Trabar batallas por la certeza - Hipermediatizaciones: Hiperconexiones y remediaciones entre signos y palabras

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Textos especializados en Comunicación Digital, Ciencias Sociales, Literatura, Poesía, Humanidades Digitales y Culturas Juveniles. Sitio personal del Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Expresidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, AMIC y Ex presidente del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación.

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sábado, 26 de abril de 2014

Trabar batallas por la certeza

Reflexión sobre El Discurso del método de René Descartes
Jorge A. Hidalgo Toledo



En un ambiente cultural en el que la duda ontológica –más allá de la teológica- sobre la realidad era patente; en el que se buscaba un rigor más laico del comportamiento y la naturaleza del mundo;  en el que el flujo mismo de las ideas, los astros y la geografía exigían principios demostrables a la luz de la experiencia de los sentidos que habían sido redescubiertos por las ciencias físicas y médicas del Renacimiento, ahí ubiquemos, pues, el golpe bajo a la estructura filosófica del mundo antiguo y medieval. En esa esfera y, en el centro mismo del corpus del saber del mundo, tracemos con punto fino y delicado, el nombre de René Descartes; el mismo que hizo posible el brinco evolutivo y puenteado, de la filosofía hipotética a la realidad evidenciada, analizada, sintetizada, enumerada, certificada y garantizada con el sello de certeza impuesto por la razón.

Hablemos pues de Descartes y sus ganas de vestir, humildemente, el saber de su tiempo con un sistema filosófico, pero sobre todo, con un método que garantizara verdades objetivas una vez que cada hombre haya detectado su esencia racional. 
El mismo Descartes muestra su preocupación por la falta de rigor del método escolástico; así podemos ver en la sexta parte del Discurso del método su crítica, objetivo y propuesta: “Nunca he visto que por el procedimiento de discusión, que se practica en las escuelas, haya sido descubierta una verdad de alguna importancia; todos tratan de vencer en la contienda, y más que del valor efectivo de las razones alegadas por una y otra parte, se preocupan de la apariencia; sin contar que los que han sido buenos abogados no por esto son mejores jueces” .
En esa obstinación por buscar la verdad en las ciencias, unificar y guiar la razón, duda del mundo e intenta (bajo una propuesta novedosa: la meditación personal) encontrar algo firme. Se apoyará en la matemáticas por sus atributo de certeza y evidencia, e irá recorriendo el mundo con el agudo filo del rabo del ojo intelectual. Afanado por ofrecer un recurso seguro, planteará sus cuatro reglas y sus cuatro máximas para una moral provisional, lo que con el tiempo, lo etiquetará como el “metodólogo” de la filosofía.
Sus consideraciones metodológicas, serán las que darán un lugar central al hombre en el mundo. Su premisa: “pienso, luego existo, era tan firme y tan segura que nadie podría quebrantar su evidencia”; su indubitable prueba ontológica, cobrará tintes metafísicos, cuando la pregunta por el ser sea rebasada por el camino descubierto para llegar a él. 
La razón previa al conocimiento, la idea innata, la estructura seminal de Dios en el hombre –muy propias de un autodidacta; de un hombre que exalta a toda letra su vida puramente intelectual, austera e impulsada por el saber- son miembros del trinomio que norma su investigación.
Su duda metódica, sospecha y encuentra la clave del misterio en el mismo pensamiento. Pensamiento en el centro del hombre; hombre en el centro del mundo. Soy idea, soy pensado, soy verdad… pero jamás la perfección…
Será la revelación del mundo por la luz natural de la razón y Dios que ha sembrado en el hombre la idea de lo infinito, lo finito y la existencia, que su misma idea del engaño y la falta de objetividad del mundo queda nulificada. 
Curioso método que en su primera fase de implementación ofrece ya una salida fácil a las preguntas que se formula. No obstante y pese a ello, resulta interesante la propuesta de Descartes por establecer conexiones dialogantes entre el cuerpo y el alma; entre la revelación, la fe, la razón y el saber. 
Su complejidad sistémica circula entre lo ontológico, lo moral, lo religioso, lo metafísico, lo lógico, lo filosófico y lo antropológico. Aunque la idea de Dios en el hombre y el hombre y lo pensable no dejan de estar en el corazón mismo de su obra, una revolución ha sido gestada. 
Una batalla “armada” contra la ignorancia (metodológicamente hablando) dio inicio con su obra. Conocer la verdad de las cosas, preocupará de ahora en adelante a todo hombre. Los instrumentos se han puesto sobre la mesa. La revelación misma, llegará por la razón. ¿Será quizá la glándula pineal el vértice por el que Dios hará escuchar su voz? No lo sé, aunque Descartes está convencido de que Dios fundirá la comunicación entre el alma y el cuerpo; entre el mundo y la razón.
El sentido y la sustancia se vuelven ahora la pregunta, mi pregunta: si Dios se encuentra detrás de todo, como Descartes lo plantea, ¿qué razón llevó a Dios a todo esto?, ¿cuál será la causa motora detrás de sus acciones?, ¿puede acaso, el método cartesiano, ayudar a su revelación? No lo sé, lo que sí me queda claro, es que el mismo Descartes posibilita la esperanza a mi duda en su discurso: “Quiero que se sepa que lo poco que he aprendido carece de valor, comparado con lo que ignoro y no desespero de aprender. A los que descubren la verdad en las ciencias, se les puede comparar a los jefes de los ejércitos cuyas fuerzas crecen en proporción a las victorias, que necesitan más esfuerzo para mantenerse después de la pérdida de una batalla que para tomar ciudades y provincias después de haberla ganado. Tratar de vencer todas las dificultades y todos los errores que nos impiden llegar a la consecución de la verdad, es trabar batallas con la ignorancia; y aceptar una falsa opinión relativa a una materia un poco general e importante, es perder una de esas batallas; y cuesta más trabajo volver al sitio que se ocupaba antes de la derrota, que hacer grandes progresos después de establecer principios inconcusos”. 

…Esperanza que como se ve, hoy me insta a buscar…

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