Jorge Alberto Hidalgo Toledo
Pero es la sangre el peor testigo de la verdad;
emponzoña la doctrina más pura y la trueca en locura y en odio de los corazones
Federico Nietzsche, Así hablaba Zaratustra
La característica más notoria del cine de violencia de los últimos veinte años, parece ser su propensión a provocar en el espectador sensaciones de angustia, asco y horror por medio de la presencia de escenas de violencia explícita como amputaciones, decapitaciones y destripaciones colectivas. Y eso a muchos nos gusta.
En un principio, esta escala de violencia gráfica se redujo a los denominados filmes de explotación morbosa, pero pronto la tendencia por la violencia se incorporó al cine de clase “A”. Hoy, el gusto del público parece demandar más y más violencia en las películas y peor aún, en la vida real.
Esta tendencia moronguesca, pertenece al gore o splatter , que reclama una reflexión sobre dos elementos básicos: por un lado, el análisis del propio género cinematográfico y sus resortes psicológicos y sociales, y por otro, el examen de la violencia como un fenómeno inherente a nuestra sociedad y cultura.
Debemos reconocer que el cine de violencia es uno de los más populares y sigue imponiéndose con dulzura y buenos modales, quizá porque los filmes dicen sobre nuestra sociedad más de lo que a primera vista pudiera imaginarse, ya que el género refleja, de una u otra manera, los miedos y fantasías fundamentales del hombre, permitiendo en casi todas sus manifestaciones echar una mirada sobre la pesadilla humana en la que los seres no son sino objetos de consumo y de violencia.
Si bien es cierto que sólo unas pocas películas plantean conscientemente una lectura crítica de la realidad, también las orientadas a la mera explotación reflejan algún elemento de la vida contemporánea y sus conflictos. Por ello, resulta imprescindible entender este tipo de cine que constituye un importante fenómeno cultural, ya que ofrece el material para un diagnóstico de la cultura en sí, al enfrentarnos a temas de tensión y represión.
Así, podemos descomponer la naturaleza de la violencia entendida como un elemento intrínseco de la vida de la sociedad contemporánea. La exhibición de hechos violentos no pretenden desensibilizar al público, sino todo lo contrario: mostrar que de hecho, la violencia es perversa, odiosa y desagradable.
La violencia cinematográfica manifiesta la crueldad en todas sus formas: violaciones, asesinatos con cualquier tipo de armas y para observar estos detalles, lo hacen más notorios con técnicas de maquillaje, efectos especiales y para dar realismo utilizan tácticas de shock.
El despliegue de este tipo de filmes se encuentra en cineastas y comerciantes que bajo una óptica pragmática, atienden las demandas de un mercado formado en un contexto social caracterizado y definido por la violencia. Esto es medible ya que el gore no es privativo de algunas cintas sino que es contemplado como el ingrediente básico de las películas de violencia, incluyendo las realizadas con mayores presupuestos y distribuidas por las grandes y respetables compañías.
SI ME HE DE MORIR MAÑANA QUE ME MATEN DE UNA VEZ
En la cinta Sabueso ( Manhunter , 1986) de Michael Mann, basada en la novela de Thomas Harris Red Dragon , el siniestro doctor aníbal Lecter “El caníbal”, explica a su captor por qué razón el asesino posee ese carácter místico que lo hace tan fascinante, y contesta con el cinismo que caracteriza a los genios repugnantes: “Si uno hace lo que hace Dios, un número suficiente de veces, uno termina por convertirse en lo que Dios es”. Así, el crimen repugnante y secuenciado, se vuelve para el Dr. Lecter en un vínculo que viaja en círculos paralelos con lo divino: El derramamiento de sangre humana se torna en un rito secreto que transforma al asesino en un chamán en plena transformación, no sin antes transgredir la línea que separa al asesino de la sociedad en la que la delirante violencia ejercida contra el prójimo transfigura el espíritu de la más pura conciencia alterada.
Para el asesino secuencial, los actos malditos se tornan actos de bendición y de alabanza: asesinar al paciente y devorarlo como hace el troglodita Dr. Lecter; o destazar prostitutas en la londinense Whitechapel del cuasi mítico Jack El destripador; o masacrar en sarcásticos ritos satánicos a familias enteras como hicieron Manson y su clan; o disparar a confesos y no, desde lo alto de una torre como acaeciera el fanático cazador de hombres Charles Whitman; o despojar el dedo índice de la victimas como hiciera el Zodiac; o incrustar una letra de metal entre la carne y la uña de jovencitas violadas y mutiladas en el condado de Twin Peaks, son actos-ofrendas sagradas bien venidas al “Señor”.
La fascinación murmurante y secreta del crimen en castidad y a domicilio no sólo ha sido parte múltiple y disciplinaria de la literatura apasionada por la estética lujuriosa de la depredación humana, sino que ésta ha logrado abordar la cultura tradicionalista del cine, explotando su inmenso potencial expresivo con la experiencia chamanística que es el bañar de sangra las butacas y de salsa las palomitas.
LA VOLUNTAD LIBERADORA SE HA VUELTO MALÉFICA
El afamado concepto de multiasesino surgió como legado de la máquina y las prerrogativas cibernéticas en la Inglaterra de la reina Victoria. La relación entre crimen y civilización industrialmente revolucionada implicó la serialización de los asesinatos, la estructuración de una maquinaria de producción cadavérica, tal como fue el legado del santo católico y apostólico Jack El despanzurrador, un sádico genio de sangre fría que descoció a puñaladas bajo la antigua y ofréndica técnica del degüello a cinco prostitutas del proletario barrio de Whitechapel, en menos de un año, para después desaparecer sin dejar un sólo rastro que pudiera conducir, no sólo a su captura, sino al conocimiento de su identidad. Incomprensiblemente el cine no le ha hecho justicia al héroe de la mitología del crimen, ya que son pocas las cintas sobre el caso.
Hitchcock, no sólo inauguró con su Psicosis la era posmo del cine sobre psicópatas asesinos, sino que en 1926 en Inglaterra había realizado una de las primeras cintas de este subgénero: El huésped ( The lodger ), inspirada de forma vaga en Jack. Dos años antes el expresionista Paul Leni le había dado vida cinematográfica en uno de los episodios deEl Gabinete de las Figuras de Cera ( Das Wachsfigurencabinet ), actuando por Werner Krauss. Años después, el francés Marcel Carné parodió al héroe maestro en su Drama de picardía ( Drole de drame , 1937), cinta en que Jean-Louis Berrault interpreta a un asesino de carniceros, motivado por un odio criminal de naturaleza vegetariana. Las dudosas hazañas del celebre destripador siguen fascinando la imaginación de un público que no deja de admirarse por la capacidad camaleónica del asesino que supo defender su identidad para escarnio del honor de Scotland Yard y del sistema judicial inglés.
El expresionismo alemán resultó el charco criadero idóneo para la maduración del subgénero y la aproximación analítica a la mentalidad criminal. En 1930, Fritz Lang anunció su intención de filmar una película a la que llamaría Los asesinos están entre nosotros y que terminó llamándose M, el vampiro de Düsseldorf , ya que el poderoso partido nazi se había apresurado a ponerse el saco cuando conoció el título original. El filme hace alusión a la célebre y nostálgica carrera criminal de Peter Kürten -a quien diera vida el debutante Peter Lorre-, un degenerado asesino de niños que asoló la ciudad de Düsseldorf, cuya demencia provocó su despiadada persecución tanto por parte de la policía, como del propio submundo del hampa. La grandiosa aportación de Lang consistió en vincular dialécticamente el caldo de nota roja, con la crítica situación de postración y depresión psicológica, económica, política y social que vivía alemania y que pocos años más tarde habría de dar lugar a un crimen múltiple de escala planetaria.
ES PRECISO QUE LOS BUENOS SEAN FARISEOS:
¡NO TIENEN ELECCIÓN!
Sin lugar a dudas, Estados Unidos es la patria de algunos de los más notorios asesinos múltiples, no a causa del destino, ni de la fuerza de ninguna extraña ley divina, sino simplemente a que el crimen es parte de las formas de expresión de las contradicciones de la civilización industrial en el lugar donde el clima ha alcanzado su máximo desarrollo.
Uno de los más ecuánimes y grandiosos asesinos ficticios al estilo americano ha sido Norman Bates, el solitario y edípico multiasesino interpretado por Anthony Perkins en el filme que fundó, en 1960, el grandilocuente cine de terror:Psicosis ( Psycho ), dirigido por Alfred Hitchcock, una de las mentes más brillantes y perversas del cine.
El personaje de Bates, que mataba a los huéspedes de su hotel, dominado esquizofrénicamente por su madre muerta y embalsamada, estaba inspirado en uno de los más enfermos multiasesinos de que se tenga memoria: Ed Gein, un aparente innocuo granjero de Wisconsin cuya madre dominante lo convirtió en un psicópata que inició su carrera profanando tumbas, movido por impulsos necrofílicos, y que después se dedicó al asesinato, a la mutilación, al descuartizamiento, a la profanación de cadáveres, y last, but not least , al canibalismo. Este ciudadano ejemplar de infame memoria inspiró también otros filmes, pero sin duda el más destacado es Masacre en cadena ( The Texas Chainsaw Masacre , 1974) de Tobe Hooper, cinta en la que el endeble Ed Gein es convertido en el furibundo “Leatherface”, en alusión a otros vesánicos crímenes en serie cometidos en el estado de Texas por una familia de matarifes y enfermos mentales.
La película de Hooper no pretendía arrojar ninguna luz sobre las razones y motivos de la perversidad humana, buscaba simplemente impactar con el sólo espectáculo de una violencia delirante capaz de transformar el acto criminal en el estilizado granguiñol.
Truman Capote había escrito su poderoso relato periodístico A sangre fría teniendo en mente, ya no el hecho original que narraba, sino las pulsiones que orillaron a sus dos patéticos personajes sociópatas a masacrar a una respetable familia rural de Kansas. A sangre fría ( In cold blood ) fue llevada al cine por Richard Brooks en 1967, y la película estableció el tono que adoptarían luego muchas de las cintas de este subgénero, tanto en el cine como en la televisión. En el centro de la trama, la personalidad del asesino presidiría la ficción por encima de sus crímenes, que pasarían a un segundo plano.
En esta línea, Richard Fleischer aportó al análisis de la personalidad criminal con dos cintas notables: El estrangulador de Boston ( The Boston Strangler , 1968), con Tony Curtis en un poco afortunado miscasts como el esquizofrénico Albert DeSalvo, quien violó y dio muerte a trece mujeres, y El estrangulador de Rillington Place ( 10 Rillington Place , 1971), sobre el caso del abyecto John Christie (interpretado por Richard Attenborough), el aparentemente inofensivo habitante del número diez de la calle Rillington en el Londres de los primeros años de la posguerra, quien fue juzgado y condenado por el asesinato de por lo menos seis mujeres a las que estranguló y ocultó en diversos puntos de su pequeña vivienda.
Casi todos los multiasesinos que han conmovido y transgredido las fronteras éticas de la opinión pública, han merecido su semblanza literaria y cinematográfica, aunque son pocos los filmes que merecen ser recordados. Muchos de ellos han encontrado en el telefilme el medio idóneo para su divulgación, como sucede con los casos de los crímenes de la jauría capitaneada por Charles Manson en Helter Skelter (1976) de Tom Gries, con Steve Railsback como el reverendo Manson; del francotirador enloquecido, interpretado por Kurt Russell, que abatió a trece personas desde lo alto de la torre de la Universidad de Austin, en Texas, en The deadly tower (1975) de Jerry Jameson; o el caso del galán y buena gente de Ted Bundy, sospechoso de haber dado muerte a 33 mujeres en 1978, que fue llevado a la pantalla televisiva en 1986 con el nombre de The deliberate strangler , interpretado por Mark Harmon y dirigido por Marvin J. Chomsky.
Cuando el crimen se combina con el amor, el resultado puede ser un terrible y angelical estallido de violencia: Charles Starkweather de diecinueve años y su novia Caril Ann Fugate de catorce, asesinaron a tres miembros de la familia de la chica debido a que se oponían a su relación con Charles; luego del crimen huyeron de su natal Nebraska y se lanzaron a la carretera en plan de amantes malditos, consiguiendo un saldo rojo de diez personas muertas. Esta aventura la consigna Terrence Malick en su cinta Badlands , realizada en 1973, con Martin Sheen y Sissyt Spacek como la juvenil y atractiva pareja de homicidas que habría de parodiar Oliver Stone en su maravillosa cinta Asesinos por naturaleza .
Charles Chaplin se adelantó a su época cuando realizó su negra y onírica comedia Monsieur Verdoux , en 1947, basada, sin duda, en el caso del legendario barbazul francés Henri Landru, un hombre que se jactaba de haber amado a 283 mujeres y que fue guillotinado en 1922 por el asesinato de diez de sus esposas, a las que despojó de sus fortunas antes de privarlas de la vida.
De haberlo conocido, Thomas de Quincey habría cantado las glorias de este artista del crimen y amante de leyenda, pero en esta línea de trabajo -el asesinato por codicia- la realidad suele ser bastante más vulgar y agradable. A fines de los años cuarenta, un vago de nombre Ray Fernández y una obesa ninfómana llamada Martha Beck, se asociaron para matar a por lo menos doce mujeres a las que previamente Ray había seducido, enamorado, desposado y despojado de su capitales, acción muy semejante a la del filme Profundo Carmesí del cineasta mexicano Arturo Ripstein.
En 1970, Leonard Kaslte realizó la que fuera su única película y posterior pieza de culto Amantes Sanguinarios (The honeymoon killers ), en la que adaptaba al contexto de los años sesenta las hazañas de Martha Ray, convirtiéndolas en una torcida historia de amor.
En 1986, el cineasta independiente John McNaughton realizó con un bajísimo presupuesto, la joya más depurada del subgénero y el ejemplo más acabado de multiasesino típicamente norteamericano, Henry: portrait of a serial killer , con Michael Rooker en el papel de Henry Lee Lucas, un vagabundo aventurero de 47 años al que se acusó de cientos de asesinatos y que mataba por necesidad, por hábito y por placer. Nunca antes el cine de psicópatas había sido más escueto, más frío, más objetivo, más distanciado. La vida del criminal múltiple es descrita en la película con un realismo casi documental, pero nunca se pretende explicarla ni mucho menos calificarla moralmente. Lo que McNaughton parece decirnos es, simplemente, que los (multi)asesino están entre nosotros.
¡SIN EMBARGO, ES UNA VERGÜENZA REZAR!
Aún así, explicar la mente criminal o la descripción de la mortífera psicopatología contemporánea no son los únicos objetivo que persigue este subgénero; a menudo se recrean los casos notables de asesinatos múltiples con el fin de poner al descubierto la enorme responsabilidad que sobre la conducta homicida tiene la sociedad que escandalizada, persigue a esos criminales a los que con frecuencia despojó de toda oportunidad de salvación.
Ésta aproximación moral al fenómeno criminal coloca en primer plano la patología del cuerpo social, del cual la patología individual es tan sólo un síntoma. En El juez y el asesino ( Le juge et l’assassin , 1975) de Bertrand Tavernier, el sargento demente Joseph Bouvier (Michel Galabru), autor de una serie de delicados y atroces crímenes, enfrenta la violencia perversa y sádica de un juez de instrucción (Philippe Noiret) tan demente como su perseguido y, sin duda más letal, pues el juez mata impunemente en nombre de la ley.
El género no se pierde en los países del tercer mundo , donde la desquiciante miseria y la desigualdad social son terrenos fértiles para la psicopatología individual: la pobreza extrema, la ignorancia, el hambre, el fanatismo religioso son con frecuencia detonadores de violencias individuales que el poder y las instituciones se aprestan a castigar, pero no a corregir, ejemplo de ello son las cintas El Chacal de Nahueltoro (1966), del chileno Miguel Littin, con Nelson Villagra en el papel protagónico; Las Poquianchis de Felipe Cazals, sobre las actividades de las sagradas lenonas guanajuatenses; El profeta Mimí (1972) de José Estrada, con Ignacio López Tarso como el estrangulador de mujeres movido por el fanatismo religioso, vagamente inspirado en el célebre Higinio Sovera de la Flor; o el caso de la disolvente Elvira Luz Cruz, consignado en Los motivos de Luz (1985) de Cazals y en la cinta Elvira Luz Cruz, pena máxima (1984-85) de Dana Rotberg y Ana Díaz Díaz.
ESTE ÁNGEL SE CAYÓ
La historia del cine se ha visto envuelta en charcos de violencia a lo largo de su extenso road movie . Una violencia reiterante de las aficiones más fascinantes de la humanidad, que en muchas ocasiones se ha preocupado fuertemente por demostrar que la frase “El hombre es el lobo del hombre”, no es mas que una simple alegoría de supermercado.
La pantalla grande, en su calidad de reflejar lo ocurrido en la realidad, se ocupa también de elaborar representaciones violentas, que en la mayoría de los casos parecieran pura exageración, pero que desgraciada o afortunadamente tienen su base en hechos reales.
De una u otra forma, sea cual sea la base de las películas a las que se ha tendido a denominar Cine Rojo ( Serial Momy Polyester de John Waters, Wild at heart , Blue velvet y Twin Peaks de David Lynch, Seven de David Lean, Pulp Fiction yPerros de Reserva de Quentin Tarantino), lo cierto es que se han adueñado del gusto general del público que, como lo han declarado los analistas, tiende a pedir más y más violencia dentro de las salas cinematográficas: “la recurrencia a la violencia siempre tiene un ojo puesto en la taquilla y de algún modo tratan de explotar las más bajas pasiones del público. Además, el espectáculo de la violencia es un espiral ascendente que cada vez exige algo más difícil todavía. El gusto del público llega a estar estrangulado y pide más sangre y mayor número de vísceras esparcidas”.
Entre los más afamadas cintas pertenecientes al género, que se aferra fielmente a la tesis del escritor Thomas de Quincey: “ya que el crimen es inevitable, hagámoslo bien”, están las siguientes:
• Henry, retrato de un asesino , Ganadora absoluta del Festival Fantástico de Sitges en 1990, fue la más realista y estremecedora radiografía de un criminal múltiple que ejerce su actividad por mero placer.
• Monsieur Verdoux , de Charles Chaplin, enfoca la historia de un asesino que, como ya comentamos, se dedica a eliminar a las mujeres con las que se casa para ganarse la vida.
• Saló , de Pier Paolo Pasolini, está basada en una obra inacabada del marqués de Sade. Ubicada en los últimos días de la guerra, la acción presenta a un grupo de jerarcas fascistas que encerrados en una villa proceden a la eliminación sistemática de un grupo de adolescentes retenidos contra su voluntad.
• Grupo Salvaje , es un western importante que, ha dado testimonio ejemplar de la violencia llevada al cine. Su director, Sam Peckinpah se posicionó gracias a esta cinta, como uno de los más afamados directores del género.
• Arizona, Baby , de los hermanos Coen. Aquí se presentó una secuencia maravillosa, por realista, de un hombre que resulta despedazado y sus miembros son esparcidos a causa de un bombazo.
• En Salvajes de Corazón , de David Lynch, una cabeza es arrancada de su cuerpo por un balazo constituyendo otra de las escenas que harían historia en el cine rojo.
• Perros de Reserva , de Quentin Tarantino, se impuso como una de las realizaciones más importantes y aceptadas entre el público. A pesar de haber sido realizada con muy bajos recursos esta cinta que fuese la opera prima de su autor, tiene su “secreto” en la calidad del guión que, comoKilling Joe , Amor a quemarropa , Pulp Fiction y Natural Born Killers , poseen una intensidad propia, y sobre todo, llevan las situaciones hasta el final.
• Natural Born Killers, llevada a la pantalla por Oliver Stone, nos ha presentado una nueva generación de asesinos. Los asesinos con moral, cínicos y que matan por diversión. Quizá la naturaleza verdadera de los hombres cuasi genios de fin de siglo.
CHAMUSCANDO EL HOGAR
En las líneas de fuego de fin de milenio el video se ha convertido en una excelente alternativa para transmitir géneros que van desde el splatter , el gore , el flesh bloodhasta el snuff , junto con todas sus variantes. Los aficionados al cine han encontrado en él un medio por el cual se puede tener acceso a lo último y a aquello que no se puede ver en las salas cinematográficas por su falta de fatalidad.
Gracias a la gran cantidad de video clubes que han aparecido en los últimos años, ahora se pueden encontrar filmes llamados de “culto”, los “medio underground” y las grandes y costosas producciones de gente que en muchas ocasiones no se sabe qué hace dentro del mundo del celuloide.
Es necesario tener paciencia y mucha información para entender y comprender lo que en realidad es el culto al horror y a la violencia blody mary , y para ello puede ser de utilidad adquirir revistas como Gore zone , Deep red , The gore scene , Horror fan , Cinefantastique , Starlog , Bizarro y las enciclopedias y libros especializados.
Entre los ejemplos de películas de culto existen:
Basket case , Brain damage , del director Frank Henen Lotter; Halloween de John Carpenter; Five million years to earth de Roy Ward Baker.
Ejemplos del género Gore :
The Texas chainsaw massacre de Tobe Hooper, Re-animator de Stuart Gordon y Múltiple maniacs de John Waters.
En cine futurista está The toxis avenger , War, surf , Nazis must die , Stuff Stephanie in the incinerator , Rabid Grannies ,Evil clutch , Video demons do psychotown producidas por Lloyd Kaufman y Michael Herz.
RASTRO BÁSICO
• Cult movie : Literalmente película de culto, es decir, se ve con adoración, respetuoso silencio y propósito inquebrantable de no olvidar un solo fotograma.
• Cine rojo : Versión ultra del cine negro o policiaco. Más violencia y sangre de lo que muchos pueden soportar.
• Gore : Sangriento, truculento, masivamente letal. Sangre y vísceras por todos lados.
• Pulp : Pasta de papel. Por los viejos pulp o novelas policíacas baratas de bolsillo. Ahora es sinónimo de thriller o cine negro.
• Psycho-Killer : Asesino compulsivo, por placer no por intereses mercenarios o de otra clase. Puso de moda el término la novela American Psycho de Bret Easton Ellis.
• Road Movie : Película de carretera. Un subgénero del cine marginal. Easy Ryder y Thelma & Louise son dos ejemplos.
• Thriller : Es lo mismo que Hard boiled o cine negro. Policías, delincuentes, bajos fondos, violencia, vidas marginales y mucha, mucha perversión.