Jorge Alberto Hidalgo Toledo
La creatividad más allá de la idea
La creatividad es más que una
idea alocada o una intuición inspirada. Más allá de ser una simple idea
novedosa o una vía original de resolución de problemas, es la conjunción de: 1)
conocimientos, 2) percepciones basadas en toda la información que rodea a una
situación, 3) los talentos propios, 4) las inteligencias múltiples, 5) los estilos
de pensamiento, 6) las motivaciones y 7) los rasgos de personalidad, 8) la
interacción con el entorno, 9) el grupo social, 10) los aspectos contextuales
socioculturales y 11) las influencias históricas (Gardner 1982; De Bono, 1992;
Corbalán, 2003;), que engranados todos, derivan en modo concreto, en la transformación
de una idea o teoría, la creación de un prototipo, la resolución novedosa de un
problema y/o el replanteamiento de una forma de ver el mundo.
Si la
creatividad sobrepasa la imagen del genio solitario con gran coeficiente
intelectual es justo porque tiene la capacidad de hacer de un objeto o una idea,
una verdadera transformación social. Y supera esta noción pues como señala el reconocido
historiador británico Arnold Toynbee: “El talento creativo es aquel que, cuando
funciona efectivamente, puede hacer historia en cualquier área del esfuerzo
humano” (Taylor, 1996: 16).
Bajo esa
visión holística y trascendente del talento creativo habría que preguntarse ¿qué
es entonces la creatividad?, ¿qué complejo engranaje de variables y factores
hacen que supere la concepción de una “idea nueva, apropiada y de alta calidad”
(Sternberg y Lubart, 1997: 18)?, ¿Qué factores intervienen para que del talento
y la personalidad creativa surjan ideas que transforman la sociedad? A
continuación se responden estas interrogantes analizando en modo crítico las
diversas acepciones y construcciones teóricas dejando ver el conjunto de
variables que intervienen en el proceso creativo para con ello plantear una
visión holística de la creatividad.
La creatividad como producto de una
compleja articulación de procesos sociales y rasgos de personalidad
Existen cientos de definiciones
de creatividad, aquellas que refieren a la facultad de crear (RAE, 2011), la originalidad,
la novedad, la alternativa, las asociaciones ingeniosas, curiosas, audaces y
arriesgadas para solucionar problemas, descubrir y comprender la realidad
(Rodríguez Estrada, 1998; Treviño, 2005; Waisburd, 1996). Carlos Alonso Monreal
(2000) refiere incluso a la dificultad por contar con una definición unitaria
por considerarse en muchos casos sinónimo de genialidad, originalidad,
inventiva, descubrimiento, fantasía e imaginación. Autores como Paul Matussek,
hablan incluso del desplazamiento del concepto de creatividad por el de “fuerza
o capacidad creadora” (Matussek, 1984).
Por su parte, Gilda Waisburd (1996) retomando a Taylor
clasifica las definiciones en seis grupos:1) Como gestalt o percepción: La recombinación de ideas para producir
nuevas. 2) Como producto terminado o
innovación: Es decir, el resultado de un trabajo, idea u objeto aceptado,
útil y que satisface a un grupo. 3) Como
expresivo: Al ser un proceso de cambio, desarrollo y evolución resultado de
la necesidad de expresarse, arriesgarse y contrastar con el conformismo. 4) Como lo psicoanalítico o dinámico: Estas
implican variables operantes permanentes de personalidad; por tanto
interaccionan el yo, el ego y el súper yo. 5) Como pensamiento orientado a soluciones: Son las que contemplan el
pensamiento divergente que desarrolla nueva información, encontrando
alternativas y soluciones. 6) Como varias:
Al ser difícil clasificarlas contempla en este rubro tanto las que hablan de la
relación subjetiva entre el hombre y el medio; como las que profundizan en la
creatividad genial, la auténtica y la ordinaria.
Considerando que en algunos casos la creatividad refiere al proceso, al
potencial, las condiciones o las capacidades innatas de las personas, Chacón
Araya hace notar que la construcción conceptual de creatividad está vinculada
al paradigma teórico que la respalda, así ubica 17 teorías y tradiciones: 1) la
psicoanalítica; 2) la perceptual de la Gestalt (se refiere al
pensamiento productivo y la solución de problemas); 3) la humanista (contempla los factores sociales e interpersonales); 4)
la factorial (estudia el
comportamiento creador por métodos experimentales y teóricos; 5) la neuropsicofisiológica (lateralización y
codificación de los hemisferios cerebrales); 6) la teleológica del acto creativo (contempla las exigencias en el nivel
teleológico en la actividad mental); 7) la
de vida y creación (enfocada en el ser
artístico); 8) la de la psicología analítica
y arte poético (muestra el enfoque anti-racional); 9) la de los procesos mentales preconscientes
(estudia la regresión al servicio del ego); 10) la del descubrimiento en el proceso creativo (da seguimiento a la labor
artística); 11) la de los enfoques
psicológicos de ciencia y creatividad (se centra en el proceso creativo);
12) la psicología de la creatividad
(relacionada con las diferencias individuales); 13) la del análisis de factor, intelecto y creatividad (analiza contenido,
operación y productos); 14) la de educación
y la creatividad (estudia los procesos del pensamiento creativo, las
cualidades de los productos y las personalidades creativas); 15) la de la creatividad e inteligencia (que verifica
la relación con el coeficiente intelectual); 16) la de base asociativa del proceso creativo (enfocada en el pensamiento
creativo y elementos de asociación); y 17) la teoría de la creatividad de Carl Roger (que enfatiza la unicidad
del individuo) (Chacón, 2005).
En la gran
mayoría de los casos, las definiciones desarrolladas por estos enfoques relacionan
la creatividad con las expresiones artísticas, filosóficas, científicas,
educativas y recientemente, empresariales.
Sin embargo, cuando en la construcción teórica de la
creatividad se amalgaman aspectos intrínsecos al individuo como biología,
inteligencia, personalidad, motivación, movimiento; y, extrínsecos como
educación, ambiente, procesos históricos
y contextos, el concepto toma un giro mayor al del resultado de las potencias y
capacidades innatas a las personas dejando entrever que la creatividad no
depende solamente de la masa hereditaria, el medio ambiente o la educación. Esta
perspectiva integral que valora lo psicológico, lo grupal, lo social, lo
cultural, lo histórico y lo pedagógico permite acercarse a la creatividad como
un bien cultural en constante evolución (Ferreiro y et al, 2008).
La
creatividad como señala Yamileth Chacón es un proceso, un producto, una
personalidad creativa y la suma de todos ellos. En primer lugar, el que se
considere la creatividad como una secuencia
de pasos y etapas, remite inmediatamente a la consideración de elementos
externos al sujeto como lo son las técnicas y las estrategias. En segundo
término, la acepción de producto
refiere a un esfuerzo personal o grupal, así como a la invención técnica y el
fruto de la realización. Tercero, la noción de personalidad creativa habla del comportamiento, el conocimiento, las
motivaciones, el pensamiento creativo (fluidez, flexibilidad, originalidad,
elaboración), las capacidades del sujeto, el plano cognitivo y las
inteligencias (práctica, analítica y sintética; verbal, matemática, espacio
temporal, abstracta), lo socio-emocional (la voluntad, la confianza en sí
mismo), lo educativo y el dominio de destrezas. Finalmente, la cuarta
consideración contempla la interrelación de todas estas variables (Chacón
Araya, 2005).
No obstante, ¿dónde quedan los elementos contextuales, los
avances históricos, las tecnologías y competencias científicas de la época?
Brian Winston a través de su modelo de producción e innovación tecnológica deja
ver que la creatividad a su vez, es la síntesis de otras variables como lo son:
1) el patrón histórico del cambio y del desarrollo de un producto, una idea o
un campo disciplinar en el cual ciencia/arte y tecnología/herramientas cruzan
sus caminos; 2) las competencias científicas de su tiempo; 3) los valores,
tradiciones y preocupaciones de la esfera social; 4) las ideaciones o fuerzas
mentales (la intuición, imaginación, voluntad); 5) los prototipos existentes y
creados al momento; 6) las fuerzas o coacciones que impulsan o inhiben el
desarrollo de las tecnologías; 7) los aceleradores o necesidades sociales
supervenientes; 8) las invenciones; 9) los frenos o leyes de supresión de una
potencialidad radical; 10) las transformaciones derivadas de la interacción
entre los contextos económicos, políticos, sociales y tecnológicos; y 11) los
productos derivados y los redundantes
(Winston, 2000).
Tal es el caso de la invención de Internet, que retomando
la idea de Toynbee sobre el talento creativo, ha hecho historia en todas las
áreas del esfuerzo humano modificando desde los ámbitos del comercio global, la
política, los métodos de enseñanza, el conocimiento colaborativo, la
comunicación sin fronteras y los modos de socialización y cortejo. Internet es
el resultado del perfecto engranaje de todas estas complejas variables como se
puede ver a continuación.
La invención de internet como producto, proceso y
personalidades creativas
La historia de Internet es la
historia cruzada del desarrollo de las computadoras y competencias científicas
como los logaritmos, el algebra boleana, la Teoría de la información e inventos
como las computadoras personales y los múltiples lenguajes de programación.
Es en 1960,
en concreto, cuando J. C. R. Licklider tuvo la idea visionaria de una “librería
del futuro” y una “red intergaláctica de computadoras” interconectadas a través
de sus textos: “Man-computer simbiosis” y “The computer as a communication
device”. Estos textos llevaron al investigador de MIT a dirigir la Oficina de
Técnicas del Procesamiento de la Información del departamento de Defensa en
Estados Unidos y a colaborar en la Agencia de Proyectos de Investigación
Avanzada, ARPA. Con esta visión en mente, desde ARPA se crearon centros de
excelencia en universidades permitiendo que múltiples personalidades creativas
trabajaran en los laboratorios de MIT, Stanford y SRI Internacional desarrollando
innovaciones movidos por un mismo fin.
El prototipo
de Paul Baran (envío de paquetes de información en modo descentralizado), la
tecnología desarrollada por Donald Davies para el British National Physical
Laboratory, la invención de ruteador
a cargo de la empresa de Bolt, Beranek y Newman (BBN) y el protocolo de
internet (TCP/IP) desarrollados por Robert Kahn y Vint Cerf, permitieron que en
1969 se conectaran las computadoras de los cuatro laboratorios de ARPA vía la
línea telefónica y cuatro años después existieran 40 nodos con enlaces
satelitales a Hawaii y Noruega. Algunas fuerzas intentaron suprimir esta
tecnología; tal es el caso de la International Standards Organization (ISO) que
presionó para la estandarización de su protocolo el Open Systems
Interconnection Initiative X.25 (OSI), pero fracasó porque la empresa comercial
Sun Microsystems se apropió rápidamente del protocolo TCP/IP, detonando con
ello la expansión de la red. (Russell, 2010)
La
articulación de la personalidad creativa de emprendedores solitarios, las
motivaciones cognitivas en conflicto entre usuarios y productores, el trabajo
colaborativo entre creadores/consumidores, la incorporación de las computadoras
en el mercado laboral, la negociación internacional de estándares, las fuerzas
políticas y económicas de supresión y control encontradas, el financiamiento
militar, corporativo e individual, la aparición de burós de servicio de cómputo,
y los spin-off como el correo
electrónico, los grupos de noticias, los tableros de avisos, las redes
académicas como BITNET, hicieron posible la creación de la invención técnica de
esta idea/medio de comunicación totalmente novedoso y transformador.
Como se puede ver en el caso Internet, no es posible
limitar la noción de creatividad (la invención o producción de algo nuevo) a la
capacidad única de una persona talentosa. Internet -como lo fue en su momento
la televisión, la radio, el cine, la fotografía y la imprenta- es resultado de
la integración de múltiples dimensiones, condiciones e interrelaciones
(Edwards, 2010)
El impacto de Internet como creación dejó de ser un
patrimonio personal y desde su inicio resonó en todas las esferas sociales
transformando como señala Gilda Waisburd (1996) los modos de ser y estar en el
mundo.
Bajo esta
óptica holística y trascendente, la creatividad tiene que ser vista como la
integración de variables personales, sociales, culturales y científicas que
derivan en la transformación social. Así, crear no sólo significa crearse y
recrearse; es portar y renovar de sentido la realidad.
Pero siendo críticos con esta posición holística no todas
las creaciones logran este nivel de impacto, ¿a qué se debe? Por un lado Mauro
Rodríguez Estada (1998) señala la existencia de tres niveles de influencia de
una creación valiosa: 1) a nivel de interés personal y familiar; 2) de
resonancia laboral y profesional; y 3) de creación trascendente y universal.
Así la valía va desde el círculo afectivo del creador hasta ser valioso para la
humanidad. Monreal (2000) lo atribuyen a los niveles de creatividad y Corbalán
(2003) a las personalidades creativas. Chacón (2005), citando a Csikszentmihalyi,
separa a las personas creativas en: 1) los que expresan pensamientos no
frecuentes; 2) los que experimentan el mundo de manera nueva y original; y 3)
los que realizan cambios significativos en la cultural.
Considerando estas posiciones tenemos el extremo de la
creación trascendental de Toynbee y los casos de creatividad inventiva que
pueden quedarse en la ingeniosidad realizada con algún material. Tal es el caso
de los flops[1].
Algunos ejemplos de estos fracasos son el Mega DVD, el Laser Disc, el monopatín
electrónico Segway, la agenda electrónica Apple Newton, el sistema operativo
gráfico Microsoft Bob. Gran parte del fracaso de estos dispositivos se debe en
parte a su flexibilidad, factibilidad o a que en el ambientes social y cultural
no existía la necesidad social superviniente.
Conclusiones
La creatividad es el resultado
de una compleja red de interacciones internas y externas. Aspectos como la
personalidad, la perseverancia, la confianza en uno mismo, la ambición, la
imaginación, la motivación, los conocimientos se interrelacionan con, la
oportunidad, el reconocimiento, la red de relaciones, el ambiente social,
cultural e histórico. El nivel de apertura del individuo (como sistema) a todas
estas fuerzas o variables determina si se ubica como creativo experto u
ocasional aficionado.
La creación dejará de ser un patrimonio personal para convertirse
en patrimonio de la humanidad en la medida que se dé la convergencia entre la
creatividad como forma de vida y la interacción con el entorno.
En los tres niveles de impacto (afectivo, social y
universal) podemos encontrar casos de éxito. La perfecta integración e
interrelación de variables se torna en motor cultural y de progreso. La simple
yuxtaposición puede derivar en una mera
ocurrencia o en un flop.
Es pues la creatividad un rasgo de personalidad, un
estilo de vida, una práctica, un proceso, un sistema y un producto. Es decir, un
complejo sistema de transformación social y personal.
Referencias
Casillas, M. A. (1999). “Aspectos
importantes de la creatividad para trabajar en el aula”. Revista digital de educación “Nueva época” Núm. 10,
julio-septiembre.
Chacón, Araya, Y. (2005). “Una
revisión crítica del concepto de creatividad” en Revista electrónica
“Actualidades Investigativas en Educación”, enero-junio, año/vol. 5. Núm. 001.
Universidad de Costa Rica, Recuperado el 4 de julio de 2011 en http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=44750106
Corbalán Berná, F. (2003). “Claves
para el desarrollo de la Creatividad personal”. Jornadas Europeas para la creación joven. VII Premio Internacional
TEA Ediciones 2003, Programa CREA. Recuperado el 4 de julio de 2011 en http://www.iacat.com/10-Sociopolitica/datos/CREATIVIDAD_TEXTO_BADAJOZ.pdf
De Bono, E. (1992). El pensamiento creativo: el poder del
pensamiento lateral para la creación de nuevas ideas. Buenos Aireas,
Argentina: Paidós
Edwards, P. (2010). “Some say the
internet should never have happened” en Russell Neuman, W. (Ed.), Media, Technology and society: theories of
media evolution. Draft Manuscript, Michigan: University of Michigan Press
Ferreiro, R., Mitjáns, A. Montesino,
L., Rodríguez, A., Romo, M. y Waisburd, G. (2008). La creatividad: un bien cultural de la humanidad. México: Trillas.
Gardner, H. (1982). Arte, mente y cerebro: una aproximación
cognitiva a la creatividad. Barcelona, España: Paidós
Guerrero, A. (1992). Curso de creatividad: Personal, científica,
gerencial. Buenos Aires, Argentina: El Ateneo Editorial.
Matussek, P. (1984). La creatividad: desde una perspectiva
psicodinámica. Barcelona, España: Herder
Monreal, C. (2000). Qué
es la creatividad. Madrid, España: Biblioteca Nueva
Real Academia Española (2001). “Creatividad”. En Diccionario de la Lengua Española (En
línea), Vigésima segunda Edición. Recuperado el 4 de julio de 2011, de http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=creatividad
Rodríguez Estrada, M. (1998). Manual de creatividad: los procesos psíquicos y el desarrollo.
México: Trillas
------------ (1997). El
Pensamiento creativo integral. México: McGraw Hill
Russell Neuman, W. (2010). “Theories
of media evolution” en Russell Neuman, W. (Ed.), Media, Technology and society: theories of media evolution. Draft
Manuscript, Michigan: University of Michigan Press
Sternberg, R. J. y Lubart, T. I.
(1997). La creatividad en
una cultura conformista.
Barcelona: Ediciones Paidós
Toynbee, A., (1996). citado en
Taylor, C. W., “Los potenciales de talento más grandes del mundo”. Revista Universidad de Guadalajara,
Dossier La atención a los niños sobresalientes, núm. 5, junio-julio,
Guadalajara, México: Universidad de Guadalajara.
Taylor, C. W (1969). “The highest
Talent Potentials of Man”. Gifted Child
Quarterly March 1969 vol. 13 no. 1 9-30. Recuperado el 4 de
julio de http://gcq.sagepub.com/content/13/1/9.full.pdf+html
Veraldi, G. y Veraldi, B. (1974). Psicología de la creación. Bilbao, España: Ed. Mensajero
Waisburd, G. (1996). Creatividad
y transformación: teoría y técnicas. México: Trillas
Winston, B. (2000). Media Technology and Society. A history:
from the Telegraph to the Internet. Nueva York, EUA: Routledge