Reflexión sobre El Ser, nombre primario de Dios en San Buenaventura
Jorge Alberto Hidalgo Toledo
Del paganismo al cristianismo que busca en la razón y en la experiencia helénica, formas nuevas de pensar lo que muchos consideran impensable: a Dios. Es ahí, en esa actualización de la pregunta primaria de Parménides: ¿Qué es aquello que da origen a las cosas?, donde podemos encontrar los antecedentes de San Buenaventura. Mientras en la resolución de Parménides, descubrimos una gran contribución a la filosofía: una estructura lógica y ordenada para comprender el cosmos, el principio de identidad; en Buenaventura, vemos la forma particular de lo informe; el nombre preciso del innombrable; las categorías de ser de aquel que es, sin ser como nosotros.
Ser y no ser, esas aparentes caras de una misma moneda, serán las guías constantes que nos permitirán desglosar las características del Ser de Parménides; mientras que en San Buenaventura, es “la paz que sobrepuja a todo entendimiento”; iluminación pura de la razón.
Origen, mundo, cosmos, razón, verdad, Dios… ¿Qué es el Ser finalmente? Cuando se analiza el poema Sobre la naturaleza, de Parménides, uno puede detectar características tipológicas y metodología, pero no una puntualización sobre a quién se refiere Parménides cuando habla; a diferencia de Buenaventura quien identifica a “este libro escrito dentro y fuera para la reparación del mundo” como aquél que “es el que es”. Según Buenaventura, son seis alas las que llevan al hombre a seis iluminaciones suspensivas; son ellas las que suspenden al hombre entre la paz y la llevan a la conquista de la sabiduría cristiana.
Este ente descubierto por Parménides como aclara Julián Marías, nos lleva más allá de las cosas haciendo de la filosofía una metafísica y una ontología. El que San Buenaventura retome los principios parmedianos como vía de conocimiento, hace que se presente a la oración como un especular resplandeciente; que se nos muestre la investigación como aquello que se admira; a la ciencia como un ser caritativo; a la inteligencia como humilde, a la sabiduría como inspirada por Dios.
Veamos pues, cuáles son esos predicados del Ser enunciados por Parménides en su texto y cómo es readaptado cientos años después por San Buenaventura.EL SER ES…
|
CARACTERÍSTICAS PARA PARMÉNIDES
|
Opuesto al No-Ser: Es
|
El No-Ser, bajo el principio de identidad y diferencia nos permite entender cómo es que existe; bajo este mismo procedimiento lógico deducimos que el No-Ser, al ser incognoscible e indefinible, el Ser es cognoscible y definible.
|
Único e idéntico
|
Ser y pensar son la misma cosa. Esta cualidad está asociada a la posibilidad (in) vocativa del lenguaje expresada en la totalidad inmóvil resumida en el nombre, “señal característica de cada uno”.
El lenguaje y el pensamiento alejan y acercan a las cosas, las hacen presentes y ausentes*.
De igual forma encontramos que el ser uno, hace del ser un ente indivisible y homogéneo.
|
Sin principio ni fin; inmortal
|
Los límites del Ser lo hacen ver como una esfera cuyos extremos son indefinibles, esta condición particular nos lo presenta como atemporal, infinito, sin origen e inmortal.
|
Todo
|
Al ser todo lo pensado, podría engañarnos su cualidad de dar vida o existencia; no obstante, esta condición se compensa cuando nos dice que todos sus miembros están integrados y sin posibilidad alguna de ser destruidos.
|
Inmóvil
|
Nada rompe la homogeneidad del ser, esto lo hace pleno, completo, lleno… Pero también inmóvil, permanente, increado, inmutable e imperecedero.
|
Verdadero
|
El ser es lo real y auténtico, lo que se alcanza a través del pensamiento y no por los sentidos que suelen engañar. Es el sistema universal por excelencia donde todo en él es verosímil.
|
Terminado y autosuficiente
|
Nada cabe dentro de él porque ya lo posee todo, nada depende de él; a partir del centro las distancias son las mismas, sus lados son equiláteros; y al no haber ninguno mayor también se vuelve justo, idéntico.
|
EL SER (DIOS)…
|
CARACTERÍSTICAS PARA SAN BUENAVENTURA
|
Está fuera, dentro y sobre nosotros
|
Está fuera por su vestigio, dentro por su imagen y sobre nosotros por la luz impresa en nuestra mente que es la luz de la Verdad eterna. Nuestra mente es inmediatamente informada por esa Verdad. Su primer modo entra en el atrio, el segundo en el santuario y el tercero entra con el sumo sacerdote en el santo de los santos.
|
Es el que es
|
Su atributo esencial fija la mirada del alma en el ser. El cual afirma la pluralidad de personas, bautizando en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El ser purísimo no se ofrece al entendimiento sino alejándose plenamente del no ser. Así como la nada nada tiene del ser ni de sus propiedades, así tampoco el ser nada tiene del no ser, ni en acto ni en potencia, ni en la verdad objetiva ni en la estimación nuestra. Puesto que el no ser es privación del ser, no se concibe por el entendimiento. El ser no se concibe por otro ser, dado que todo cuanto se entiende o se entiende como no ser, o se entiende como ser en potencia o se entiende como ser en acto.
|
Es bueno
|
Su propiedad personal fija la mirada del alma en el bien. Atribuye principalmente a Dios el nombre de bondad.
|
Es el ser divino
|
Ser quiere decir puro acto de ser; luego el ser es lo primero que entiende el entendimiento y ese ser es puro acto. Pero este ser no es el ser particular que es limitado por venir en composición con la potencia; ni el ser análogo que no tiene nada de acto, por no existir en modo alguno. Ese ser es el ser divino.
|
Es simplicísimo y eterno
|
Se te ofrecerá también como lo que en manera alguna tiene, sino lo que es el mismo ser; y por lo mismo, se te ofrecerá no como compuesto. No viene de otro ser ni puede venir de sí mismo. Por ser primero y eterno, no está constituido por elementos diversos.
|
Excluye toda posibilidad, es infinito
|
Todo lo que es posible tiene algo de no ser. Todo cuanto lo hace en orden a sí mismo; así el ser primero es por necesidad el fin último, el principio y la consumación, el alfa y el omega. No tiene ni pasado ni futuro, sino presente. Cuanto más unido es tanto más infinito
|
Actualísimo, indefectible, perfectísimo, unicísimo
|
El ser que se dice ser puro, ser simpliciter y ser absoluto, es también el ser primero, eterno, simplicísimo, actualísimo, perfectísimo y unicísimo. Quien conoce al ser purísimo, ni siquiera puede pensar nada contrario a alguna de ellas, pues cada perfección lleva implicada las demás. Porque es absolutamente ser.
Nada hay en él de posibilidad mezclada con el acto. Nada le falta ni se puede añadir cosa alguna. Se es a la vez lo primero y lo último, eterno y enteramente presente, simplicísimo y máximo, actualísimo y de todo punto inmutable, perfectísimo e inmenso y con ser omnímodo, unicísimo. Es inmenso, inmutable, nada puede pensarse mejor, es el principio universal de toda multitud.
|
Variaciones sinfónicas de un mismo ser es lo que encontramos en la obra de Parménides conglomeradas en 7 categorías (ser, unidad-identidad, inmortalidad-atemporalidad, totalidad-plenitud, inmovilidad, autenticidad-verosimilitud, autosuficiencia-integridad); cualidades que Julián Marías enuncia como (presente, ser, inmóvil, homogéneo, indivisible, lleno, igénito e imperecedero).
Con estas condiciones de ser, San Buenaventura da forma y explicación enunciativa a nuestra deidad cristiana y nos concluye: el ser purísimo y absoluto, el ser simpliciter es primero y último, es origen y fin, es eterno y omnipresente, es simplicísimo y máximo, actualísimo, inmutable, perfectísimo e inmenso, unicísimo y omnímodo, es todo en todas las cosas, todas las cosas son de él y son por él y existen en él.
Problemas como el conocer, la intervención de los sentidos, las posibilidades del movimiento, la temporalidad y plenitud del ser, se aplican bien para lo abstracto, puro y eterno, pero qué hay del hombre, ¿se pueden transpolar dichas cualidades de ser a la condición humana? ¿Dónde se construye una ontología y una metafísica antropológica en el trabajo de Parménides y en el de San Buenaventura?
Posiblemente nuestros autores rompieron con una generación de pensadores que explicaban el mundo equilibrando la ley divina y la verdad humana; no obstante, su logos se queda en la enunciación lo que me recuerda aquella crítica que Platón hiciera de los Sofistas en el Hipias, quienes para decir qué es lo bello sólo enlistaban cosas bellas, pero jamás llegaron a la esencia de lo descrito; convirtiéndose todo en mera ilustración.
Dejemos pues a otros autores para que sean ellos quienes construyan una summa que dé forma a un sistema que nos ayude a resignificar el origen último de las cosas en función de un significado holístico o totalizador.