Notas desde el encierro imaginario 16 - Hipermediatizaciones: Hiperconexiones y remediaciones entre signos y palabras

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Textos especializados en Comunicación Digital, Ciencias Sociales, Literatura, Poesía, Humanidades Digitales y Culturas Juveniles. Sitio personal del Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Expresidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, AMIC y Ex presidente del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación.

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sábado, 11 de abril de 2020

Notas desde el encierro imaginario 16


La soledad es una ojera

“Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.”
(Silencio, Octavio Paz).

Desde hace cuatro semanas el mundo es otro. El mundo resuena con el eco propio de la soledad. El organillero que toca sin público en el Zócalo; el trompetista que recorre las calles de la colonia Roma en espera de que alguien le arroje una moneda del balcón; el niño que canta en la azotea mientras los demás contemplan desde el otro lado de la calle.
            Circulan pronto los videos de cuerpos envueltos en fundas de plástico, encerrados en contenedores y arrojados a fosas comunes; morgues que se desbordan en varias partes del mundo; entierros temporales; fotos de cajas de cartón para enterrar a los pobres en Guayaquil; post de hospitales en los que los médicos son el brote de contagio y los familiares de fallecidos dan golpizas a enfermero. Otro silencio florece.
            Afroestadounidenses y latinos sufriendo un impacto mayor por la pandemia en Nueva York; ancianos que se enfrentan a peores condiciones de salud en Italia y en España; la falta de acceso a servicios públicos de sanidad en regiones de América Latina. Hoy la vulnerabilidad ante el virus no es racial ni etaria sino de las otras inequidades sociales que se están evidenciando. Otro silencio más que florece.
            Más trabajo, menos seguros, menos información, menos ahorros, más desempleos, menos documentación, más desproporción. Un silencio más en el racimo.
            Hijos que contagiaron a sus padres; amigos que no asistieron a los funerales por el confinamiento; gente que no duerme desde hace dos semanas; enfermos sin acceso algún seguro y con la posibilidad de terminar muriendo en la sala de su casa; personas que viviendo al día ya agotaron los tres mil pesos que tenían de ahorros. Otro silencio que recorre la línea del teléfono.
            Desde hace cuatro semanas el mundo es otro y la pregunta no deja de confrontarnos: ¿qué tipo de herida nos habrá de quedar después de esta pandemia? ¿qué tipo de deterioro nos habrá de provocar? ¿Qué secuelas dejará en nosotros el confinamiento? ¿Qué será de nosotros cuando todo esto haya terminado? ¿Cómo será el mundo después de la pandemia? ¿Qué será lo primero que hagamos cuando todo haya terminado? ¿Será posible hacerlo?
            Desde hace cuatro semanas el mundo es incertidumbre total para nosotros. Nos sabemos frágiles ante el futuro. Nos encantaría tener un destino trazado para sentir la sensación de seguridad y certeza. Nos encantaría sentir que hay un resultado posible. Que la densidad del mundo permite de pronto elevar la cabeza y sentir el aire fresco de algo seguro.
            Hoy no hay probabilidad certera en el ambiente. La expectativa se ha vuelto amenaza permanente. No sabemos qué futuro están planificando para nosotros quienes toman decisiones en los estados. Nosotros mismos no sabemos qué impacto tendrán las decisiones que tomamos hace algunos meses con relación al futuro que viene.
            El ambiente hoy es paradójico, el clima está enrarecido. Lo fallido de algunas decisiones gubernamentales en tiempos de escasez todo lo vuelven amenaza. La vaguedad lo vuelve todo difuso. La falta de médicos, la carencia de recursos, la ausencia de liderazgos, la escasez de legitimidad de ciertos actores e instituciones roban profundidad a las respuestas planteadas.
            Nos movemos en los márgenes de la incertidumbre. Nuestro intervalo de confianza es reducido.
            El silencio se cosecha en racimos. ¿Cómo prepararnos al futuro que viene? La avalancha viene en descenso. ¿Seremos como los gatos que habremos de lamernos la misma herida aun cuando ya haya sanado porque no sabemos si se volverá a abrir?
            Hoy se plantean políticas económicas y sanitarias para combatir la pandemia. Habrá que empezar a plantear las políticas sociales y humanas para hacerle frente y superarla.
            Desde hace cuatro semanas el mundo es otro. Los juegos del azar son la nota constante. La indeterminación busca ocupar el lugar de certidumbre. Las opiniones sustituyen a los hechos. Los sesgos se exponen como concluyentes. Lo tentativo lo promueven como definitivo y significativo. Nos encontramos ante el reality show de lo espectacular, pero no de lo certero.
            Para los futuros probables hay que tomar todos los contextos de validación. Para minimizar el riesgo hay que involucrar todas las probabilidades conocidas y contemplar las desconocidas.
            ¿De qué tamaño será la herida? ¿Cuánto nos tardaremos en sanarla? ¿Cuánto nos llevará sanarnos? Hoy, muchos se sienten heridos. Pero siempre viene la restauración.






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