Jorge
Alberto Hidalgo Toledo
Abstract:
La comunicación es un acto referencial dotado de sentido y
significación. Ella permite unirnos semánticamente a los demás seres morales y
compartir con ellos valores, tradiciones, costumbres e ideas enriqueciendo la
experiencia vital. La comunicación es encuentro, es intimidad, es vincularse
con el otro, es diálogo, es entrega, es construcción comunitaria, es donación y
servicio al otro y por los otros. Ahora bien, ¿qué desafíos
presenta la comunicación en la era digital? ¿Cómo entender la descentralización
de la persona en su interacción vía Chat, o en agregadores de contenido propios
de la web 2.0? La presente ponencia presenta una reflexión sobre lo que implica
la acción comunicativa; la interacción simbólica establecida con la
convergencia tecnológica y los grandes dilemas resultantes de la comunicación
mediada por computadoras. La ponencia profundizará en la naturaleza ética de
los medios; la libertad de expresión, el derecho y el acceso a la información;
la equidad y la justicia social; la indecencia, la obscenidad y la pornografía
en la red; la desregulación; la veracidad y honestidad; la privacidad y confidencialidad de la información. Se
ofrecen como alternativas dos vías de mediación ética: la infoética y la
semiótica.
Introducción
La
comunicación es un acto referencial
dotado de sentido y significación. Ella permite unirnos semánticamente a los
demás seres morales y compartir con ellos valores, tradiciones, costumbres e
ideas enriqueciendo la experiencia vital. La comunicación es encuentro, es
intimidad, es vincularse con el otro, es diálogo, es entrega, es construcción
comunitaria, es donación y servicio al otro y por los otros.
Ahora bien, ¿qué desafíos presenta la comunicación en la era digital? ¿Cómo
entender la descentralización de la persona en su interacción vía Chat, o en
agregadores de contenido propios de la web 2.0? El presente texto presenta una
reflexión sobre lo que implica la acción comunicativa; la interacción simbólica
establecida con la convergencia tecnológica y los grandes dilemas resultantes
de la comunicación mediada por computadoras. El trabajo indaga en la naturaleza
ética de los medios; la libertad de expresión, el derecho y el acceso a la
información; la equidad y la justicia social; la indecencia, la obscenidad y la
pornografía en la red; la desregulación; la veracidad y honestidad; la
privacidad y confidencialidad de la
información.
La comunicación
constituye una experiencia trascendental dotada de significado que sobrepasa la
gramática de la realidad. Los medios de comunicación tienen como función social
dar certeza existencial a las personas; no obstante, los procesos y medios de
comunicación actuales han puesto al descubierto una serie de irregularidades
que nos llevan a hablar de indigencia comunicativa, ausencias cognoscitivas y
pobreza informativa. Ahora bien, ¿son
los códigos de ética la única alternativa que tienen los responsables de los
contenidos de la comunicación social?, ¿hasta dónde deben participar los medios
en la autorregulación, control normativo y conductual de los informadores?, ¿en
qué medida los nuevos lenguajes han modificado la interacción de las audiencias
y estos a su vez plantean nuevos desafíos?, ¿es la alfabetización hipermedial
una alternativa para empoderar la mediación ética de las nuevas audiencias?
La
ontología de la comunicación
¿Qué es la comunicación sino un acto
referencial dotado de sentido y significación? Y decimos referencial porque es
a través del lenguaje y su carácter comunitario que invocamos, evocamos y se
nos “autorrevela el mundo” (Cassirer, 1985: 18). Esta interacción sintáctica y
dinámica entre la materia, el individuo, la percepción y la inteligencia es la
que permite unirnos semánticamente a los demás seres morales y compartir con
ellos valores, tradiciones, costumbres e ideas enriqueciendo la experiencia
vital. De esta forma, la comunicación constituye, no una intención vacía como
creía Husserl sino como bien apunta Sastre, “una experiencia trascendental”
(Sartre, 2000: 307); una relación de compromiso que sobrepasa la gramática, la
realidad y el lenguaje. Comunicar es “extender la mano” (López Quintás, 1968:
125), es encuentro, es intimidad, es vincularse con el otro, es diálogo, es
entrega, es darse al otro; lo que la hace sinónimo del amor.
La comunicación, no es
un mero accidente que ocurre entre los hombres; por ello, hoy día, se distingue
de informar. Comunicar, por el contrario, es dotar de significado las cosas del
mundo; lo que significa, dotar de sentido a la existencia misma. Con ello queremos apuntalar que es la persona
el centro y el destino de la acción comunicativa. Lo que debería llevarnos a
creer que en cada palabra vertida en Facebook,
Twitter, un Chat, en cada imagen transmitida en tiempo real por YouTube, en
cada sonido descargado de Blip.fm o Limewire debería haber, como afirmaba
Gabriel Marcel, una “certeza existencial”
(Sanabria, 2000: 155), pero no la hay. Esta invocación recíproca de
encuentros interpersonales es la ontología misma de la comunicación. Quienes
buscamos el “Ser” de la comunicación, en el fondo buscamos al hombre mismo.
Siendo la humanidad entera la que se oculta detrás del fenómeno comunicativo es
vital analizar la función de los medios
y ver si estos, en verdad, están al servicio del hombre.
La interacción simbólica
que se ha tendido en la red y la convergencia tecnológica, ha puesto al
descubierto la ausencia de un rostro y la desnudez del cuerpo. Por ello,
podemos hablar de indigencia comunicativa, de egoísmo simbólico, de extranjeros
gramaticales, de ausencias cognoscitivas, de despojo mediático, de soledad
significativa, de pobreza informativa, de miseria existencial. Quizá el
problema más grave y evidente de la comunicación en la era digital no sea la
brecha informativa sino la ausencia de una metafísica significativa que permita
nuevamente la posesión del mundo y la instauración de una comunidad universal
de personas por el don de la comunicación.
Devolver el sentido
trascendente a la acción comunicativa implica volver los ojos a la centralidad
de la persona, al reconocimiento y valoración del otro, a la ética y a los
fundamentos de los medios: servir (buscar el bien común), unir (solidaridad) y
equilibrar (justicia) a la sociedad. He aquí nuestra revisión bioética de la
acción comunicativa en la era de internet. Regresemos al “ser a su morada”
(Heidegger, 1987: 26); registremos la propia existencia y sus condiciones ética
para hablar nuevamente de significación y sentido en la acción humana; para
entender nuevamente la comunicación como la mediación ética del mundo.
Ya lo plantea Roger
Silverstone (2004: 23) “Los medios están ahora en el centro de la experiencia,
en el corazón de nuestra capacidad o incapacidad para encontrarle un sentido al
mundo en que vivimos”.
Las
nuevas audiencias
Hace poco más de veinte años los medios de
comunicación masiva dieron un giro radical a la cultura y sus aproximaciones
hipermediales. El nacimiento de la cadena musical MTV había gestado una
generación de usuarios que tenderían a ver el mundo como un videoclip: edición
rápida, historias paralelas, pensamiento no lineal, alteración del contexto visual por sobre información, la
conjunción de discursos: visuales, auditivos y narrativos y yuxtaposición de
texturas y colores. A partir de ahí, los jóvenes consumidores de medios no
volvieron a ser los mismos. Una nueva sintaxis estaba definiendo la estructura
gramatical del consumo mediático. Posteriormente, se categorizó a la Generación click, altamente
familiarizada con el discurso mediático establecido por las computadoras
personales, el nacimiento de la nueva carne en que la máquina y su inteligencia
artificial, intentan ser una reproducción a imagen y semejanza del hombre; la Generación Red que nació y creció
empapada de la lengua de Internet deseosa de hacer extensiva la naturaleza del
hombre al entorno global; y, la Generación
M presentada por Donald Roberts en el año 2005 en el estudio realizado para
la Kaiser Family Foundation llamado Generation
M: Media in the lives of 8-18 year-olds. Esta Generación altamente
mediatizada, en línea y medianamente tolerante a los contenidos publicitarios
dio paso al registro de My Media
Generation; jóvenes entre los 13 y los 24 años que nacieron y crecieron con
los medios interactivos e inalámbricos. Esta Generación, evolución de la
reportada por Roberts, posee un gran número de medios portátiles propios;
adoptaron como suyas las tecnologías de información móvil e Internet; usan los
medios tradicionales únicamente para saber de moda, belleza, celebridades,
actitudes a imitar; son multitasking
y están altamente acostumbrados al engranaje mediático publicitario. (Hidalgo, 2006).
Nuevas
industrias, nuevas tecnologías de información, nuevos medios, nuevos consumos,
nuevas generaciones, nuevos usos… Ello implica también ¿nuevas dimensiones
éticas y antropológicas de los medios?
Una
nueva revolución simbólica/antropológica se está viviendo; los resultados:
cambios profundos en la personalidad, nuevos modos de interacción, diálogo y
significación. Necesariamente toda nueva sintaxis establece una nueva semántica
y por ende, una nueva pragmática. He ahí donde se teje nuestro reflexión, en el
repensar preguntas básicas alrededor de la persona humana y su destino
trascendente ante la conjunción de entretenimiento, ocio y tecnologías de
información y sus implicaciones éticas.
La
imagen tradicional con que el hombre se aproximaba a los medios de comunicación
está cambiando y ese cambio lleva oculto algo más que una nueva descripción,
implica un nuevo pensar, un nuevo explicar y un nuevo captar el valor en sí de
la persona.
José
Luis Molinuevo apunta en su texto Humanismo
y nuevas tecnologías (2004) que la deshumanización llega cuando se da la
pérdida de identidad para ganar otra nueva. ¿Estaremos ante un caso así?, ¿es
tiempo ya de repensar en el hombre y su relación con aquello que hoy día llena
más del cien por ciento de su tiempo?
En esa estepa mediática
hoy nos preguntamos: ¿qué papel juegan los medios en la vida de la generación
digital?, ¿cómo interpretan?, ¿qué socializan? Los medios permiten a estos
jóvenes:
1.
Ver si sus ideas son
compartidas por otros.
2. Les
ayudan a entender algo de los problemas que tiene la gente.
3. Aprenden
nuevos estilos de vida
4. Ven
cómo otros resuelven problemas similares a los suyos
5. Exploran
la realidad
6. Buscan consejo
7. Tienden redes de sociabilidad
8. No se quedan fuera de la conversación del
grupo de iguales
9. Son un territorio común
10. Fundamentan coherencia interna del grupo y
definen las fronteras exteriores
11. Hablan de temas relacionados con identidad,
embarazosos y prohibidos
12. Establecen relaciones interpersonales
13. Ejercen la autorreflexión y se implican en
debates morales
14.
Realizan una interpretación activa con actitud
crítica y lectura irónica
Los medios como afirma
Roxana Morduchowicz (2008: 57): “ofrecen un modo de posicionarse frente al
mundo, frente a los demás y frente a uno mismo. Permiten mirar de otra manera
la realidad y pensar en el lugar que cada uno ocupa en ella”. Bajo este matiz,
¿cuáles son las nuevas motivaciones de la Generación
hipermedial?:
· Vivir
un mundo de fantasía
· Ver
el mundo con humor
· Ver
cómo viven otros
· Qué
haría yo en esa situación
· Dibuja
emociones
· Satisfacción
emocional
· Implicación
con la vida íntima
· Escape
de la realidad
· Excitación
· Resolver
problemas
· Atracción
de personajes y tramas
En resumen, estos
jóvenes buscan en los medios: contenidos exactos a sus necesidades informativas
para verlos cuando ellos quieran, donde quiera y desde la plataforma o soporte
que quieran.
La Comunicación
en la era digital
¿Hasta dónde intervienen los medios en la
vida del hombre moderno?, ¿Son real y solamente un utensilio para conseguir
algo o es el hombre el instrumento de los medios para conseguir un aparente
bien mayor?, ¿Hasta qué punto se puede hablar de una interacción de usos
equitativos? Un medio, nos recuerda el profesor David Buckingham en su ya
célebre texto, Educación en Medios
(2005: 19): “es algo que utilizamos cuando deseamos comunicarnos con las
personas indirectamente, es decir, sin que medie contacto personal o los
interlocutores se vean cara a cara (…) Los medios no nos ofrecen una ventana
transparente sobre el mundo. Ofrecen cauces o conductos a través de los cuales
pueden comunicarse de manera indirecta representaciones o imágenes del mundo.
Los medios intervienen: no nos ponen en contacto directo con el mundo sino
que nos ofrecen versiones selectivas del
mismo”.
Intervención,
representación y selección; en pocas palabras, mediación intencionada y velada.
Dar cuenta que en el corazón de la interacción hombre/medios se encuentra una
relación de uso o servicio; es dar cuenta que en medio de esa relación se puede
estar cultivando una paradoja que fundamenta al hombre como una cosa más al
servicio de un sistema lo que da por ende una crisis de significación de la
antropología y la ontología mediática.
¿Qué lectura están
haciendo las jóvenes generaciones de los textos mediáticos?, ¿Los medios
sociales (los wikis, blogs, podcast, mensajeros instantáneos, videocast, skype, radio
por Internet, etcétera), los videojuegos, Internet, el cine, la publicidad, la
música son con y por los hombres? Con el uso dado, ¿permiten responder las
interrogantes de la existencia en una forma participativa, interactiva,
personal, como lo dicta la propia ontología de las tecnologías de información?
(Ver Diagrama 1 y 2)
Diagrama 1
Nuevos medios
Fuente: Propia
El hombre, como
“criatura constantemente en busca de sí misma” (Cassirer, 2000) ha encontrado
en las nuevas tecnologías de información y el mundo del entretenimiento,
aparentes respuestas a los grandes misterios de su existencia. Paradójicamente
los niños y jóvenes no sólo han aprendido a “leer” y “escribir” en los medios
mensajes, conocimientos y habilidades; también han aprendido a interpretar y
valorar positiva o negativamente su existencia.
Diagrama 2
Naturaleza de los hipermedios
Fuente: Propia
En el dinamismo del
proceso mediático un nuevo orden moral plantea referentes e interrogantes
complejas para entender la mutación de nuestra naturaleza o aquello que permite
adentrarnos en ella.
Los medios y el
entretenimiento hacen cada vez más evidente su condición de omnipresentes e
inevitables. Sus recursos simbólicos están presentes en todos los momentos de
la vida. Si pensamos en el valor cultural que tienen los medios en la vida de
la ahora denominada Generación Mi Medio,
que los entienden como sinónimo de diversión, tiempo libre, ocio y pasatiempo,
se vuelve fundamental estudiarlos y entenderlos para describir la respuesta
existencial que están encontrando al involucrarse y empatar simbólicamente con
las actitudes y formas de conducta que promueven (Ver Tablas 1 y 2).
Tabla 1
Consumo mediático comparativo de My Media Generation
Fuente: adaptación basada
en Bensmiller, 2005.
Tabla 2
Pasatiempo y diversiones de My Media Generation
Fuente: adaptación basada
en Bensmiller, 2005.
En el año 2005, Kurt
Bensmiller dirigió el estudio denominado Truly,
Madly, Deeply Engaged: Global Youth, Media and Technology, para fundamentar
la entrada de Yahoo! en los mercados emergentes más importantes del planeta.
Con la investigación generada, logró identificar el nacimiento de una
generación para la cual:
• Los medios juegan un rol fundamental en sus vidas.
• Tienen un mayor compromiso, profundidad y pasión con los
nuevos medios.
• Son poco receptivos a experiencias mediáticas pasivas.
• Sus principales canales de comunicación son la música,
Internet y los dispositivos móviles.
• Filtran publicidad aceptando sólo lo que consideran
relevante, entretenido y significativo.
• No pueden vivir sin los nuevos dispositivos tecnológicos.
(Bensmiller, 2006)
Detrás de todos estos
elementos se manifestó que la principal motivación era la interconexión; es
decir, adoptan las tecnologías y formas de entretenimiento que les permiten:
desarrollar un sentido de pertenencia (comunidades virtuales); “grafitear el
mundo con su voz” y ser valorados por lo que son, sin importar con ello
expresarse de modo irreverente y anárquica (autoexpresión); y finalmente, dar
testimonio simbólico de su identidad (personalización). Los medios o vehículos
de entretenimiento que mejor permiten establecer la triada semántica son la
música, Internet y los dispositivos móviles. (Ver Diagrama 3 y 4)
Diagrama 3
Nuevos públicos
Fuente: Propia
Diagrama 4
Interconexión es la principal motivación de My Media
Generation
Fuente: Bensmiller, 2005
La Generación My Media, reportada por Bensmiller, está altamente
acostumbrada a dos fenómenos particulares: el multitasking (actividades múltiples) y el media meshing (engranaje multimediático), ambos derivados de la
necesidad de realizar al mismo tiempo varias acciones por sobrecarga de
preocupaciones y presiones, más que por una habilidad de inteligencia
mediática. La tecnología para estos jóvenes ocupa un lugar determinante en sus
vidas pues ven en ella un modo de mejorar su calidad de vida; les permite
mantenerse interconectados con su núcleo fundamental portador de sentido
(familia y amigos). Los jóvenes que buscan contenidos exactos para verlos
cuando quieren, donde quieren y en la plataforma en la que quieren, nos llevan
a repensar en el planteamiento de Nicolás Negroponte (1997) en el que insistía
en que la tecnología habría de transformar no sólo al mundo, a la sociedad sino
al hombre mismo. Y no cabe duda, hoy la tecnología es el eje rector del
entretenimiento. (Ver Tabla 3)
Tabla 3
Macrotendencias que moldean a My Media Generation
Fuente: Propia basada en
Bensmiller y Roberts
Videos, dispositivos
electrónicos, televisión y radio satelital, computadoras personales, Internet,
son parte de las transformaciones que han afectado cualquier aspecto de lo que
hacemos. Hoy, los mercados globales, la economía digital, el dinero
electrónico, la comunicación instantánea y electrónica, las transmisiones
satelitales se entrelazan como un grito para confrontar el silencio eterno y
celebrar la mundialidad. Pensar la globalización nos lleva, como apunta Anthony
Giddens (2005) en un ver lo de afuera, para sumergirnos en lo de adentro; en un
contemplar la transformación que se vive en el interior de los sistemas
familiares, los valores humanos y las afectaciones directas e indirectas en la
persona humana. Las presiones hacia arriba y hacia abajo confrontan las
identidades. Fluyen nuevas voces ideológicas desde el corazón mismo de las
industrias culturales. Una nueva conquista se está llevando a cabo: la
conquista de las identidades.
Entre las principales
características que encontramos en la era digital que terminan impactando en
las identidades son:
1. Participación
y co-producción de sentido / prosumer
2. Creación
colectiva / declinación del autor
3. Creación
continua / reconocimiento de la propiedad
4. La
multiplicidad de interfaces / convergencia / Hibridación de contenido
5. El
autor delega toda la responsabilidad al receptor
6. Inmersión
informativa / acceso a la información
7. Interactividad
/ era de la participación real y no mental
8. El
mensaje es el lugar del diálogo; es proceso y no producto final
9. Libertad
de expresión y de experimentación
Marie Marchand en su
libro Los paraísos informacionales
(1987: 45) suma a estos puntos lo siguiente: “El autor no es ya un narrador que
nos atrae de la manera más seductora a su universo mental e imaginario y nos
hace participar, en el espacio de un momento, de su visión del mundo. El autor
se vuelve un constructor de espacios, de universos pre-construidos.”
De esta forma los
hipermedios ofrecen como plus
comunicacional: Intervención por parte del usuario sobre el contenido;
transformación del espectador en actor; diálogo individualizado con los
servicios conectados; acciones recíprocas en modo dialógico con los usuarios;
cada uno de los espectadores recibe mensajes producidos por los otros y
responde a ellos (Silva, 2005).
Y como plus social: Los jóvenes se definen a sí
mismos por su relación la cultura popular y los medios. Comprender sus espacios
nos permitirá comprender quiénes son, cómo se definen socialmente y cómo
funciona la sociedad en que viven. Algunas gratificaciones que obtienen de los
medios: sentido de pertenencia; compañerismo; interacción personal; nuevas
percepciones de sí mismo; construcción de identidad; experimentación de
liberación emocional; escape de la realidad no deseada; fuente de relajación
(Curran, Morley, Walkerdine, 1998).
En la mayoría de los
países, los niños y los jóvenes pasan más tiempo consumiendo medios que en la
escuela. Sus modos de socialización se centran en ver cine, televisión, hojear
revistas, navegar por Internet, jugar videojuegos, escuchar música. Los medios,
son el pasatiempo más significativo de su tiempo libre.
La importancia de los
medios y el entretenimiento no está sólo en el plano económico, social y
cultural. Los medios están sustituyendo a instituciones como la familia, la
Iglesia y las escuelas. Se han vuelto omnipresentes e inevitables. Proporcionan
los recursos simbólicos más significativos de la vida de los chicos; forman
actitudes, conductas y creencias. Promueven estilos de vida, incluso,
indeseables; corrompen, son vehículo de placeres superficiales, sustituyen los
valores, manipulan, discriminan y atentan contra la salud social cuando se
lanzan contra su función de promover la verdad, la belleza y el bien.
La paradoja de la
expansión hipermedial está en que la sintaxis con la que está redactando las
líneas del mundo, especialmente entre las generaciones jóvenes, produce
oraciones y sentencias que no apuntan del todo a llenar los espacios vacíos con
que se responden a los grandes problemas de la existencia.
Ante este escenario
Umberto Eco (1990: 59) nos diría: “El discurso abierto es una llamada a la
responsabilidad, a la elección individual, un desafío y un estímulo para el
gusto, para la imaginación, para la inteligencia”.
La
ética en la era digital
Hoy día los
comunicólogos, antropólogos, sociólogos y politólogos hablan de la necesidad de
contar con medios de comunicación libres y responsables para la creación de
sistemas democráticos donde prime la libertad de expresión e informativa. Para
ello, han creado múltiples modelos y teorías de responsabilidad social, códigos
de ética, vías de autorregulación y legislación para justificar el buen actuar
de los medios ante la sociedad civil. Muchos han sido los estudios dedicados a
los efectos de los medios y los intentos para establecer un uso ético de los
mismos. Pero, ¿podemos hablar realmente
de ética mediática si limitamos los esfuerzos a generar legalismos, normativas
y códigos de conducta más que intentos por visualizar a los medios como herramientas
colaborativas para devolver el lugar del hombre en el mundo?
Esta
reubicación del hombre, debe partir necesariamente del entender que los medios
están al servicio del hombre. Pero, ¿qué implica este servicio? Cuando hablamos
del “servicio” que prestan los medios de comunicación, nos referimos a su
aportación para lograr un factor de crecimiento y progreso humano, progreso de
la verdad del hombre, progreso cultural, social y económico. De ahí que en
términos concretos busquemos que los medios de comunicación estén a la defensa
de la promoción de la verdad integral.
Los
medios deben servir para encontrar respuestas verdaderas; para desarrollar las
habilidades; para conocer, compartir y comunicar las intenciones, deseos,
sentimientos, conocimientos y experiencias; para comprender, actuar con libertad
y progresar; para establecer relaciones, solidarizarnos; para enriquecernos
intelectual, moral, social y espiritualmente; para promocionar los valores
humanos y la vida humana; para realizar un encuentro entre hombres, culturas,
ideologías, historias y signos trascendentes.
Cuando
los medios e hipermedios, pierden este sentido de utilidad, se pierde con ello
el sentido de la condición humana y se terminan agrediendo: la dignidad humana,
los valores universales, la cultura, los sistemas económicos, políticos y
sociales.
La
comunicación que se sostiene de la experiencia común, solidaria y caritativa
–porque ofrece lo mejor del otro- termina construyendo el cuerpo del mundo. El
rostro y la identidad que tomará se define como lengua viva; pues serán los hombres
los que moldeen el mundo para mejorar su calidad de vida y no los medios los
que moldeen sus opiniones y los aspectos fundamentales de su vida.
La
acción fecunda de los medios es aliviar la indiferencia, eliminar el
aislamiento, desbancar el rechazo, derrotar el egoísmo, reconstruir la
incomprensión, diluir “la tonalidad grisácea de la existencia” (Serrano, 1970:
45).
La
soledad del hombre tecnológico, es la de aquél que ha visto pisoteada su
intimidad por los abusos de la imagen, los vacíos de la palabra, los silencios
informativos, la mezquindad de la manipulación, la persuasión de la indecencia,
la falta de responsabilidad social y una ética en los medios.
Pues
como afirma Silverstone (2004: 57): “Nuestro mundo mediatizado se está
inundando rápidamente de mensajes y llamados que hay que oír; un empalago de
información, de placeres, de persuasiones, para comprar, votar, escuchar”
Todo
esquema formal e informal de control de los medios debe trascender las leyes y
reglamentos para contemplar algo más que códigos de conducta. Una ética
integral debe contemplar todos los aspectos de la persona humana y su
interrelación con el medio. Los medios como bien señalaba Xavier Zubiri deben
servir para “realizar la vocación humana, ser de verdad hombres” (Zubiri, 1987:
259).
Y es
que al aplicar la ética cada persona pasa a ser un agente moral, un mediador
ético de la realidad. Y es que cada hombre es tanto más hombre cuanto más ha
realizado su libertad, cuanto más vive desde la profundidad de sus decisiones
axiológicas.
Desafíos éticos
Ante el uso y abuso de las libertades
(expresión, prensa, acceso a la información) es importante revisar algunos
temas concretos que atañen la responsabilidad y la libertad de los medios como
lo son la indecencia, la desregulación, los derechos de autor e Internet.
a. Indecencia, obscenidad y pornografía
¿Cuáles son los límites
de la transmisión?, ¿hasta dónde es ético explorar la intimidad, el lenguaje y
la corporeidad para ganar audiencias, “expresarse” y satisfacer “los gustos” de
los distintos auditorios? Cada vez son más las quejas que reciben los medios de
comunicación por parte de los distintos públicos que se han sentido molestos
por la transmisión de programas con contenidos y lenguajes sexuales,
indecentes, groseros, vulgares, perversos, vacuos y ofensivos. La obscenidad y
la pornografía se han vuelto la fórmula de muchos productores de contenido.
La solución que promovió la Comisión Federal de
Comunicaciones en Estados Unidos, ante este problema fue el establecer una
barra programática –denominada puerto seguro- que transmite de 10 pm a 6 am.
Con esta medida se pensó que ni se restringiría la libertad de expresión y
derecho a la información de aquellos que desean ver u oír dichos contenidos; y
por otro lado, se protegía a televidentes y escuchas que no quieren esos
contenidos. No obstante, vuelven a la mente las preguntas: ¿deben los medios
objetivar la corporeidad humana?, ¿hasta dónde es lícito y moral reducir la
existencia humana a un objeto de placer?, ¿por qué permitimos la trivialización
de los medios presentando y exaltando comportamientos denigrantes fomentando
una cultura hedonista, irresponsable y denigrante cuando deberíamos buscar que
los medios promuevan una cultura de la vida?
El 10 de julio de 2004, el Tribunal Supremo rechazó en
Washington, la entrada en vigor de la Ley de Protección Online de los Niños,
por considerar que violaba la libertad de expresión. La Ley pretendía imponer
fuertes penas financieras a los sitios de Internet que permitieran que algún
menor de edad tuviera acceso a la pornografía. Los opositores a la ley
insistieron en que son los filtros y no las penas las que otorgarán una
solución.
La fuerte exposición
a contenidos nocivos por parte de los niños y adolescentes se ve reforzada
por la disminución de la influencia de instituciones como la escuela a la hora
de guiar el comportamiento y formación de los jóvenes. Si sumamos, la renuncia
de los padres a establecer normativas éticas, la falta de responsabilidad de
los realizadores, la facilidad de acceso que posibilitan los motores de
búsqueda, el anonimato y la gran industria que respalda a la pornografía y la
vulgaridad, el problema se agrava a tal grado que investigadores de la
Universidad de Syracuse hablan del surgimiento de una cultura de la obscenidad.
b. Desregulación
¿Existe un punto medio y
de equilibrio entre los intereses públicos, privados y comerciales? Cuando se
pierde el rumbo de la noción de equidad y justicia social de los medios de
comunicación es importante que exista algún mecanismo o institución que vele
por el “buen juicio” y “el buen uso” de las difusoras como servidoras del
interés, conveniencia y necesidades del público garantizando que ante el
fenómeno de la desregulación de los medios no se viole, por un lado la libertad
de expresión; por otro no se ofenda al auditorio; y finalmente no se abuse
económicamente del acceso a la información. La desregulación de los medios en
principio promueve la concentración, conglomeración, el hipercomercialismo,
abandono de las normas de la decencia ya que libera al medio de su obligación
con el público: informar y educar; permitiendo la concentración de los mismos
en manos de unos cuantos.
c. Derechos de autor
El tema de la justicia,
la equidad, la propiedad y la valoración de la persona y su trabajo, se
extiende a los derechos de autor. La protección legal y económica se ha vuelto
un serio dolor de cabeza para muchos legisladores internacionales que han
reanudado la discusión ante la descarga ilegal de música grabada, la
comercialización de series de televisión y películas en DVD, y la manipulación
de imágenes para su uso en Internet. Actualmente se promueve el uso justo, es
decir, el que se emplee sin autorización ni pago cuando: 1) se haga sin fines
de lucro; 2) el fin sea didáctico o científico; 3) no se mengue el valor
comercial del original; y 4) el uso sea de interés público.
No
obstante, Internet, obligó a que se repensaran estas medidas ante el
surgimiento de programas para desencriptar softwares,
la descarga ilegal de MP3 y los archivos compartidos. El control de los
contenidos, no es una limitación al acceso a la información, sino un modo de
proteger la autoría de los productos comunicativos.
En 2002, se promulgó en Estados Unidos de Norteamérica,
la Ley de Derechos Digitales de los Consumidores, que nos puede ayudar a
entender el rumbo que lleva hoy día la discusión. En ella se especifica:
· El
derecho a “desplazar el tiempo” del contenido de audio y video; es decir, a
grabar para reproducir más tarde.
· El
derecho a “desplazar en el espacio” música y videos; es decir, a copiar
contendido en discos vírgenes, varias computadoras o reproductores portátiles
en varios lugares.
· El
derecho a hacer copias de respaldo.
· El
derecho a usar el contenido en la plataforma que se prefiera: PC con Windows,
Macintosh, reproductor de DVD, lo que el consumidor quiera.
· El
derecho a traducir el contenido a otros formatos (por ejemplo, CD a cinta)
(Baran, Hidalgo, 2005)
d. Veracidad y honestidad
¿Hasta dónde se han
comprometido los medios para decir la verdad?, ¿cuánto de sus contenidos es una
mera parcialización de la realidad? El subjetivismo y el relativismo actual,
son los dos grandes pretextos en los que se amparan los malos comunicadores
para justificar su imposición de “su verdad”. La veracidad y la honestidad
informativa deberían ser los principales ejes de acción de los profesionales de
los medios; sin embargo, hay medios que insisten en que la verdad no “vende”
por ello se han dado a la tarea de manipularla a sus intereses, amplificando la
noticia, o reduciendo su impacto para provocar efectos y reacciones según sus
intereses. Así, han creado una realidad ajena a la que deberían mostrar. Lo
mismo ocurre cuando ignoran temas, distraen la atención de los espectadores o
combinan información para imponer su definición de verdad.
e. Privacidad, confidencialidad y problemas personales de
intereses
Uno de los grandes temas
a debate es el derecho a la privacidad. Los reality
shows y las redes sociales han llevado a la mesa de discusión interrogantes
vinculadas con la invasión de la intimidad. Las persecuciones a personajes
públicos a través de paparazzis, la exhibición pública de problemas familiares,
la publicación de las orientaciones sexuales de las personas, el asalto
mediático para explorar gráficamente lo que antes era un secreto matrimonial,
son algunos de los tantos puntos que se deben considerar para equilibrar el
derecho del público a saber y los intereses de privacidad de las personas.
El derecho a la privacidad y la confidencialidad van muy
ligadas; ya que por un lado se explota la intimidad de las celebridades y se
busca protegerlos legalmente; y por otro, se exige a los comunicadores que
hagan públicas todas sus fuentes y materiales que deben ser de conocimiento
público. ¿Existe una media?, ¿qué tipo de información debe mantenerse en
secreto mediático?, ¿cuáles son los
límites de la libertad de expresión?, ¿quién debe regular este aspecto: el
gobierno, las instituciones, los medios o la propia persona?, ¿qué
implicaciones tiene el que sea sólo el gobierno (con sus respectivos intereses
políticos) el que legisle el actuar de los medios, o que quede en manos del
sistema de autorregulación del medio (que se gobierna por sus intereses económicos),
o que se limite a la práctica ética personal (que también puede estar sesgada
ideológicamente)?
La práctica ética implica un equilibrio de intereses y un
saber jerarquizar valores en función de las consecuencias de los actos. La gran
interrogante es ¿cuántos de los comunicadores están preparados moralmente para
sopesar esta realidad y en manos de quién debe recaer esta formación?
f. Virtualidad y simulacro
“Todas las demás
culturas han dejado huellas. Nuestro propio crimen sería perfecto, ya que no dejaría
huellas y sería irreversible.” (Baudrillard, 1996: 58) Ante tal situación, la
avanzada de la era digital, con un enfoque más claro hacia lo tecnológico que
hacia la persona humana, ha tendido una cortina que oculta la verdad sobre la
persona humana.
El ciberespacio, como señala Roman Gubern
(1999: 167) “no existe para ser habitado, sino para ser recorrido, es
decir, comparece como un espacio transitorio y efímero.”
La persona humana decide el lugar en el que habita y,
para su realización, opta por lo real. Y en este afán de darle pertenencia
virtual al hombre, la cultura digital simula el mundo a través de espejismos
altamente impactantes por lo emotivo “… la famosa ‘pantallización’ de la
sociedad, responsable de la densificación icónica, es también responsable de su
banalización icónica.” (Gubern, 1999: 124)
A manera de simulación en la creación del otro, la
simulación de la comunicación ha llegado a construir falsas expectativas de
contacto:
“1. Cibersexo con un sujeto real, que participa
activamente en el acto a distancia.
“2. Cibersexo con un sustituto icónico del
sujeto real deseado.
“3. Cibersexo con un sujeto inventado.” (Gubern,
2000: 216)
Así, los sistemas digitales, anclados en su superación
tecnológica continua, acentúan la transmisión de valores que otros medios
electrónicos entronizan en la sociedad: el hedonismo, la ludofilia, el
escapismo, el consumismo y la meritocracia. Además de ello, debilita las
relaciones personales y catapulta el culto a las soluciones inmediatas.
A ello se le suma el conflicto poco atento a la persona
humana de los dirigentes de los grandes consorcios de comunicación: “El diseño
de las políticas de comunicación en el mundo moderno está en manos
empresariales, en las que convergen los intereses o las estrategias de los
economistas y de los ingenieros. Unos y otros tienen en común que su lógica
predominante es la lógica de la cantidad (…). Y esta lógica cuantitativa no
sólo puede no ser coincidente con las lógicas cualitativas de los comunicólogos
o de ciertos proyectos políticos, sino que a veces puede ser claramente
opuesta.” (Gubern, 2000: 68)
Cuando a la descripción anterior se le suma la falsa
utopía del diseño de portales alternativos e independientes y la creciente
brecha económica, la sociedad se sumerge en la cultura digital a manera de
espectador y no de creador, seducido por la infografía y el propio sistema de
consumo.
Es decir, al anclar las esperanzas de emancipación a una
realidad virtual, fruto de la tecnología y del desconocimiento del pasado inmediato,
caemos de nueva cuenta en el espejismo del progreso. Sólo que, esta vez,
magnificado por un otro cada vez más disperso.
El gran desafío: la alfabetización hipermedial
Si se aprovecha el
carácter interactivo, personalizable, generador de comunidades; así como la
condición lúdica de los juegos, se podrían ofrecer herramientas a los niños y
jóvenes para que cuenten con el conocimiento y la experiencia necesaria para
dotar de valor y sentido su existencia a partir de la mediación que establecen
con la tecnología y el entretenimiento.
Una alfabetización hipermedial se hace fundamental para
dotarles de una conciencia crítica que les permita resolver los grandes
misterios de la existencia humana. Y es que una alfabetización medial e
hipermedial permite:
1. Profundizar en la acción educativa en la
familia, la escuela y la sociedad
2. Instruir y guiar a niños y
jóvenes.
3. Formar juicio crítico en
receptores
4. Establecer un diálogo
comprometido con los dueños de los medios y los anunciantes
5. Fomentar un espíritu creativo
que promueva la vida como una experiencia significante
6. Impulsar el sentimiento
artístico y la conciencia de la propia responsabilidad
7. Dominar las técnicas de difusión que impulsen una
educación en medios e hipermedios
8. Promover contenidos que
construyan una vida plena de sentido
9. Plantear una comunicación
humanizada que dignifique los espacios
10. Insistir en la
coparticipación activa de todos los sectores sociales involucrados para dignificar la condición
humana
11. Desarrollar prácticas
multialfabetizadoras
“Ser digital es poder crecer” predicaba Negroponte (1997:
60). Tal cual, pareciera que los jóvenes han tomado como suya la sentencia
anterior, pues son ahora ellos quienes han decidido tomar el control, buscando
contenidos exactos a sus necesidades informativas para ver cuando ellos quieren
y donde quieren. Basta ver el éxito de plataformas como YouTube, los blogs, el phonecast, el videocast, la televisión en demanda, el sistema TiVo, las tecnologías persona a persona
como el BitTorrent, las producciones
caseras y la publicación web, los
videojuegos en línea, las comunidades virtuales, el consumo televisivo en
espacios públicos y el consumo de Internet, de DVD’s y videojuegos durante los
horarios de prime time que antes pertenecían a la televisión.
Esta traducción del mensaje del mundo digital se encarna
de múltiples maneras, pero quizá la más interesante tiene que ver en cómo la
sociedad de la mente de Marvin Minsky se construye por el comportamiento
inteligente, el aprendizaje, el trabajo colectivo y el poder de la
selectividad.
Los medios sociales, aparatos y soportes digitales
permiten a la sociedad actual estar, como señala Giovanni Sartori (1998: 79):
“informadísima de muchas cuestiones y a pesar de ello no comprenderlas”. Ese es
el caso de las nuevas generaciones, que han tendido formas de relación muy
interesante pero poco comprensible para ellos en el fondo.
La convergencia, la digitalización y la hibridación
cultural/mediática, está interconectando códigos y maneras de comunicación. Por
un lado descentraliza la información, pero por otro centraliza la incertidumbre
y la inseguridad; por una vía su alcance se vuelve universal, pero en el fondo
no permite alcanzar la propia existencia; su uso es cada vez más fácil, pero se
vuelve más difícil compenetrar en las necesidades del otro; establece anchos y
vastos rangos de horizontalidad entre usuarios activos y participativos, pero
le cuesta diagramar rangos verticales con aspectos profundos y elevados como la
espiritualidad, la ética y la moralidad.
Las tecnologías hipermediales tejen laberintos de
sufrimiento, miedo y poca esperanza para quien se pierde en ellos. El ocio
también debe permitir al hombre ser lo que se es y llegar así, a ser más
hombre. Si el entretenimiento no ofrece un sentido de la vida, como pudiera, en
principio hacerlo la interacción constante entre usuarios, se vuelve crítica la
situación pues entonces se ha perdido el interés por lo humano y sólo importa
el intercambio de información, más no el entretejido de la comunicación.
Comunicar permite ser en relación. El dinamismo que
ofrecen las tecnologías de información no puede ser una ausencia significativa
cargado de intenciones vacías. La comunicación que se establece con los
hipermedios debe también apuntar a convertirse en un diálogo íntimo; un
encuentro con la propia naturaleza. Ese hablar sobre cosas, es un
significarlas. Si la relación que establecemos con el mundo depende en gran
mediad de las aproximaciones que hacemos vía el lenguaje y la comunicación, es
fundamental no contaminar el ocio y el entretenimiento con el vacío. Si no
queda lugar para el alma, para la finalidad y para la significación,
lógicamente no puede haber interés por el hombre. Yo me entretengo, yo pienso,
yo soy podría ser nuestra línea de interacción.
La proliferación de tecnologías hipermediáticas, la
comercialización y globalización de los mercados mediáticos, la fragmentación
de las audiencias masivas, la aparición de la interactividad, los medios
sociales, el código abierto, también puede fragmentarse la individualización.
Las nuevas generaciones que se muestran más abiertas, democráticas y
conscientes del uso tecnológico y el consumo del entretenimiento, deben contar
con las herramientas necesarias para poder autogestionar los deseos de
expresión, descubrimiento y autodesarrollo impulsados por las tecnologías de
información.
Si las generaciones cambian, si los medios y sus niveles
de penetración cambian, también deben cambiar nuestros modos de aproximación ética
al problema. Debemos de cuidar que sean vistos sólo como mercado potencial,
como un modo de ob-tener.
Los medios no pueden producir un cambio tan radical como
planteamos por sí mismo, todo dependerá de cómo se use. Procuremos que el uso
no pierda la mística natural que guardaba como medio para revitalizar la
condición humana. La naturaleza cambiante de los textos mediáticos, aunque esté
mutando, no debe perder de vista que su fin último es el hombre
Estamos aún en posibilidad de hacer eco entre los jóvenes
para que se sensibilicen con la parte de verdad, belleza y bondad que sigue
viva en las tecnologías de información y el mundo del entretenimiento.
David Buckingham nos recuerda: “Los medios constituyen en
este momento un entramado de redes muy amplias de poder social, económico e
institucional, y es vital que los jóvenes comprendan las formas complejas y a
veces contradictorias que dichas redes tienen de actuar” (Buckingham, 2006:
67).
En esa dialéctica de adentro y afuera planteada por
Giddens se eleva la esencia del hombre. Si logramos que el entretenimiento afine
y desarrolle las innumerables cualidades espirituales y corporales de los
miembros de la My Media Generation,
haremos más humana la vida social. La dimensión antropológica de los
hipermedios radica en que actúen de acuerdo con la naturaleza humana; que el
hombre no pierda de vista que es un fin para sí mismo. Si los medios están
tomando la esencia de la cultura: ser la forma espiritual de una sociedad, más
nos vale que se exprese como un significado patente, como un desafía a la
estructura natural que permita a los sujetos a hacer un frente visible a las
murallas del vacío y la vida carente de significado. Comunicar y entretener
deben ser sinónimos: utensilios para desplazarse por el mundo como seres
históricos, trascendentes, libres inteligentes y realizados y no como tierra
baldía; noche nublada que absorbe toda la luz del amanecer.
Referencias
Baran, S. e Hidalgo Toledo, J. A. (2005). Comunicación masiva en Hispanoamérica. Cultura y literatura mediática. México:
McGraw Hill.
Baudrillard, J. (1996). El crimen perfecto. Barcelona: Anagrama.
Bensmiller, K. (2005). Truly, Madly, Deeply Engaged: Global Youth,
Media and Technology. Santa Monica, California:
Yahoo!, OMD & Summit Series
Buckingham, D. (2005). Educación en medios: Alfabetización, aprendizaje y cultura
contemporánea. España: Paidós comunicación
Cassirer, E. (1985). Filosofía de las formas simbólicas. México: Fondo de Cultura
Económica.
Cassirer, E. (2000). Antropología filosófica. México: Fondo de Cultura Económica.
Curran,
J. , Morley, D. y Walkerdine, V. (1998) Estudios culturales y comunicación. Buenos Aires: Pidós
Umberto, E. (1990) Obra Abierta. Barcelona, España: Ariel
Giddens, A. (2005). Un mundo desbocado: Los efectos de la globalización en nuestras vidas.
México: Taurus
Gubern, R. (1999). Del bisonte a la realidad virtual. Barcelona: Anagrama.
Heidegger, M. (1987). De camino al habla. Barcelona: Serval-Guitard.
Hidalgo Toledo, J. A. (2006). “Inmersión
educomunicativa multivía. Aprendizaje hipermedial a través de los edublogs” en
Memorias del Primer Encuentro Docente en
Comunicación de Rojas Hernández, K.
S. México: CONEICC
López Quintás, A. (1968). Pensadores cristianos contemporáneos. Madrid: BAC.
Marchand, M. (1987) Los paraísos informacionales. París: Masson
Molinuevo, J. L. (2004). Humanismo y nuevas tecnologías. España: Alianza Editorial
Morduchowicz, R. (2008) La generación multimedia: significados, consumos y prácticas culturales
de los jóvenes. España: Paidós
Negroponte, N. (1997) El mundo digital. España: Ediciones B.
Roberts, D., Foehr, U.
& Rideout, V. (2005). Generation M:
Media in the lives of 8-18 year-olds. Stanford University: The Henry J.
Kaiser Family Foundation.
Sanabria, J. R (2000). Filosofía del hombre.
México: Porrúa.
Sartori, G. (1998). Homo Videns: la sociedad teledirigida. México: Taurus
Sartre, J. P. (2000). El ser y la nada. Buenos Aires: Losada.
Serrano, J. (1970). La soledad humana. Salamanca: Sígueme.
Silva, M. (2005) Educación interactiva: Enseñanza y aprendizaje presencial y on-line.
España: Gedisa
Silverstone, R. (2004). ¿Por qué estudiar los medios? Buenos Aires: Amorrortu
Zubiri,
X. (1987). Naturaleza, Historia, Dios. Madrid: Alianza Editorial.