Distinciones en el Dogma, la Moral y el Culto entre el Cristianismo, el Islam y el Judaísmo.
Jorge Alberto Hidalgo Toledo
La naturaleza del monoteísmo (Introducción)
¿Qué es lo que
distingue una religión de otra?, ¿cuál es su naturaleza?, ¿en qué se fundamenta
y cómo distinguir sus diferencias? Y finalmente, ¿qué es lo que distingue al
Cristianismo de sus hermanos monoteístas el Judaísmo y el Islam?
Ante el incremento de la
necesidad del hombre por obtener respuestas existenciales a partir del camino
espiritual por el que ha optado, la pregunta que mueve este ensayo retumba en
mi interior con más fuerza todavía; y peor aún cuando en el diálogo cotidiano
surgen afirmaciones como: “Todas las religiones son iguales”, “No hay ninguna
fe verdadera”, “Tú vive tu fe como Dios te dé a entender”, “Lo que importa es
creer en algo, no importa en qué”, “Lo que importa es la religión no la
institución”…
Intentando
encontrar una luz a este problema, me propongo a lo largo de esta breve
reflexión indagar en tres aspectos fundamentales en la naturaleza de la
religión: el Dogma, la Moral y el Culto, para ver cuáles son algunas de las
diferencias entre las tres principales religiones monoteístas y responderme así
a la pregunta “si todas las religiones son iguales”.
Espero
que el lector encuentre igualmente una respuesta comprometida con una necesidad
existencial profunda y verdadera como lo es la inquietud moral de todo aquél
que busca en la religión una esperanza ante los problemas que aquejan a su
sociedad.
Encontremos
nuevamente, en la religión, una respuesta para –como afirma Juan Pablo II- “no
caer en la tentación del desaliento”[1]. Seamos
testigos de La Verdad y responsables con nuestra propia búsqueda, sólo así
nuestra esperanza será testimonio de una Buena Nueva. La tranquilidad que
ofrece la comunión con lo divino, sólo se produce cuando uno tiene claras las
razones que mueven aquello en lo que uno cree. Indaguemos pues cuál es el
fundamento y el corazón de nuestra vida espiritual y veamos si efectivamente
todas las religiones en el fondo son y dicen lo mismo.
En el corazón de la fe (Desarrollo)
En su más reciente libro (Fe, verdad, tolerancia) el Cardenal
Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, indaga
sobre el cristianismo y las religiones del mundo, cuestionándose ¿sino
constituye, en el mundo actual, un gesto de arrogancia intolerante proponer el
cristianismo como verdad y como camino de salvación?
Si
el cristianismo en el fondo no es más que una religión como cualquier otra,
¿qué es lo que la distingue del resto? El debate resultante de dicho planteamiento
es el que nos lleva a creer que efectivamente, no todas las religiones son
iguales.
La búsqueda de lo inesperado
Quienes hemos sido testigos del
incremento en las ofertas espirituales, podemos constatar, desgraciadamente,
cómo en su mayoría obedecen a un plan para destruir o debilitar a las distintas
religiones formales. No obstante, quien desconoce dichos intereses ulteriores,
se preguntará ¿qué relación y diferencia existe entre todas ellas si finalmente
todas están orientadas hacia lo mismo?
El
pluralismo religioso de nuestros días
sin duda se sostiene en una comprensión superficial de las religiones creyendo
que la diversidad también es parte de un camino de salvación. Este relativismo dogmático en un nuevo mundo
sin dogmas, afirma que todas las religiones son verdaderas o lo que es lo
mismo, que todas son falsas. Desde esta perspectiva, no tener una respuesta a
la pregunta planteada en este estudio, es afirmar que el fin de las religiones
ha llegado.
El
problema más grande nuestra época, apunta el Cardenal Ratzinger, es “Este
relativismo, que hoy, como sentimiento fundamental de la persona iluminada se
extiende ampliamente incluso dentro de la teología”[2].
Creer
que el cristianismo es en el fondo una religión como cualquier otra; una visión
de Dios a la europea; que sólo la fe cristiana puede salvar y las religiones no
serían caminos de salvación; o que el cristianismo está presente en todas las
religiones o viceversa; constituyen un camino equivocado en nuestra reflexión,
por ello es importante reconocer el sentido primario de la religión para poder
seguir las huellas intelectuales e interculturales que la verdad nos ha dejado
a lo largo de la existencia para que la podamos seguir.
De la naturaleza de la religión
Para dar razón de nuestra esperanza
es importante tener claro qué sentido tiene y cuál es el origen de la religión.
La
religión, según apunta Rafael Faria en su Curso
superior de religión, se puede tomar en dos sentidos: uno como “ciencia que
perfecciona nuestro entendimiento”[3] y “como una
virtud que perfecciona nuestra voluntad”[4].
Partiendo
de que la religión es una ciencia que ilumina nuestra inteligencia y una virtud
a trabajar es importante saber que, atendiendo a su raíz latina religare que significa “ligar, vincular,
atar”[5]; la religión
será ese lazo que nos unirá como hombres con Dios.
Bajo
esta perspectiva, la religión nos enseña el conocimiento de Dios, de los
deberes que nos ha impuesto y los medios que nos llevan a Él. De ahí que la
religión encierre tres elementos: el dogma, la moral y el culto.
“El Dogma que comprende las verdades que
debemos creer, La moral, las obras
que debemos practicar y el culto, los
medios con los cuales honramos a Dios y procuramos nuestra salvación”[6].
De
igual forma existen en el hombre tres facultades ligadas a la naturaleza de la
religión: el entendimiento o nuestra
capacidad de conocer que es perfeccionada por el dogma; la facultad de querer y
obrar que es la voluntad, que es
perfeccionada por la moral; y la facultad de sentir, que es perfeccionada por el culto.
Hasta
este punto pareciera que todas las religiones cuentan con un tronco común; sin
embargo, las distinciones se empiezan a dar en la articulación de las tres
características con relación a la manera como cada una nos permite conocer a
Dios.
Y
existen dos modos: por la razón y por
la revelación. La razón como luz natural que el mismo Dios nos ha dado para
conocer las cosas y la revelación como
manifestación hecha por Dios a los hombres. Esto nos lleva a distinguir dos
tipos de religión: la natural y la revelada.
Entendida
la natural como las verdades religiosas que el hombre puede conocer por la
simple luz de la razón, pero que no bastan para salvarnos, pues no conocemos ni
aceptamos lo que Él mismo se ha dignado en manifestarnos.
En
cambio, la religión revelada, nos
ofrece las verdades que Dios ha manifestado al hombre por conducto de la
revelación y que nos impone tres deberes: 1) aceptar las verdades que Dios nos
ha manifestado; 2) cumplir los mandamientos que él nos ha impuesto; y 3) acudir
a los medios de santificación que Él mismo nos ofrece para ayudar nuestra
debilidad.
La
revelación es muestra de que Dios no ha querido dejar al hombre abandonado, de
que busca librarnos del error, del vicio y de que busca conducirnos al bien supremo.
La
revelación es la gran distinción entre muchas de las religiones orientales –del
tipo natural, o que terminan siendo filosofías y formas espirituales de vida- y
las creadas por hombres.
De ahí
que sea importante profundizar en la revelación como esta forma extraordinaria
que tiene Dios de manifestar sus verdades e imponerlas para alcanzar la
salvación.
Así
podemos distinguir dos clases de revelación: la pública y la privada.
La pública es la que ha hecho Dios
directamente para utilidad de todo el género humano y las privadas, las que ha hecho a algunas personas para su utilidad
particular como es el caso de Santa Gertrudis o Santa Teresa de Jesús. Estas
últimas no forman parte de la fe, ni enseñan verdades nuevas sino que han sido
hechas para ilustrar las verdades ya reveladas.
A
través de la revelación, Dios ha manifestado: hechos históricos ligados a la
fe, verdades para nuestra salvación, para darnos a conocer el orden
sobrenatural, para perfeccionar nuestro entendimiento y para conocer con
certeza y sin mezcla de error la verdad.
Es en
la revelación donde se centra la naturaleza del monoteísmo, por ello es
importante entender que Dios ha manifestado muchas verdades de orden religioso
y moral, en el Antiguo Testamento por medio de los patriarcas y sagrados
escritores, y en el Nuevo, por medio de Jesucristo y los Apóstoles.
De
ahí que dividamos la revelación en primitiva,
mosaica y cristiana.
“a)
La primitiva es la hecha por Dios a
nuestros primeros padres y a los antiguos patriarcas hasta Moisés.
b)
la mosaica es la hecha a Moisés y a
otros escritores posteriores a él hasta Jesucristo.
c)
La cristiana hecha por medio de
Cristo y los Apóstoles.
La
revelación primitiva, la mosaica y perfeccionada sucesivamente,
en la cual <siempre se ha reconocido por autor al mismo Dios, y al mismo
Jesucristo por Salvador> (Bossuet).
La
Revelación cristiana en el dogma y en la moral y en el culto es
más perfecta que la primitiva y la mosaica y un grandioso complemento de éstas.
a)
En el dogma
encontramos en el cristianismo reveladas con toda claridad verdades que en la
religión antigua sólo fueron anunciadas en forma más o menos velada y
misteriosa. Tal, los misterios de la Santísima Trinidad, Encarnación y
Redención.
b)
En la moral
Cristo le devolvió al decálogo su primitiva perfección. Así volvió a establecer
la unidad e indisolubilidad del matrimonio, puntos que en la antigua alianza
habían sufrido derogación y menoscabo. Igualmente lo perfeccionó en cuanto
indicó el amor de Dios como motivo de todas nuestras obras; y en cuanto
adicionó los mandamientos con los elevados consejos evangélicos.
c)
En el culto
las ceremonias de la antigua ley no eran sino una sombra y figura de los
sacramentos y ceremonias de la nueva, muy especialmente del Santo Sacrificio de
la Misa, centro de toda la religión”[7].
Es importante tomar en cuenta los motivos de
credibilidad hacia el origen divino de la revelación ya que es evidente que
Dios no puede ser honrado desde el error, sino con la verdad; y esa verdad sólo
puede venir de Él mismo.
El
Cristianismo encierra, como ya dijimos, las verdades reveladas por Dios en la
antigua revelación mosaica, más las nuevas verdades reveladas por Cristo y los
Apóstoles. Las pruebas de la divinidad de dicha revelación las encontramos en
los milagros que obró Jesucristo, las profecías que se realizaron con su
manifestación histórica y la excelencia de su doctrina.
El Cristianismo y las otras religiones
Debemos
notar que las nociones de verdad que se encuentran en toda religión vienen en
parte del recto uso de la razón humana (religión natural) y en parte de la
revelación primitiva como es el caso del Judaísmo y el Mahometismo.
El
Judaísmo es la antigua religión revelada por Dios a Moisés, dogmas que el
cristianismo acepta. El error “más grave del judaísmo es el rechazo de la
divinidad de Jesucristo, a pesar de que en Él se realizaron todos los
vaticinios de los profetas de Israel referentes al Mesías; y de que Cristo
escogió al pueblo israelita para nacer de él y esclarecerlo con su vida y sus
milagros. El Judaísmo rechaza todos los demás dogmas cristianos: la Trinidad,
Encarnación, Redención, La Iglesia y la gracia”[8].
El
Islam por su parte es una mezcla de judaísmo, cristianismo y paganismo.
“Su Dogma
propone la existencia de un solo Dios personal, Creador del mundo y acepta la
creencia en los ángeles y los demonios. Enseña el más crudo fatalismo
religioso: todos los sucesos tienen lugar en cumplimiento de decretos ciegos e
infalibles. Acepta la existencia de profetas, seis principales: Adán, Noé, Abraham,
Moisés, Jesucristo y Mahoma. Jesucristo no es Dios ni Hijo de Dios. En el
último día todos los hijos del Islam se salvarán, e irán a un paraíso de
deleites sensuales. Todos los infieles, incluidos los judíos y cristianos se
condenarán.
Su moral,
prescribe la fe, oración, la limosna, el ayuno y la peregrinación a la Meca.
Tiene graves deficiencias: no se preocupa en ninguna forma de las virtudes
interiores. No hace caso de la pureza de costumbres, permite la poligamia, el
divorcio, el concubinato, autoriza el odio, la venganza y la violación de los
juramentos. Recomienda la guerra santa contra todos los que no son musulmanes y
el que muera en ella se salva y es considerado como mártir.
Los más graves errores del Islam están en que Mahoma se valió de falsas revelaciones para
legitimar su doctrina; los errores en su dogma y las deficiencias morales.
Religión y libertad religiosa (Conclusión)
La
religión, como el mismo Mircea Eliade lo resume, es un sistema, un pensamiento
articulado, una explicación del mundo “puesto que la religión es cosa humana,
es a la vez necesariamente cosa social, y cosa lingüística y cosa económicas-
pues no se concibe al hombre fuera del lenguaje y de la vida colectiva”[10].
No obstante, a que la religión es parte
integral de la vida humana, existe la confusión cuando hablamos de libertad
religiosa y se entiende mal lo que esta libertad significa.
“La libertad religiosa –dice el
Concilio Vaticano II- no significa que todas las religiones sean igualmente
buenas”[11].
Libertad religiosa no significa que uno pueda escoger la religión que quiera
con la misma indiferencia que se puede apuntar uno a un club deportivo, pues
hay una noción de moralidad tras esta elección. Las religiones no pueden ser
todas igualmente buenas, porque son contradictorias entre sí. Por eso libertad religiosa no significa que
dé lo mismo una religión u otra. Dice el Concilio: “el hombre tiene obligación
de buscar la verdad, y la verdad total se encuentra en la Iglesia Católica”[12].
No podemos
contentarnos con una verdad fragmentada.
Las medias verdades son las peores
mentiras, porque tienen apariencia de verdad. En otras religiones hay parte de verdad. Pero no la verdad total. Para que
una cosa sea buena, debe serlo
totalmente, no basta que sea parcialmente buena.
Todos podemos encontrar a
DioS
“Por fortuna “la raza de los que le buscan, de
los que van tras el rostro de Dios” (Salmo 24) no ha desaparecido de nuestra
tierra. Todavía hay gentes “de limpias manos y de puro corazón, que no han alzado su alma a cosas vanas ni
han jurado con mentira”; que aspiran subir al monte de Dios”[13].
El hombre
no puede ser coaccionado en materia religiosa; somos libres de practicar la
religión que en conciencia nos parezca bien. La religión es una práctica libre
y espontánea; exteriorización de la voluntad y resultado de una coacción
externa.
La religión como toda ciencia, debe ser
enseñada, nunca impuesta y contra la voluntad, por ello es importante saber
cuál es la naturaleza de la religión para entenderla en su justa dimensión.
Espero que la explicación brindada aquí
permita a todos los creyentes, dar cuenta y confianza de su fe.
Aunque la verdad es que el sincero
buscador de Dios no necesita complicados argumentos para encontrarle. Dios se
le manifiesta con transparencia íntima en la verdad de las cosas y en la
espontaneidad de los acontecimientos. Ya lo dicen las escrituras: “Si estáis
con el Señor, él estará con vosotros; si lo buscáis, se deja encontrar; pero si
lo abandonáis, os abandonará” (2 Cro 15, 2)[14].
BIBLIOGRAFÍA
·
ALONSO FERNÁNDEZ-CHECA, J. Felipe. Diccionario de Sectas, creencias y
religiones. Trigo Ediciones. Madrid, 1993.
·
Catecismo
de la Iglesia Católica, 2104, coeditores Católicos de México, México,
1992.
·
ELIADE, MIRCEA, Tratado
de Historia de las religiones. Biblioteca Era, México, 1992.
·
EQUIPO PEDAGÓGICO PPC, Libro básico del creyente, Promoción Popular Cristiana, Madrid,
1991.
·
FARIA, J. Rafael. Curso superior de religión. Dogma, moral y culto. Editorial
Voluntad LTDA, Bogotá, 1963.
·
Sagrada
Biblia, Versión directa de las lenguas originales, por Eloino
Nacar Fuster y Alberto Colunga Cueto. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid,
1973.
[1] ZENIT, La respuesta a la secularización, nueva
evangelización; pide el Papa, http://es.catholic.net/comunicadorescatolicos/576/1045/articulo.php?id=16217;
21 de abril 2004, 13:29 hrs.
[2] ZENIT, Las religiones, ¿son todas iguales?, http://es.catholic.net/ecumenismoydialogointerreligioso/392/63/articulo.php?id=16102;
22 de abril 2004, 15:35 hrs.
[3] FARIA, J.
Rafael. Curso superior de religión.
Dogma, moral y culto. Editorial Voluntad LTDA, Bogotá, 1963. p. 17.
[4] FARIA, J.
Rafael. Op cit. p. 18.
[5] ALONSO
FERNÁNDEZ-CHECA, J. Felipe. Diccionario
de Sectas, creencias y religiones. Trigo Ediciones. Madrid, 1993. p. 10.
[6] FARIA, J.
Rafael. Op cit. p. 19.
[7] FARIA, J.
Rafael. Op cit. pp. 25-26.
[8] FARIA, J.
Rafael. Op cit. p. 626.
[9] FARIA, J.
Rafael. Op cit. p. 627.
[10] ELIADE,
MIRCEA, Tratado de Historia de las
religiones. Biblioteca Era, México, 1992. p. 20.
[11] LORING,
Jorge, La verdadera Iglesia de Cristo, Conferencia pronunciada en el Cine
Avenida de cuenca en 1967. http://es.catholic.net/escritoresactuales/251/846/articulo.php?id=8897;
23 de abril 2004, 14:20 hrs.
[12] Catecismo de la Iglesia Católica, 2104,
coeditores Católicos de México, México, 1992. p. 527.
[13] EQUIPO
PEDAGÓGICO PPC, Libro básico del creyente,
Promoción Popular Cristiana, Madrid, 1991. p. 30
[14] Sagrada Biblia, Versión directa de las
lenguas originales, por Eloino Nacar Fuster y Alberto Colunga Cueto. Biblioteca
de Autores Cristianos. Madrid, 1973. p. 513.