks y trabajadores del conocimiento. Tal como afirma Manuel Castells: “la generación, el procesamiento y la transmisión de la información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas” (Lucas Marín, 2000, pág. 39)
La misma creación de conocimiento y, por ende, de riqueza se ha modificado. Según Kevin Nelly “hoy es global, apoya lo intangible y está intensamente interconectada (…) esto genera un nuevo tipo de mercado y de sociedad, que tiene sus orígenes en redes electrónicas que están en todas partes“ (Aguiar, 2007, pág. 78).
Al centrar la Sociedad del Conocimiento su atención en la oferta y producción del conocimiento surge la pregunta ¿quiénes son los involucrados en la generación del conocimiento?, ¿qué estrategias han desarrollado para su producción?, ¿qué actividades comprende?
Bajo una visión sistémica se ubican a todos los sectores productivos, académicos, públicos y civiles como generadores de conocimiento. Esto ya no es exclusivo del mundo educativo.
Ahora bien, como una primera aproximación para responder la segunda pregunta se puede tomar la aportación teórica de Federico Boni quien identifica cuatro vías de generación de conocimiento: 1) El conocimiento derivado del sentido común: expuesto de manera cotidiana, basado en la experiencia y en supuestos que no pueden ser cuestionados ya que trastocarían la organización mental de las personas, utiliza nociones y conocimientos inconscientes o inmediatos; 2) El conocimiento que parte de lo profesional: emergen del mismo ambiente laboral, la actividad productiva y las rutinas consolidadas; 3) El conocimiento científico: que deriva de la investigación científica, la formulación de problemas, la elaboración, la práctica teórica, las estrategias de exposición, comunicación y legitimación de los resultados; 4) El conocimiento normativo: que parte del cómo deben ser las cosas, de corrientes ideológicas, leyes, reglamentos, normas, códigos éticos, debates públicos y aspectos poco científicos y más sociales o culturales (2006, págs. 16-20). Aquí se hace evidente que los científicos no son los únicos generadores de conocimiento, que no es exclusivo del sector público, académico ni del privado, ni tampoco que una categoría pesa más que otra, sino que por el contrario, coexisten diferentes actores y estrategias. De igual forma el conocimiento científico tiene sus propias estrategias: 1) la investigación cualitativa/documental que recurre a fuentes históricas, información estadística, revisión de publicaciones en bases de datos, investigaciones, libros y todo tipo de documentos; 2) la investigación cuantitativa/directa que recurre al fenómeno directamente por medio de técnicas de observación, aplicación de instrumentos y experimentación; 3) la investigación cualitativa que recopila información a través de la inmersión en el ambiente natural, a través de grupos de discusión y enfoque, fenomenografía, estudio de casos, métodos etnográficos, entrevistas, técnicas narrativas y discursivas, acción participativa y colaborativa; 4) la investigación Mixta/documental/directa que mezcla las dos estrategias anteriores (Martínez Lanz, 2011). Cada metodología tiene una aportación específica según la aproximación a la realidad y la universalidad que se pretende con los resultados.
Ahora bien, la categorización de Boni deja fuera otras estrategias reconocidas por David Rodríguez Gómez (2006) cuando analiza la dinámica de las instituciones como lo son: 1) los procesos sistemáticos orientados al desarrollo organizacional y personal que identifican, captan, tratan, desarrollan y emplean el conocimiento; 2) el almacenamiento, acceso y transferencia que parte de la idea del conocimiento estructurado, acopiado y disponible para crear más conocimiento; 3) el sociocultural que deriva de una cultura institucional intentando promover cambios de actitudes, confianza y estimulación de la creatividad para promover la generación de más conocimiento; y 4) el tecnológico que destaca el desarrollo de conocimiento tras el uso de sistemas, herramientas y redes.  
Al revisar el mundo corporativo se percibe el desarrollado de otras estrategias como lo son la creación de mapas de conocimiento, equipos autoorganizables, sesiones de diálogo para convertir el conocimiento tácito e individual en conocimiento organizacional (esta estrategia es mejor conocida como la organización creadora de conocimiento); la creación de redes de comunicación y colaboración, los trabajos en equipo para evaluar infraestructura, analizar y evaluar sistemas (The 10-step Road Map); el establecimiento de comunidades de práctica, almacenes de conocimiento, foros de debate, reuniones y seminarios (la estrategia de la creación y gestión del conocimiento humanista); las páginas amarillas, las comunidades de aprendizaje, las buenas prácticas, los encuentros de asistencia y ayuda (estrategia desde la cultura organización); círculos de intercambio de conocimiento, benchmarking, Knowledge-Cafe, dinámicas grupales (estrategia de organización escolar); mapas mentales, desarrollo de comunidades virtuales y trabajo colaborativo (estrategia del conocimiento en educación) (Rodríguez Gómez, 2006); y las comunidades estratégicas de conocimiento que tienden a la búsqueda comunitaria de soluciones a través de la socialización, exteriorización, combinación y asimilación sistemática de la información (Fayard, 2005).
Considerado el conocimiento como un recurso de competencia se ha revalorizado el capital intelectual a tal grado que Nonaka yTakeuchi desarrollaron en 1995 una teoría del proceso de creación del conocimiento organizacional para la caracterización y clasificación de las estrategias del conocimiento organizacional. Esta propuesta teórica parte de un enfoque integrado del conocimiento considerando las estrategias y actividades de creación hasta la evaluación y comunicación del mismo. Esta tendencia hoy ha derivado en la corriente de la gestión del conocimiento. El modelo de Nonaka y Takeuchi menciona cuatro estrategias: 1) socialización, es decir la conversión del conocimiento tácito a tácito; 2) externalización, de tácito a explícito; 3) combinación, de explícito a explícito; y 4) de internalización, de explícito a tácito (Carrillo Velázquez, 2008, pág. 73).
En el ámbito académico Raúl Fuentes Navarro identifica 10 estrategias: 1) la documentación académica; 2) la infraestructura tecnológica; 3) la conformación de organizaciones académicas; 4) la circulación de publicaciones; 5) la configuración de comunidades científicas o colegios invisibles; 6) el debate académico; 7) la inter y multi-disciplinariedad; 8) la investigación socialmente articulada; 9) la renovación metodológica; y 10) la formación profesional en postgrados  (Fuentes Navarro, 1992)
Sin duda, todas estas estrategias parten de algunas condicionantes como una cultura orientada al conocimiento, infraestructura técnica e institucional, respaldo directivo, orientación de procesos, prácticas de motivación, múltiples canales de transferencia del conocimiento pero sobre todo, de una gran vinculación del conocimiento con el valor de mercado.
Todas las estrategias oscilan entre el conocimiento como fuente directa de competencia y, el conocimiento para generar otras fuentes de competencia. Es decir, se va del enfoque competitivo al administrativo, pasando por el cognitivo, el estratégico y el empoderamiento. De igual forma transita de la dimensión individual a la organizacional; de la individual a la colectiva y la social.
Por otra parte, la gran diferencia entre las estrategias científicas y corporativas apelan a una desindividuación del conocimiento para generar conocimiento colectivo y capital social, mientras que las estrategias profesionales y corporativas buscan la generación de conocimiento organizacional que derive en capital económico.
Como se ha señalado, la relevancia de estas estrategias radica en la centralidad de los procesos de creación de conocimiento en esta era. Y es que en esta sociedad hay una valorización excesiva de la innovación. La modernización de todos los sectores de la economía está quedando en manos de los más capacitados, hábiles, creativos y competitivos. El surgimiento de los bienes digitales al igual que otros intangibles están vinculados con información, contenidos y conocimientos. Quien es capaz de generar información y conocimiento, es capaz de producir riqueza. El saber tiene un precio. Generar, administrar y distribuir información y conocimiento poco a poco se convertirá en una actividad económica más importante que la misma industria de las telecomunicaciones. Evidencia de ellos es que tan sólo en el año 2007, los consumidores de la Unión Europea destinaron más recursos en informática que en turismo (Aguiar, 2007).
Según el Informe de Desarrollo Humano de 2006 en México el porcentaje del PIB en I+D era de 0.4% y había 268 investigadores por cada millón de habitantes. En contraparte, la investigación y desarrollo en Estados Unidos “representó el 2.6% de su PIB y había 4,484 investigadores por cada millón de habitantes” (Aguiar, 2007, pág. 136).
Las tecnologías de información, ya no son nada más de comunicación, sino también aceleradoras del desarrollo. Como señala Viviane Reding, Comisaria de Información de la Unión Europea en el estudio presentado en 2006, “la inserción activa de las TICs en la economía de los países europeos justificó el 46% del incremento de la productividad” (Aguiar, 2007, pág. 157).
Por ello, el trabajo del investigador en comunicación aplicada se hace necesario. Este tipo de investigador tiene la capacidad de diseñar estrategias de comunicación estableciendo diversas formas de relacionarse con la realidad comprendiendo las características de los mercados. A diferencia del investigador artístico o literario (que centra sus modos de crear conocimiento desde la subjetividad, la experiencia asocial y asociable, mimética, la experiencia temporal y tradicional), el investigador en comunicación aplicada, sin renunciar a la reflexividad, busca desde la construcción teórica la implementación de dimensiones instrumentales, técnicas y tecnológicas para impactar en modo directo en la realidad social, organizacional e institucional. Tanius Karam identifica el radio de acción del experto en comunicación aplicada en la comunicación política, institucional, ética, la mercadotecnia, la publicidad, la educación por y para los medios, la recepción crítica, la gestión, promoción y difusión cultural. A manera de definición de perfil dice: “está capacitado para aplicar conocimientos a distintos niveles de abstracción en distintas áreas de la comunicación, a partir de un enfoque teórico, con el que tiene la potencialidad de actuar en un campo muy vasto de desarrollo profesional que abarca desde los medios tradicionales, los nuevos medios, los entornos de la comunicación alternativa, popular o comunitaria y de las organizaciones civiles a las gubernamentales” (Karam Cárdenas, 2009, pág. 101).
A la luz de la Sociedad del Conocimiento, el investigador en comunicación aplicada está capacitado para combinar todas las estrategias antes expuestas y generar con ello capital intelectual, social y cultural; pero sobre todo, para que todo ello derive en capital económico al interior de las instituciones donde labora. Por desgracia, este enfoque de economía de mercado puede, si no es mediado por la ética, trastocar la naturaleza de la investigación científica que es mejorar las condiciones sociales y culturales, elevando así la dignidad de toda persona.
Asimismo, la difusión tecnológica y comunicativa para la generación del conocimiento tiene un elevado impacto sobre la productividad y el empleo, ¿pero qué hay de las nuevas exclusiones que también genera?, ¿de las acumulaciones excesivas del capital y la hiperconcentración de las corporaciones de telecomunicaciones? Esta nueva Sociedad del Conocimiento, también ha traído consigo la destrucción de empleos y actividades poco cualificadas y posibles de automatizar; una distribución injusta e inequitativa de la riqueza y los salarios; una falsa noción de bienestar, mayores brechas educativas que nos permiten hablar de info-ricos e info-pobres; la obsolescencia del conocimiento a causa de otro como lo afirmó Schumpeter con su concepto de “destrucción creativa”.
Por ello, a manera de propuesta y para contrarrestar estas nuevas brechas y desigualdades derivadas de la Sociedad del Conocimiento se pueden rescatar las orientaciones dadas por la OCDE: “1) Cambios institucionales y organizativos para fortalecer los incentivos de inversión en conocimiento; 2) políticas tecnológicas e industriales que contribuyan a mejorar la eficacia de las empresas; 3) asegurar el aprendizaje y la formación de los empleados en las nuevas tecnologías; 4) atención a los mercados emergentes, especialmente a los que proporcionan las redes de comunicación; 5) favorecer a las empresas con conductas innovadoras; 6) aumentar la productividad a través de la mejoría en la creación, acceso y distribución del conocimiento; 7) promover el cambio en las organizaciones para conseguir una dirección basada en el conocimiento; 8) coordinar el desarrollo humano y tecnológico; 9) estimular las nuevas demandas; 10) fomentar el potencial creativo y de producción de empleo de las empresas pequeñas y medianas; y 11) responder al desafío de mantener la cohesión social” (Lucas Marín, 2000, pág. 147).
Aunado a la generación ética del conocimiento se deberá cuidar que los modos de difusión y consumo del conocimiento no pierdan de vista la centralidad de la persona humana y su dignidad.
Estamos en la nueva Era Digital del Conocimiento como señala Aguiar (2007, pág. 135). El mundo digital y del conocimiento parecen un buen camino; lo que falta, son caminantes que quieran recorrerlo dignamente y herramientas éticas para transitarlo de la mejor manera posible.

Referencias

Aguiar, H. (2007). El futuro no espera: políticas para desarrollar la Sociedad del Conocimiento. Buenos Aires, Argentina: Ediciones La Crujía.
Aparecida Baccega, M. (2005). Notas sobre a construção/educação. En D. Crovi Druetta, Bitácora de viaje: Investigación y formación de profesionales de la comunicación en América Latina (págs. 127-137). México: Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa, ILCE.
Boni, F. (2006). Teorías de los medios de comunicación. Barcelona, España: Universitat Autónoma de Barcelona, Universitat Jaume I, Universitat Pompeu Fabra, Universitat de Valencia.
Caridad Sebastián, M., & Nogales Flores, J. T. (2004). La información en la Posmodernidad: la Sociedad del Conocimiento en España e Iberoamérica. Madrid, España: Editorial Universitaria Ramón Areces.
Carrillo Velázquez, L. P. (2008). Sociedad del Conocimiento: Academia, administración, complejidad y tecnología. México: Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, SITESA ED.
Drucker, P. F. (1993). Post-Capitalist Society. Nueva York, EUA: HarperBusiness.
Fayard, P. (2005). Comunidades estratégicas de conocimiento: El concepto ba en la vía japonesa hacia la creación de conocimiento. (Á. F. Telefónica, Ed.) Telos. Cuadernos de Comunicación, tecnología y sociedad (62. Segunda época), 21-29.
Fuentes Navarro, R. (1992). Diez propuestas para una estrategia Latinoamericana de Investigación de la Comunicación. En J. Márques de Melo, Comunicación Latinoamericana: Desafíos de la investigación para el siglo XXI. Sao Paulo, Brasil: Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación / Escola de Comunicaçoes e Artes.
Karam Cárdenas, T. (2009). Notas introductorias al Estudio de la Comunicación. México: Biblioteca del Estudiante, Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Lucas Marín, A. (2000). La nueva sociedad de la información: una perspectiva desde Silicon Valley. Madrid, España: Ed. Trotta.
Martínez Lanz, P. (2011). Manual Básico de Investigación científica. México: Manual Moderno.
Mattelart, A. (2002). Historia de la sociedad de la información. Barcelona, España: Paidós.
Noya, J., Rodríguez Caamaño, M., & Romero Ramos, H. (2008). Sociedad del Conocimiento y el capital social en España. Madrid: Tecnos.

Rodríguez Gómez, D. (2006). Modelos para la creación y gestión del conocimiento: una aproximación teórica. Educar (37), 25-39.

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