Jorge A.
Hidalgo Toledo
El texto de CosÃo
Villegas explora a través de la figura de Vasconcelos la construcción de un
proyecto de nación que tuvo como espÃritu una polÃtica cultural populista,
indigenista y contradictoriamente dominante.
Pareciera que el
asumir un espÃritu de orden socialistoide para sustentar el populismo y el
indigenismo del muralismo mexicano, se tuvo que posicionar como una ideologÃa
dominante con herramientas y estrategias de difusión muy similares a lo que
tanto criticaba.
En la visión de
Vaconcelos como en la de CosÃo Villegas, se percibe claramente el enfoque
mesiánico desarrollista propio del racionalismo de la modernidad, en el que la
educación será vista como la clave para eliminar la pobreza y la ignorancia.
El indio como el
pobre, miembros de un clan marginado, serán tema del arte, cuando se exalten
sus virtudes y logros.
La revolución dio
como consecuencia la pérdida provisional de las fuentes de sustentación
cultural. Surgió en las élites el interés por descubrir la esencia o la
naturaleza del paÃs, interés limitado durante la dictadura. Se dio un culto por
las instituciones.
Vasconcelos elaboró
un plan de salvación/regeneración de México por medio de la cultura. Su máxima:
educar es poblar. El analfabetismo será el enemigo, las escuelas rurales y los
centros culturales establecerán un nuevo vÃnculo nacional: la educación. “El
arte es la única salvación de México, dice Romain Rolland. Si los mexicanos
aprenden a leer y a vivir, se habrán inmunizado contra los peligros del
exterior. El plan de Vasconcelos consistÃa en:
La
educación concebida como actividad evangelizadora a través de las misiones
rurales que predican el alfabeto y despiertan una efectividad y conciencia
cultural
Campañas
contra el analfabetismo. Trajo consigo la fe en el libro, la fe en la
biblioteca, la escuela rural, la instrucción básica como rudimentos de historia
y geografÃa,, la enseñanza de elementos de higiene y medicina moderna, auspicio
a las artesanÃas locales.
Difusión
y promoción de las artes. Se funda un Departamento de Bellas Artes para
multiplicar el entusiasmo por la pintura, la escultura, la música y el canto.
Recupera los festivales de música y danzas populares.
Establece
el primer contacto cultural programado con el resto de Hispanoamérica. Su
confianza en el mestizaje cultural y racial, unificado por la tradición, el
deseo de comunicar internamente a un pueblo a través del arte y la experiencia de los clásicos.
La
incorporación de la minorÃa indÃgena a la nación a través de un sistema escolar
nacional. Los dialectos indÃgenas no pueden ser instrumento educativo, deben
eliminarse en beneficio del idioma español.
El
redescubrimiento, la difusión y el patrocinio de las artesanÃas.
El nacionalismo
cultural reaparece en México precedido o estimulado por la lectura de La
decadencia de Occidente de Spengler, por el abatimiento de la fe en el
desvastado ideal de Europa, por las reacciones a la influencia creciente de
Estados Unidos. También, al nacionalismo cultural lo desata y lo configura la
realidad polÃtica y el texto de la Constitución de 1917.
Lo indÃgena es lo
nacional. No hay uno, hay muchos nacionalismos culturales. La fase estética es
la fase superior de la humanidad, la estética es superior al conocimiento
racional, para avanzar hay que crear una “estética bárbara” que supere la
decadencia y afirme el vigor del mundo nuevo. Lo importante es producir
sÃmbolos y mitos, imaginar un pasado heroico y hacerlo habitable.
La mexicanidad de
sus temas y el nacionalismo es el EspÃritu apoderándose y transfigurando una
colectividad..
La Escuela Mexicana
de Pintura y la Novela de la Revolución son contrapunto de la realidad
mexicana. El muralismo se convierte en la expresión más consecuente de un
designio: otorgarle forma significativa al movimiento armado. Este reflejó el
credo humanista y la épica de la Revolución, su teorÃa de la Raza Cósmica:
América Latina es el porvenir del género humano; adquirir conciencia
bolivariana es descifrar el sentido del cosmos.
El muralismo se
nutrió de un populismo, sentimental y declamatorio al descubrir el presente y
el pasado de México; fue también una invención, una proyección publicitaria,
aunque intentó reflejar la expresión esencial, auténtica de la tierra.
El muralismo
propicia, arrogancia y conformismo; además de la paradoja de temas sublevantes
de la extrema izquierda patrocinados económicamente por un Estado capitalista.
La paradoja se resuelve:
La
enseñanza de la historia y de la conciencia de clase es aparatosa y es
superficial.
A nadie
ha amedentrado el fetichismo del puño cerrado en la pared.
El
muralismo es un compromiso público del Estado, que sigue reconociendo
oficialmente todos los dÃas, su carácter de heredero de un proceso
revolucionario, demagógico y realista.
Procura
un amplio respeto por los públicos a la
idea del arte.
La escuela mexicana
de pintura, nos trajo mitologÃas y mitomanÃas, didácticas y estéticas.
Los muralistas
tradujeron la confianza racional en el progreso en un vislumbramiento de masas
que avanzan, en el proletariado que hace la historia la cobrar conciencia de
clase.
Los partidarios del
nacionalismo cultural se van enfrentando al aprovechamiento inmediato de su
mÃstica, que se traduce en apoyos o consagraciones del aparato polÃtico en
turno.
La generación del
29 no es sino la escapada romántica que resume, en el principio de la
estabilidad, el descontento y la humillación sentimentales de las clases
medias; lo que termina siendo una versión caricaturesca del primer
nacionalismo.