Hablar de cine de
ficción parece un acto redundante, pues ¿qué no acaso el mismo cine es un acto
de virtualidad? Me explico: Cada vez que nos adentramos en una sala
cinematográfica, apagan las luces y se inicia la proyección, nuestra psique se
deja seducir y la función sugestiva de la cinta empieza a operar sobre nuestra
condición humana. En ese instante, habrá quienes en verdad se sientan
transportados a la Grecia Clásica y otros, no dudarán ni un segundo de la
verosimilitud de las emociones expresadas por un androide. Cuando esto ocurre,
el cine ha creado en nosotros un espacio virtual o paralelo cargado de
significados ajenos al mundo sensible, casi como ocurre con los sueños; pero
cuidado con el engaño, pues la naturaleza de lo onÃrico, es otra.
Esta condición particular del cine en la
que todo lo que toca lo convierte en ilusión, es la que ha llevado a filósofos
y semiólogos de la imagen a cuestionarse sobre lo que es en sà la realidad.
En términos filosóficos y
fenomenológicos, podrÃamos definir la realidad como todos aquellos objetos,
fuera de nosotros, que nuestra subjetividad percibe como sensibles, o posibles de captar por los sentidos; aparentes –porque han hecho acto de
presencia ante nosotros; superficiales
–porque se ubican sobre el manto del tiempo y el espacio; y profundos –porque cuentan con un
referente fÃsico que va más allá de su simple nombre.
Distingamos pues, que gracias a esa
información que los objetos le proporcionan a nuestra mente (llámese realidad
objetiva) se genera un diálogo que concluye con la aprehensión y comprensión de
la realidad (es decir, realidad subjetiva). Con estas dos realidades en mente,
volvamos a nuestro tema y hagamos nuevamente la pregunta que nos trae a este
foro: ¿qué tipo de realidad nos muestra el cine de ficción?
Técnica y perceptivamente el cine funge
como un espejo y nos muestra una serie de imágenes que han sido calcadas
fielmente de la realidad; con ellas y en función de nuestro contexto personal y
cultural, nuestro cerebro las convierte en signos y sÃmbolos que posteriormente
habremos de decodificar para con ellos crearnos un mundo virtual cargado de
significados.
Siendo asÃ, lo que vemos objetivamente
resulta ser un engaño, “algo que es, pero no es”; mientras que subjetivamente
nuestra mente nos ha hecho testigos del poder fantasmal de la materia.
Ahora bien, si toda imagen ya por
naturaleza es una ilusión; ¿qué ocurre con el cine de ficción que en su
contenido explora, además, lo que no es
pero que podrÃa ser?
En ese caso, se vuelve todavÃa más
difÃcil para nuestra mente separar el código del mensaje, lo que se traduce en
el espectador como incertidumbre o estimulación creativa.
El cine de ficción se vuelve bajo esta
óptica: un generador de ideas, una abstracción y simbolización de la realidad,
más que la realidad misma. Cuando vemos en la pantalla blanca la imagen de un
robot llorando –como fue el caso de Blade
Runner o Inteligencia Artificial- realmente no vemos frente a nosotros una
máquina con sentimientos; en ese momento, lo que nuestra mente percibe, es la
pregunta de qué es lo que hace a los hombres ser lo que son. Si una máquina
puede llorar, entonces las emociones no son exclusivas de la especie humana. De
igual forma, una nave atravesando la galaxia, no es traducida en nuestra
conciencia como un objeto surcando el cielo sino como el rompimiento del
paradigma de que todo lo que sube tiene que bajar.
La virtualidad es en sà un mapa para
descifrar la realidad desde el mundo de lo simbólico; no de lo onÃrico, pues el
sueño carece de sintaxis; es decir, de lógica, de estructura, de orden. El cine
de ficción, por el contrario, posee una gramática complejamente elaborada para
que todo objeto que ahà se presente guarde fidelidad y empatÃa con la realidad.
Paradójicamente, tanta fidelidad a los adelantos cientÃficos y sus más
novedosas hipótesis, son las que hacen que la realidad sea superada.
Si el diálogo que establece el hombre
con la realidad es lo que llamamos conocimiento; habrÃa que lanzar una nueva pregunta
para dar continuidad a este debate: ¿cómo debemos llamar al diálogo que
establece nuestra mente con lo que aún no conocemos? Pues esto es lo que está
ocurriendo cada vez que contemplamos con asombro, una cinta de ficción.