Cuidaré la casa de mi padre
“Defenderé
la casa de mi
padre.
Contra los lobos,
contra la sequÃa,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa
de mi padre.
Perderé
los ganados,
los huertos,
los pinares;
perderé
los intereses,
las rentas,
los dividendos,
pero defenderé la
casa de mi padre.
Me quitarán las
armas
y con las manos
defenderé
la casa de mi
padre;
me cortarán las
manos
y con los brazos
defenderé
la casa de mi
padre;
me dejarán
sin brazos,
sin hombros
y sin pechos,
y con el alma
defenderé
la casa de mi
padre.
Me moriré,
se perderá mi alma,
se perderá mi
prole,
pero la casa de mi
padre
seguirá
en pie”
(LA CASA DE MI
PADRE, Gabriel Aresti , 1963)
Desde hace tres semanas el mundo es otro. El mundo de hoy es un espejo
de lo que será el mañana: economÃas golpeadas, guerras energéticas debatiéndose
en las mesas de negociaciones; maquiladoras que no frenan produciendo los
insumos necesarios; sistemas de salud poniendo a prueba las capacidades del sistema;
control social y vigilancia en lÃnea para los que siguen en el encierro;
movilidad limitada solo para lo mÃnimo necesario; fronteras cerradas emulando
los muros tan deseados; paÃses que se contraen asumiendo posiciones
ultranacionalistas para defender su economÃa.
El mundo desde hace tres semanas ya es otro, pero ya lo veÃamos venir.
PolÃticas de estado de desprecio al diferente; populismos extendidos
disfrazados de izquierdas solidarias; grupos de ultraderecha buscando el
regreso de modelos sociales ultraconservadores; expansión del tecno capitalismo
y sus brazos de hÃper conglomerados multiplicándose en modo de apps; contagios
industriales afectando a negocios y empresas que no pueden soportar la
inestabilidad económica y de gobernabilidad.
El Covid-19 es la metáfora de la Crisis del sistema. Detrás de cada caso
de contagio se evidencian otros problemas sociales como inseguridad, desempleo,
gobernabilidad. La pandemia desafió a todas nuestras instituciones: la familia,
la educación, las iglesias, la banca, las industrias culturales y mediáticas...
La velocidad de propagación del virus fue excepcional. No solo por la
lógica exponencial de los contagios sino por los múltiples sectores que se
vieron trastocados e inmovilizados por las medidas sanitarias.
La verdadera enfermedad que empieza a transmitirse es la de la
deshumanización.
Hoy hay un mundo que se narra desde casa. Uno que se visualiza
conectado, tratando de seguir el ritmo desde las pantallas. Otro que se
criminaliza desde los llamados colectivos en foros y redes para articular
saqueos y robos a tiendas departamentales, no por hambre sino para abastecer su
racionalidad criminal; por ello van por televisores y electrodomésticos no por
despensas o alimentos. Una tercera historia es la de aquellos que en medio del
riesgo de contagio siguen en la calle produciendo, moviendo y circulando para
que el sistema no se caiga. Otros son los que detrás de una irresponsable
resistencia siguen viajando, visitando bares clandestinos y restaurantes que
hacen caso omiso a las indicaciones de salubridad.
El mundo desde hace tres semanas es otro. Algunos empezamos a sentirnos
como parte de la trama de La trinchera
infinita. Aquella cinta ganadora de los premios Goya en 2019 que narra la
vida de un hombre que vivió oculto por más de treinta años entre los muros de
su casa después de que empezara la cacerÃa de brujas de republicanos y
sindicalistas durante la guerra civil.
Muchos, como Higinio –el protagonista- empezamos a vivir en el encierro,
entre paredes. Como él estamos empezando a cavar todos los dÃas ese escondite
para mantenernos a salvo del sistema que se está gestando allá afuera.
Algunos como Rosa, su esposa, tienen la posibilidad de tener un pie
fuera de casa y simular una vida normal pero siempre con el riesgo de ser
delatada por algún vecino, o violada por algún corrupto militar. El miedo al
hombre y lo que provoca el sistema en él, es lo que se evidencia en esta cinta.
El riesgo de esta crisis es que algo similar pueda ocurrir. Hombres que
devoren a los hombres. Lobos que arrojan a los más viejos al frente de la
manada por si el enemigo ataca sean los primeros en caer.
El sistema ya los empezó a mandar a las vanguardias. En Italia, España y
Alemania ya se encuentran despojándolos de camas y respiradores artificiales
para darlos a los jóvenes que pueden servir más al sistema.
La crisis económica está evidenciando una fuerte crisis de valores y de
humanidad.
Higinio vivió treinta años entre muros soportando el paso del mundo
acompañado de su esposa que lo referÃa en el pueblo como desaparecido y lo
abastecÃa de vÃveres y amor mientras él se mantenÃa escondido con un par de
libros, unas velas y un orinal.
Asà como Rosa que remendaba prendas para subsistir, los médicos del
mundo intentan zurcir el sistema para no dejar a nuestros viejos morir
Los tiempos del lobo han llegado y hay que cuidarnos. Vecinos que
delatan si te escuchan toser. Bancos depredadores que podrán quedarse con los
bienes de deudores. Empresas injustas que elevan precios por sacar provecho de
la crisis explotando a sus trabajadores. Cámara que nos vigilan todo el dÃa. El
individualismo puede ser el peor de nuestros males. La economÃa por encima de
lo humano. Ese es el verdadero virus.
Desde hace tres semanas el mundo es otro. Su verdadero rostro ya afloró.
Los malos se hicieron peores y los buenos corren el riesgo del contagio.
Las medidas de higiene hoy también deben ser morales. Debemos de cuidar
que la tragedia y el desastre no ocupe las camas de nuestros padres y nuestros
abuelos. Está en nosotros defender la casa del padre; perder un brazo o una
pierna si es necesario para que nadie en este hogar salga vencido.
Sobrevivir a los fallos del sistema con inteligencia y mucha ética. Que
nadie se torne en estadÃstica. Que a ninguno de nuestros ancianos ni enfermos
le arrebaten una cama de hospital. Las vidas no las salvará en Sistema sino la
gente misma. La sana distancia debe ser entre cuerpos que puedan infectarse, no
entre humanos que se alejan entre sÃ.
El mundo desde hace tres Semanas es otro. Humanos hoy pueden salvar a
humanos y sistemas. Personas con nombre y apellido, dispuestas a defender la
casa de su padre de los lobos, la sequÃa y de todas las injusticias que están
por venir…