Notas desde el encierro imaginario 14 - Hipermediatizaciones: Hiperconexiones y remediaciones entre signos y palabras

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Textos especializados en Comunicación Digital, Ciencias Sociales, Literatura, Poesía, Humanidades Digitales y Culturas Juveniles. Sitio personal del Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Expresidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, AMIC y Ex presidente del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación.

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sábado, 11 de abril de 2020

Notas desde el encierro imaginario 14


El mundo en la pantalla

“Llegue tarde a este mundo
Llegue a esta vida demasiado tarde,
me hubiera gustado nacer
y llegar a esta vida muchos años antes

Pues vivir hace un siglo atrás
hubiera sido emocionante.
No había deforestación ni contaminación
Había agua pura y abundante.
El aire era limpio y fresco,
Los pajaritos cantaban sin cesar,
Me hubiera gustado tanto verlos cantar

Porque no nací antes
Es mi gran curiosidad,
Hubiera disfrutado tanto ver el planeta brillar
Y no como está ahora todo en tempestad”
(Tarde a este mundo, Iventh Guadalupe Acosta).


Desde hace cuatro semanas el mundo es otro. La pandemia se expandió en todos nuestros dispositivos. Llevábamos más de veinte años digitalizando el mundo y hoy, tras la contingencia sanitaria, el imperio de la pantalla se consolidó. Todo se ha mediatizado, la compra, la sanidad, la educación, la cultura y la economía. Hoy la tecnología es la subestructura que soporta todas las estructuras.
            Las tecnologías se han colocado en el corazón de la producción, comercialización, almacenamiento, consumo, vigilancia y control.
            Todo hoy lo resolvemos a través de dispositivos e interfaces mediadoras. Las empresas tecnológicas han expandido su imperio, sus acciones, sus ingresos. La esperanza de que el confinamiento se redujera a uno cuantos días es una esperanza que se ha eliminado de nuestro horizonte. La cuarentena seguramente terminará por devorarse la primavera y el verano.
            En los meses venideros nos habremos doblegado a la vida postline. Internet terminará por domesticarnos a la mayoría. Brotarán más casos de desinformación y la seguridad cibernética será uno de los grandes temas por atender.
            Se reforzará la idea de una alfabetización digital urgente para que el mundo siga funcionando en modo on line. Las escuelas pasarán del Media literacy al code literacy para detonar en las jóvenes generaciones hordas de programadores que sigan alimentando la red. Nos llevarán del modo usuario al modo productor. Hoy ya hablan de jóvenes creadores de apps, de prosumidores, de lecto-escritores, de hackers, crackers y makers.
            Sin duda, entre un modo y otro de ser y estar en la era de la hiperconexión hay un brinco cuántico. Aunque en el fondo pareciera que el enfoque formativo es el mismo: dotar de habilidades y competencias para el uso, consumo y producción.
La portabilidad de sentido, la alfabetización emocional y la formación de una inteligencia mediática se hacen evidentes ahora que nos hemos volcado por la vida en modo hiperconexión.
Ante la pregunta, ¿cómo será el mundo cuando la contingencia del Covid-19 termine?, las respuestas se han vuelto múltiples, desde los escenarios más ingenuos y esperanzadores, hasta los más apocalípticos y distópicos.
Las sesiones en línea, por mucha fascinación que produzcan, no sustituyen el aula y los contextos de aprendizaje que genera; una conversación mediada por computadora, nunca sustituye la calidez del encuentro cara a cara; una comunidad virtual no será jamás un grupo de amigos jugando una partida de futbol.
La tecnología es una forma de moldear el mundo; su impacto ha sido tal que también modificó nuestras estructuras internas y racionales.
El mundo digital no fue la aplanadora, unificadora, homogeneizadora ni democratizadora que prometían. Ha generado más brechas y desigualdades de las que ya teníamos.
Desde hace cuatro semanas el mundo no pinta para ser el mismo cuando todo esto acabe. Por ello, se hace necesario pensar en una formación integral en torno a la dimensión tecnológica y digital. Requerimos tejer más fino con la tecnología. Nuestro contrato social con ella no puede ser tan superficial como para quedarnos en modo consumo-producción o control-resistencia. Debemos apuntar a un enfoque más humano, a una dimensión digital más trascendente y menos material. La historia del hombre es la historia de sus tecnologías y en su eje civilizatorio se encuentra la visión de hombre que hay detrás de ella.
Reducir la tecnología a su materialidad y sólo concebirla desde su condición objetiva puede llevarnos a pensar en el hombre en la misma proporción. Quizá en la búsqueda de un enfoque integral nos haga falta también una metafísica de lo digital, algo que nos lleve a pensar en el sentido ulterior de las emociones, las conductas, las narraciones y acciones digitales.
A varios años de cultura digital y cuatro semanas de su aceleración exponencial se hace evidente un nuevo itinerario de reflexión; uno que nos permitan ahondar en los sentidos de búsqueda y sus fundamentos. Una que nos permita profundizar en la complejidad del hombre hipermoderno y sus vinculaciones con el otro desde el matiz digital.
La tecnología es una puerta de acceso al ser personal. Es una metáfora de la existencia. Es una vía de acceso a los vasos comunicantes de la razón de ser.
Insistir en una metafísica de la tecnología, es insistir en una búsqueda del yo y el tú que está detrás de ella. Es intentar rastrear el ámbito integral y trascendente de las múltiples dimensiones que nos hacen ser humanos en el nuevo contexto digital.
Desde hace cuatro semanas el mundo abrió sus puertas a lo que será el mañana. Entender desde hoy hacia dónde nos encaminamos nos ayudará a ubicar nuestra verdadera singularidad.
Si la comunicación nos ha permitido abrirnos al otro, la tecnología también debería potenciar nuestra intersubjetividad. Crear no para producir sino para acercarnos al otro. Alfabetizarnos para el encuentro, para la participación, para la experiencia colectiva, para encarnarnos en la relación.
Desde hace cuatro semanas, la tecnología nos ha servido de ventana para mantenernos en el mundo. Hoy puede servir para amplificar nuestra humanidad. Pero ello depende de nosotros y no del enfoque mercantil y de control que se mueve detrás.


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