Cócteles de aerosol - Hipermediatizaciones: Hiperconexiones y remediaciones entre signos y palabras

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Textos especializados en Comunicación Digital, Ciencias Sociales, Literatura, Poesía, Humanidades Digitales y Culturas Juveniles. Sitio personal del Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Expresidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, AMIC y Ex presidente del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación.

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domingo, 6 de abril de 2014

Cócteles de aerosol

 Jorge Alberto Hidalgo Toledo



"Estoy convencido de que todos somos asesinos en potencia.
No se trata de una profesión elegida conscientemente.
Ningún padre educa a sus hijos para que sean criminales.
Incluso Charles Manson tenía otras aspiraciones cuando era niño,
estoy seguro."
(John Waters, En la carcel)



El que tenga oídos que escuche, quien tenga ojos que se los pique. Que se los saque de un sólo golpe, con la misma fuerza como el sistema está acabando con nosotros. Con esos pequeños demonios que viajan bajo la forma burda de una crisis que no sólo carcomió la economía norteamericana sino la mundial, una crisis en la cual un pobre gasolinero sin cultura podía hacerse rico y famoso de la noche a la mañana, una crisis inesperada tras el boom y la estabilidad beat e hippie. Una crisis apoyada por la falta de imaginación y calidad en las nuevas generaciones de candidatos a ídolos. Una generación en parte sonido y en parte moda, una generación que racionaba su tiempo, que pretendía volver a los orígenes, a la carencia de sofisticación, al reto primero de la rebeldía. Una generación que experimentó con el retroceso sónico, creando un abismo que la aisló y autocondenó como una moda en vías de extinción. Una generación que sabía que el futuro no era para ellos, sino para los artistas comerciales e intrascendentes. Una generación que afirmaba que ellos estarían firmes el tiempo suficiente "para ganar dinero y desaparecer, mientras que los del sistema (clásicos) para perdurar".

Estas son las coordenadas apocalípticas de los hijos del culto a la basura y los enfermos del siglo XX. Este es el vértice donde se conjuga el esplendor y maravilla de las estructuras podridas y mal olientes. Esta es la fosa oscura donde se arrojaron los alarmantes desechos del mundo. Esta es su locura, ¿su nombre? el Punk.
1970, el globo se cotiza y se hacen familiares conceptos tales como "polución", "desgaste" y "extinción". Arabes e israelíes hacen estallar su sexta guerra el verano del 73, racionando y elevando los precios del crudo. Gobiernos enteros se envisten del crack. Ahora si, en un mundo de superabundancia falta todo tipo de energía.

Por fin se dijo adiós a la espiritualidad significativa y se dio la bienvenida a la deshumanización, a la soledad multitudinaria, al animal individual que es el humano. De ahora en adelante el Dios del cielo será suplido por el Dios de la guitarra. La música será el instrumento de los profetas y el exceso "la nueva palabra" del mundo. La evolución ha quedado atrás, eso es para los viejos, la juventud exige y sólo tolera el presente. Un presente lleno de miedos, presiones, falto de recursos, con una amplia necesidad de supervivencia. Un presente fugaz, breve, ruidoso, lleno de homosexuales, degenerados, de retrogradas, de seres que no hacen otra cosa que retar a las estructuras con tal de conseguir el "máximo avance".
Hoy por hoy, todo se vale y todo vale. La mejor forma de atacar el sistema es degenerándolo. Desvirtuándolo. Haciendo ver el tiempo y el espacio como algo vago e impreciso. Lleno de formas curiosas, de burla. De primitivismo.

Aún cuando los críticos afirman que en 1977 el Punk Rock fue sólo privativo de Inglaterra y nadie le hizo el caso masivo en Norteamérica, mientras que en 1974 y 75, el rock degenerado fue baluarte americano, fue el Punk Rock, la modalidad que vino a dotar a la juventud mundial, esencialmente a la americana, de una liberación de tensiones, haciendo del mundo una violencia nueva y desorbitadas. No obstante, fueron sus textos y poemas los que hicieron de esta escena dantesca un movimiento social que habría de trasmutar los valores, costumbres, hábitos y personalidades de las nuevas generaciones de hombres y artistas.



"Tenía cuarenta y seis años, pero proclamaba que la
<sacudida en el camino de las salvación llamada punk>
había cambiado su vida"
(Dennis Cooper, Contacto)

La historia traza dilemas y los hombres paradigmas. Sin embargo, en medio de esta encrucijada social no hubo milagros. La cultura se fusionó con la industria. Las formas tristes y góticas hacían de la moda algo gris y oscuro.
El germen estaba en el aire, o en lo poco que queda de ello. Moott the Hoople afirmaba "todos los jóvenes dudan", el "Gay Power" había dejado de existir, y aún cuando el Punk tomó forma hasta 1976, sus ecos se encuentran desde los 60 en la obra de Charles Bukowski, considerado por muchos como el último beat y el primer punk.

El punk, que para muchos viene a significar "porquería", "basura" o "algo despreciable", se empleó en un principio para designar satíricamente a un tipo de músicos surgidos en la Costa Oeste americana, que no tenían la habilidad y calidad de los buenos músicos instrumentistas aparecidos durante el fulgor hippie. De ahí en adelante el término se emplearía para designar a todo aquello que fuera condenadamente malo. Y por lo visto estos aumentaron, se hicieron legión, manada, espectros, demonios.
Verano de 1976. Las calles londinenses y neoyorquinas muestran al mundo su incongruencia. Los jóvenes de aire triste y huraño, recorren las plazas públicas vestidos de negro y pantalones raídos, con casacas militares y prendas de plástico. Los atuendos proletarios, se ondean como banderas y se muestran como el estandarte de la belleza inquietante de los pobres. Los cráneos rapados, los cortes de mohicano, las gafas oscuras, los seguros para ropa clavados en las mejillas y en las cejas, hacen ver a los jóvenes como malditos, como animales condenados a la noche. Como radicales nihilistas que buscan en la negación y la autodestrucción la esencia de la belleza.

El punk nació limitado y empobrecido. Su doctrina, abortaba cualquier perspectiva, su lema era: "si tienes 20 años eres mayor y maduro. Si pasas de los 25 ya eres viejo... y si pasas de los 30, bueno, ¿qué haces todavía vivo, ancianito? Pégate un tiro".
El punk era una moda que de entrada ponía topes, barreras, y que por tanto, se cortaba las alas e impedía confiar en un futuro.
Esta nueva forma de vida, llena de jóvenes punks drogados, de ardor, de medias de hule, de zapatos de cuero, de minifaldas hechas de bolsa de mandado, de pantaletas con la imagen de la reina de Inglaterra, de intolerancia, dejó tras de si la marca del infierno terrenal.

Este excitante y apocalíptico Jardín de las Delicias, es más de temerse que nunca. El alma no es más un hogar reconfortante, sino un refugio aglutinado de espectros y maldiciones. El simbólico espacio que es Norteamérica ya no es más sinónimo de libertad, fuga, excitación y búsqueda infinita. En medio de estos míticos lugares, léase hamburgueserías, tótems, Cadillacs clavados en un campo de maíz, que no son otra cosa que el hemisferio cíclico del underground, nació la contracultura del subsuelo.

El punk, casi concebido como una nueva religión orientada hacia la basura, la porquería y lo despreciable, acabó con la psicosis de la escasez, llenando los círculos under de plasticidad más que de calidad. El nuevo orden mundial necesitaba ídolos, ídolos que carecieran de virtuosismo y galantería. La juventud necesitaba algo más que disfraces y glamour, necesitaba recobrar la vida y la mocedad, por lo mismo optaron por la estética gay, la vulgaridad y la depresión para triunfar.

El fenómeno punk tuvo miles de incoherencias, unos se unían creyendo que era un movimiento pacifista mientras que otros se adherían por considerarlo violento y reaccionario. Esta falsa liberación no estuvo desligada del ambiguo uso de las drogas, ya que unos la atacaban como atacaban los vicios de las pasadas generaciones y otros la sentían como algo indispensable para la vida.

Estos lunáticos de King's Road, se cargaron a todo aquel de más de 20 años, a los capitalistas, a los políticos y al estatus, por ser consideradas todas estas "instituciones" como basura. El mundo, según los punk, es un conjunto de injusticias sociales: amos y esclavos, ricos y pobres, roqueros y punks. Su meta, tal como lo dijeran los miembros del grupo Sex Pistols, era "volver a los chicos en contra de sus padres", acentuando con esto el conflicto generacional.

Fascinados con la estética del horror y la violencia consumen textos tales como 13th Gen: Abort, Retry, Ignore, Abolition of Work anda other Extrems de Bob Black, Execution Tools & Techniques, Absolutely Mad Inventions, You Didn't Listen: A Survivor's Expose of the California Youth Authority, Lesbian Vampire Stories y E for Ecstasy.

Esta "escoria social" poco politizada, inculta, predelincuente y ociosa, creó con sus humores venenosos la única revolución auténticamente blanca, tanto en la música como en la literatura, donde se reconocen a tres grandes: Dennis Cooper con su obra Contacto, Kathy Acker con Aborto en la escuela y al Sid Vicious de la narrativa, el genio Charles Bukowski, con cualquiera de sus obras. En la música sobresalieron grupos como Television, Talking Heads, los Ramones, Dictators, The Clash, Stranglers, Ultravox y obviamente los cuasi dioses Sex Pistols. En el cine se registran a superhombres como John Waters y David Lynch. La temáticas de sus obras, van de la duda juvenil a la mutilación, pasando por la coprofagía, el sadomasoquismo, las películas de serie B, la paranoia, el fetichismo y la pornografía.

El declive del punk, en 1978, acentuó la crisis de creatividad dando lugar a la última gran dispersión, sus subdivisiones: el New Wave (1977), el postpunk (1978), el Two-Tone (1979), Los New Romantics y el Pop reaccionario (1980), el hardcore (1981), el post New Wave (1982), el industrial (1985), el grunge (1987) y finalmente el neo punk (1990), que llegan hasta nuestros días.

Este extenuante y asexuado performance no es más que una deliberada confrontación anárquica, los músicos abofeteaban a su audiencia, mutilándose con vidrios y navajas, destrozando propiedades, mientras que los escritores dotaban de valor al público dormido para que hicieran los mismo. La fascinación mundial estaba en enfatizar la violencia y la degradación, decorando sus cuerpos con cadenas, collares para perros, navajas de afeitar y seguros para ropa incrustados en orejas y mejillas, prevaleciendo la ética del hazlo por ti mismo. De ahora en adelante todos podían tocar un instrumento, ser estrellas de rock, hacer o decir lo inimaginable en nombre de la libertad de expresión o en contra de la aristocracia.

Definitivamente el extremismo y la decadencia eran algo nuevo e inesperado para la crítica estructura social de los setenta, sin embargo, como siempre pasa, el sistema hizo de las suyas. Acabó con este escaparate inmenso de desesperados. Con la "naquiza de atuendos pobres". con los desarraigados del consumo. Con los únicos que deberían espantarse y no lo hicieron. Con los que vieron pasar la historia sin oportunidad de memorizarla.

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