Cine y virtualidad - Hipermediatizaciones: Hiperconexiones y remediaciones entre signos y palabras

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Textos especializados en Comunicación Digital, Ciencias Sociales, Literatura, Poesía, Humanidades Digitales y Culturas Juveniles. Sitio personal del Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Expresidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, AMIC y Ex presidente del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación.

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lunes, 14 de abril de 2014

Cine y virtualidad

Jorge Alberto Hidalgo Toledo


Hablar de cine de ficción parece un acto redundante, pues ¿qué no acaso el mismo cine es un acto de virtualidad? Me explico: Cada vez que nos adentramos en una sala cinematográfica, apagan las luces y se inicia la proyección, nuestra psique se deja seducir y la función sugestiva de la cinta empieza a operar sobre nuestra condición humana. En ese instante, habrá quienes en verdad se sientan transportados a la Grecia Clásica y otros, no dudarán ni un segundo de la verosimilitud de las emociones expresadas por un androide. Cuando esto ocurre, el cine ha creado en nosotros un espacio virtual o paralelo cargado de significados ajenos al mundo sensible, casi como ocurre con los sueños; pero cuidado con el engaño, pues la naturaleza de lo onírico, es otra.
Esta condición particular del cine en la que todo lo que toca lo convierte en ilusión, es la que ha llevado a filósofos y semiólogos de la imagen a cuestionarse sobre lo que es en sí la realidad.
En términos filosóficos y fenomenológicos, podríamos definir la realidad como todos aquellos objetos, fuera de nosotros, que nuestra subjetividad percibe como sensibles, o posibles de captar por los sentidos; aparentes –porque han hecho acto de presencia ante nosotros; superficiales –porque se ubican sobre el manto del tiempo y el espacio; y profundos –porque cuentan con un referente físico que va más allá de su simple nombre.
Distingamos pues, que gracias a esa información que los objetos le proporcionan a nuestra mente (llámese realidad objetiva) se genera un diálogo que concluye con la aprehensión y comprensión de la realidad (es decir, realidad subjetiva). Con estas dos realidades en mente, volvamos a nuestro tema y hagamos nuevamente la pregunta que nos trae a este foro: ¿qué tipo de realidad nos muestra el cine de ficción?
Técnica y perceptivamente el cine funge como un espejo y nos muestra una serie de imágenes que han sido calcadas fielmente de la realidad; con ellas y en función de nuestro contexto personal y cultural, nuestro cerebro las convierte en signos y símbolos que posteriormente habremos de decodificar para con ellos crearnos un mundo virtual cargado de significados.
Siendo así, lo que vemos objetivamente resulta ser un engaño, “algo que es, pero no es”; mientras que subjetivamente nuestra mente nos ha hecho testigos del poder fantasmal de la materia.
Ahora bien, si toda imagen ya por naturaleza es una ilusión; ¿qué ocurre con el cine de ficción que en su contenido explora, además,  lo que no es pero que podría ser?
En ese caso, se vuelve todavía más difícil para nuestra mente separar el código del mensaje, lo que se traduce en el espectador como incertidumbre o estimulación creativa.
El cine de ficción se vuelve bajo esta óptica: un generador de ideas, una abstracción y simbolización de la realidad, más que la realidad misma. Cuando vemos en la pantalla blanca la imagen de un robot llorando –como fue el caso de Blade Runner o  Inteligencia Artificial- realmente no vemos frente a nosotros una máquina con sentimientos; en ese momento, lo que nuestra mente percibe, es la pregunta de qué es lo que hace a los hombres ser lo que son. Si una máquina puede llorar, entonces las emociones no son exclusivas de la especie humana. De igual forma, una nave atravesando la galaxia, no es traducida en nuestra conciencia como un objeto surcando el cielo sino como el rompimiento del paradigma de que todo lo que sube tiene que bajar.
La virtualidad es en sí un mapa para descifrar la realidad desde el mundo de lo simbólico; no de lo onírico, pues el sueño carece de sintaxis; es decir, de lógica, de estructura, de orden. El cine de ficción, por el contrario, posee una gramática complejamente elaborada para que todo objeto que ahí se presente guarde fidelidad y empatía con la realidad. Paradójicamente, tanta fidelidad a los adelantos científicos y sus más novedosas hipótesis, son las que hacen que la realidad sea superada.

Si el diálogo que establece el hombre con la realidad es lo que llamamos conocimiento; habría que lanzar una nueva pregunta para dar continuidad a este debate: ¿cómo debemos llamar al diálogo que establece nuestra mente con lo que aún no conocemos? Pues esto es lo que está ocurriendo cada vez que contemplamos con asombro, una cinta de ficción.

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