Los medios como
difusores de la verdad
Jorge A.
Hidalgo Toledo
Verdad y representación. ¿La verdad como construcción gramatical; como consenso
significativo? ¿Qué es la verdad y cómo explicar su condición verdadera? ¿Cuál es su fundamento y sustancia?
Niceto Blázquez en su libro La nueva ética en los medios de comunicación: Problemas y dilemas de los informadores, da cuenta de uno de los ejes fundamentales de la Teoría General de la Información (TGI) e indaga en la denominada
"verdad informativa". Para ello explora la concepción tomista y realista de la verdad (por
ser Santo Tomás, quien culminara la sistematización de la reflexión metafísica de la Verdad) dada la capacidad de la mente humana para conocer y
aprehender la verdad y la posibilidad de difundirla a través de la acción comunicativa.
La Verdad según explica Blázquez, se revela al hombre en las
cosas, hechos, objetos y fenómenos de la vida. La propia naturaleza está facultada para conocer la realidad y
enjuiciarla. Es el juicio quien aprehende, compone, divide, define y enuncia,
identificando la verdad y falsedad de los hechos. La acción comunicativa, mediante el lenguaje y
sus signos, debe lograr adecuar los hechos, el mensaje emitido y recibido; es
ahí cuando hablamos de la verdad comunicativa.
La palabra es la vía para desvelar el ser real de las
cosas y los acontecimientos, la validez del lenguaje humano está en su capacidad para dotar de
significado lo real. He ahí el corazón de la afirmación de Heidegger, el logos como morada
del ser.
El hombre como "sujeto
hambriento de verdad" (Blázquez, 2002: 323), se sabe explorador de la realidad e insaciable
descodificador de los signos de la vida. Es en la complejidad de la realidad
donde el entendimiento humano se somete a pruebas para conocer el ser de las cosas y captar la verdad
como la esencia misma. Es pues, la verdad, la esencia de las cosas; es la
realidad el fundamento de la verdad. Y así lo afirman desde San Agustín, Boecio y Aristóteles: "lo verdadero es exactamente lo mismo que el ente" (Blázquez, 2002: 325); es aquello que es.
El entendimiento capta a través de los sentido al ente o la cosa; posteriormente lo define como algo indivisible. El ser
cognoscente asimila la cosa conocida, la enjuicia, la adecua, afirma, conoce y
comunica.
A fin de aclarar este proceso
de aprehensión de la verdad, a continuación se presenta un modelo que permite comprender las fases del entendimiento:
Diagrama 1
El proceso de la
aprehensión de la verdad
Fuente: Propia
basada en Blázquez, 2002
A todo ello, Blázquez nos dice que la verdad y lo
verdadero puede definirse de tres maneras: "1. Atendiendo a lo que precede a la razón de verdad y en lo que se funda lo verdadero. 2. Atendiendo a
aquello que realiza
formalmente la razón de verdadero y 3. Atendiendo al efecto
consiguiente" (Blázquez, 2002: 327).
Así nos ofrece un catálogo de definiciones de la verdad
pasando desde la atribuida a Isaac Israelí, la de Avicenas, San Anselmo, San Hilario y el mismo Santo Tomás. Queda claro entonces que la adecuación o inadecuación se da en el entendimiento; que lo
verdadero está más en el juicio que en las cosas. Ya lo
dice Blázquez: "La verdad y la falsedad no
tiene lugar propiamente hablando por relación a lo simple o incomplejo, sino en la
relación de adecuación o inadecuación entre el entendimiento y las cosas,
lo cual supone complejidad" (2002: 332).
De estar la razón de verdad en el entendimiento y no en
los sentidos ni en la cosa extramental ¿qué hay de las personas cuyo juicio no está formado, del lisiado o el incapacitado
mental?
Si "el concepto de vedad
supone siempre una adecuación o conformidad entre la facultad cognoscitiva y el ser real de las cosas
(...) Si la verdad es una afirmación o negación conforme a la realidad. La falsedad, por el contrario, es una afirmación o negación no conforme a la realidad. De donde
se sigue que la verdad y la falsedad no existen en las cosas, sino en el
pensamiento" (Blázquez, 2002: 331-332), ¿dónde se gesta el relativismo, en la
manipulación informativa, la deliberada inadecuación o en la intersubjetividad?
Si la verdad informativa
depende del entendimiento del Informador y su capacidad expresiva para
comunicar con suma adecuación los hechos y la realidad; y, el ciclo del entendimiento se completa
cuando el receptor vuelve a enjuiciar la realidad, ¿cómo identificar la falsedad en el proceso de mediación? ¿Existe la posibilidad la construcción de la mentira como un contexto
socio-cultural de significación premediación? ¿Es suficiente la formación profesional ética del comunicador para la divulgación de la verdad o, por el contrario, se
requiere de una alfabetización metafísica y mediáticas de las audiencias para que éstas puedan decodificar la verdad en toda acción comunicativa?
Jürgen Habermas en su texto Teoría de la Acción Comunicativa: Complementos y estudios previos, al explora la Teoría de la verdad, nos presenta dos teorías: la verdad como correspondencia y la
teoría consensual de la verdad.
La primera de ellas está soportada en la Teoría semántica de la verdad (la correcta
reproducción de estados de cosas en enunciados) lo
que reduce la verdad a la simple
invariabilidad de palabras, oraciones, emisiones, enunciados y afirmaciones. Así, lo verdadero es si refleja un estado de cosas y la afirmación de enunciados tiene que estar siempre
justificada. Es pues la verdad una redundancia al darse una constatación metalingüística que apela la correspondencia
entre lo observado y lo que es. Por tanto, toda pretensión de verdad debe discutirse y
defenderse para que sea reconocida o afirmada. Ante esta visión teórica de la verdad ¿no se caería en un empirismo y pragmatismo
radical? ¿Cómo demostrar aquello que se enuncia pero que no se puede justificar porque
la ciencia misma aún no cuenta con las herramientas para hacerlo?
Comunicar es pues, a la luz
de esta teoría, intercambiar pretensiones de validez, argumentaciones, compartir
contextos de acción y experiencia que sirvan para razonar o rechazar hechos y objetos de la
experiencia. La legitimidad informativa, por tanta se gana en la medida que los
argumentos dados por el periodista correspondan a los hechos, doten de sentido
el relato y con ello, logre representar en la mente del receptor lo real. El
territorio de la verdad es, según nos aclara Habermas, el ámbito del lenguaje. La verdad es un acto del habla. (Habermas, 1989: 118).
La segunda teoría, la Consensual de la verdad, es para
Habermas la conexión entre la Teoría crítica de la sociedad y la ética y, la soporta en tres tesis:
"1) La verdad como pretensión de validez que vinculamos con los actos de habla constitutivos. 2) Las
cuestiones de verdad sólo se plantean cuando quedan problematizadas las pretensiones de validez
ingenuamente supuestas en los contextos de acción. 3) En los contextos de acción las afirmaciones informan acerca de
objetos de la experiencia, en los discursos se someten a discusión enunciados sobre hechos. La idea de
verdad sólo puede desarrollarse por referencia
al desempeño discursivo de pretensiones de validez
(...) La verdad de una proposición significa la promesa de alcanzar un consenso racional sobre lo
dicho". (Habermas, 1989: 120-121). Como parte fundamental de las
pretensiones de validez los actos de habla deben regirse por la
inteligibilidad, verdad, rectitud y veracidad. Así, comunicar es buscar en modo
cooperativo la verdad.
¿Con esto no se caería en que la verdad es una construcción consensuada? ¿Quién determina la autoridad moral de los
sujetos discursivos? ¿Puede la verdad estar soportada en una acción dialógica, en la propiedad informativa, en
las habilidades argumentativas, en el desempeño discursivo, en competencias comunicativas?
Sin duda, tanto la pretensión de validez de Blázquez y Habermas se soportan en la
racionalidad y en los modos de captación de la verdad por el entendimiento, lo que lleva a preguntar ¿los distintos tipos de verdad son
producto de la subjetividad, intersubjetividad o a que la realidad guarda
diversos niveles?
Es importante hacer notar la
distinción de verdad que ofrece Blázquez cuando nos habla de la verdad
objetiva (la de la cosa) y la formal o subjetiva (producto del entendimiento).
En ese anclaje o reflejo intelectual de la cosa con el entendimiento está la clave de la objetividad
informativa. Es pues, función del medio un acercamiento certero del hombre con la realidad última del ser y de la vida, con la
realidad inmediata y actual.
La prioridad del medio no es
sólo la mediación sino sino una meta-aprehensión y conocimiento de la realidad. Está en el informador hacer apetecible la
verdad.
En la parte final del capítulo de Blázquez profundiza en la falsedad y para
su definición recurre a Aristóteles: "Falso se dice de aquello que parece ser lo que no es, o no ser
lo que es" (Blázquez, 2002: 344). Así mismo indaga en la veracidad como virtud moral del sujeto en acción y define la veracidad como
"adecuación o conformación de los signos expresivos, cualesquiera que ellos sean, con lo que sabemos
o pensamos de nosotros mismos y de todo lo que cae en el ámbito de nuestro conocimiento"
(2002: 350). Bajo esta premisa explora la presencia de la falsedad en la ética informativa ofreciendo diferentes
acepciones que se podrían categorizar de la siguiente manera:
0.
Falsedad ontológica o absoluta: en la medida que algo no se ajusta a
los cánones específicos que la inteligencia humana
consagra. Ya sea por razón del significado o de la causa. Es una falsedad por correspondencia.
1.
Falsas apariencias: aquellas cuya apariencia semejan a
otras pero no son.
2.
Falsedad en los sentidos o engaño: producto de l seducción de lo parecido captado por los
sentidos. Tiene lugar en tres formas: 1) Primaria y directamente; 2) Directa,
pero no primariamente; 3) Ni primaria ni directamente, sino de forma
accidental. Esto se manifiesta en la realidad virtual que magnifica lo que no
es pero parece ser.
3.
La Falsedad del entendimiento: la que se origina donde se forman los
conceptos de verdadero y falso. Cuando la realidad es tan compleja y al pasar
por el filtro del juicio el filtraje falsea la objetividad de las cosas.
4.
La Falsedad antiveraz: la que usa expresiones exageradas e
insuficientes, excesivas y a destiempo.
5.
La Falsedad semiológica: la que reduce todo a representaciones y altera la
significación; así no hay relación directa entre el signo y lo
significado.
6.
La Falsedad imprudente: aquella que se aleja de la verdad
negando lo que se sabe por no caer en la crudeza objetiva.
7.
La mentira: aquella falsedad expresada con la intención de engañar; falsificando de modo deliberado la
verdad formal. Tiene tres acepciones: 1) Enunciar algo falso; 2) Voluntad de
decir algo falso; 3) intención expresa de engañar a alguien. Resultando la Falsedad material, falsedad formal y la
falsedad efectiva.
8.
La jactancia: consiste en sobrepasar las linde de la verdad. Se
manifiesta en el ensalzamiento de uno mismo, al sobrestimar o exagerar la opinión que los demás tienen de uno; al hablar por encima
de lo que realmente vale algo. Sus formas concretas son la soberbia, vanidad,
arrogancia, prepotencia, autocomplacencia y autosuficiencia.
9.
La ironía: quedar por
debajo del nivel de la verdad. Es una mentira por exceso de palabras, gestos e
imágenes; enmarca la desinformación, la búsqueda de intereses personales,
prestigio social, subjetividad informativa, uso y abuso de la información y el secreto profesional.
10.
La mentira hipócrita: es una simulación. Consiste en usar signos buenos con la mala intención de hacerse pasar por bueno y veraz
ante los demás. Es una corrupción de la verdad. El engaño y la falsificación es la esencia de este aparentar y fingir.
11.
La mentira tolerable: se expresa en dos vías: 1) la mentira jocosa que tiene como
fin divertir y, 2) la oficiosa que opera en beneficio del prójimo o de uno.
Con todo ello se concluye que
la comunicación como exteriorización de lo que hay dentro del hombre debe guardar una proporción justa entre la objetividad o condición verdadera del hecho, la honestidad ética del emisor y la veracidad o
sinceridad con que se emiten y difunden los hechos. Por tanto hay una correlación entre verdad y justicia; entre
alteridad, comunicación y donación; entre equidad y honradez humana. Entre comunicación y confianza. Así nos dice: "Por el hecho de ser
una animal social, un hombre debe naturalmente a otro hombre todo aquello sin
lo cual la conservación de la sociedad serí imposible. Ahora bien, la convivencia humana no sería posible si los unos no se fían de los otros como de personas que en
su trato mutuo dicen verdad" (Blázquez, 2002: 351).
Así, comunicar es transmitir la verdad de
la vida; es difundir la justicia; es observar y difundir con rectitud los actos
para ampliar la condición virtuosa de lo humano.
Referencias:
Blázquez, N. (2002). La nueva ética en los medios de comunicación: Problemas y dilemas de los informadores. Madrid: Biblioteca
de Autores Cristianos BAC.
Habermas, J.
(1989). Teoría de la Acción Comunicativa: Complementos y estudios
previos. Madrid: Cátedra