Ética en la era digital - Hipermediatizaciones: Hiperconexiones y remediaciones entre signos y palabras

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Textos especializados en Comunicación Digital, Ciencias Sociales, Literatura, Poesía, Humanidades Digitales y Culturas Juveniles. Sitio personal del Dr. Jorge Alberto Hidalgo Toledo, Expresidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación, AMIC y Ex presidente del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación.

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lunes, 22 de junio de 2015

Ética en la era digital


Jorge Alberto Hidalgo Toledo

Abstract:

 La comunicación  es un acto referencial dotado de sentido y significación. Ella permite unirnos semánticamente a los demás seres morales y compartir con ellos valores, tradiciones, costumbres e ideas enriqueciendo la experiencia vital. La comunicación es encuentro, es intimidad, es vincularse con el otro, es diálogo, es entrega, es construcción comunitaria, es donación y servicio al otro y por los otros. Ahora bien, ¿qué desafíos presenta la comunicación en la era digital? ¿Cómo entender la descentralización de la persona en su interacción vía Chat, o en agregadores de contenido propios de la web 2.0? La presente ponencia presenta una reflexión sobre lo que implica la acción comunicativa; la interacción simbólica establecida con la convergencia tecnológica y los grandes dilemas resultantes de la comunicación mediada por computadoras. La ponencia profundizará en la naturaleza ética de los medios; la libertad de expresión, el derecho y el acceso a la información; la equidad y la justicia social; la indecencia, la obscenidad y la pornografía en la red; la desregulación; la veracidad y honestidad; la privacidad  y confidencialidad de la información. Se ofrecen como alternativas dos vías de mediación ética: la infoética y la semiótica.



Introducción
 La comunicación  es un acto referencial dotado de sentido y significación. Ella permite unirnos semánticamente a los demás seres morales y compartir con ellos valores, tradiciones, costumbres e ideas enriqueciendo la experiencia vital. La comunicación es encuentro, es intimidad, es vincularse con el otro, es diálogo, es entrega, es construcción comunitaria, es donación y servicio al otro y por los otros. Ahora bien, ¿qué desafíos presenta la comunicación en la era digital? ¿Cómo entender la descentralización de la persona en su interacción vía Chat, o en agregadores de contenido propios de la web 2.0? El presente texto presenta una reflexión sobre lo que implica la acción comunicativa; la interacción simbólica establecida con la convergencia tecnológica y los grandes dilemas resultantes de la comunicación mediada por computadoras. El trabajo indaga en la naturaleza ética de los medios; la libertad de expresión, el derecho y el acceso a la información; la equidad y la justicia social; la indecencia, la obscenidad y la pornografía en la red; la desregulación; la veracidad y honestidad; la privacidad  y confidencialidad de la información.
La comunicación constituye una experiencia trascendental dotada de significado que sobrepasa la gramática de la realidad. Los medios de comunicación tienen como función social dar certeza existencial a las personas; no obstante, los procesos y medios de comunicación actuales han puesto al descubierto una serie de irregularidades que nos llevan a hablar de indigencia comunicativa, ausencias cognoscitivas y pobreza informativa.  Ahora bien, ¿son los códigos de ética la única alternativa que tienen los responsables de los contenidos de la comunicación social?, ¿hasta dónde deben participar los medios en la autorregulación, control normativo y conductual de los informadores?, ¿en qué medida los nuevos lenguajes han modificado la interacción de las audiencias y estos a su vez plantean nuevos desafíos?, ¿es la alfabetización hipermedial una alternativa para empoderar la mediación ética de las nuevas audiencias?

La ontología de la comunicación
¿Qué es la comunicación sino un acto referencial dotado de sentido y significación? Y decimos referencial porque es a través del lenguaje y su carácter comunitario que invocamos, evocamos y se nos “autorrevela el mundo” (Cassirer, 1985: 18). Esta interacción sintáctica y dinámica entre la materia, el individuo, la percepción y la inteligencia es la que permite unirnos semánticamente a los demás seres morales y compartir con ellos valores, tradiciones, costumbres e ideas enriqueciendo la experiencia vital. De esta forma, la comunicación constituye, no una intención vacía como creía Husserl sino como bien apunta Sastre, “una experiencia trascendental” (Sartre, 2000: 307); una relación de compromiso que sobrepasa la gramática, la realidad y el lenguaje. Comunicar es “extender la mano” (López Quintás, 1968: 125), es encuentro, es intimidad, es vincularse con el otro, es diálogo, es entrega, es darse al otro; lo que la hace sinónimo del amor.
La comunicación, no es un mero accidente que ocurre entre los hombres; por ello, hoy día, se distingue de informar. Comunicar, por el contrario, es dotar de significado las cosas del mundo; lo que significa, dotar de sentido a la existencia misma.  Con ello queremos apuntalar que es la persona el centro y el destino de la acción comunicativa. Lo que debería llevarnos a creer que en cada palabra vertida en Facebook, Twitter, un Chat, en cada imagen transmitida en tiempo real por YouTube, en cada sonido descargado de Blip.fm o Limewire debería haber, como afirmaba Gabriel Marcel, una “certeza existencial”  (Sanabria, 2000: 155), pero no la hay. Esta invocación recíproca de encuentros interpersonales es la ontología misma de la comunicación. Quienes buscamos el “Ser” de la comunicación, en el fondo buscamos al hombre mismo. Siendo la humanidad entera la que se oculta detrás del fenómeno comunicativo es vital analizar la función de los medios  y ver si estos, en verdad, están al servicio del hombre.
La interacción simbólica que se ha tendido en la red y la convergencia tecnológica, ha puesto al descubierto la ausencia de un rostro y la desnudez del cuerpo. Por ello, podemos hablar de indigencia comunicativa, de egoísmo simbólico, de extranjeros gramaticales, de ausencias cognoscitivas, de despojo mediático, de soledad significativa, de pobreza informativa, de miseria existencial. Quizá el problema más grave y evidente de la comunicación en la era digital no sea la brecha informativa sino la ausencia de una metafísica significativa que permita nuevamente la posesión del mundo y la instauración de una comunidad universal de personas por el don de la comunicación.
Devolver el sentido trascendente a la acción comunicativa implica volver los ojos a la centralidad de la persona, al reconocimiento y valoración del otro, a la ética y a los fundamentos de los medios: servir (buscar el bien común), unir (solidaridad) y equilibrar (justicia) a la sociedad. He aquí nuestra revisión bioética de la acción comunicativa en la era de internet. Regresemos al “ser a su morada” (Heidegger, 1987: 26); registremos la propia existencia y sus condiciones ética para hablar nuevamente de significación y sentido en la acción humana; para entender nuevamente la comunicación como la mediación ética del mundo.
Ya lo plantea Roger Silverstone (2004: 23) “Los medios están ahora en el centro de la experiencia, en el corazón de nuestra capacidad o incapacidad para encontrarle un sentido al mundo en que vivimos”.

Las nuevas audiencias
Hace poco más de veinte años los medios de comunicación masiva dieron un giro radical a la cultura y sus aproximaciones hipermediales. El nacimiento de la cadena musical MTV había gestado una generación de usuarios que tenderían a ver el mundo como un videoclip: edición rápida, historias paralelas, pensamiento no lineal, alteración  del contexto visual por sobre información, la conjunción de discursos: visuales, auditivos y narrativos y yuxtaposición de texturas y colores. A partir de ahí, los jóvenes consumidores de medios no volvieron a ser los mismos. Una nueva sintaxis estaba definiendo la estructura gramatical del consumo mediático. Posteriormente, se categorizó a la Generación click, altamente familiarizada con el discurso mediático establecido por las computadoras personales, el nacimiento de la nueva carne en que la máquina y su inteligencia artificial, intentan ser una reproducción a imagen y semejanza del hombre; la Generación Red que nació y creció empapada de la lengua de Internet deseosa de hacer extensiva la naturaleza del hombre al entorno global; y, la Generación M presentada por Donald Roberts en el año 2005 en el estudio realizado para la Kaiser Family Foundation llamado Generation M: Media in the lives of 8-18 year-olds. Esta Generación altamente mediatizada, en línea y medianamente tolerante a los contenidos publicitarios dio paso al registro de My Media Generation; jóvenes entre los 13 y los 24 años que nacieron y crecieron con los medios interactivos e inalámbricos. Esta Generación, evolución de la reportada por Roberts, posee un gran número de medios portátiles propios; adoptaron como suyas las tecnologías de información móvil e Internet; usan los medios tradicionales únicamente para saber de moda, belleza, celebridades, actitudes a imitar; son multitasking y están altamente acostumbrados al engranaje mediático publicitario.  (Hidalgo, 2006).
            Nuevas industrias, nuevas tecnologías de información, nuevos medios, nuevos consumos, nuevas generaciones, nuevos usos… Ello implica también ¿nuevas dimensiones éticas y antropológicas de los medios?
            Una nueva revolución simbólica/antropológica se está viviendo; los resultados: cambios profundos en la personalidad, nuevos modos de interacción, diálogo y significación. Necesariamente toda nueva sintaxis establece una nueva semántica y por ende, una nueva pragmática. He ahí donde se teje nuestro reflexión, en el repensar preguntas básicas alrededor de la persona humana y su destino trascendente ante la conjunción de entretenimiento, ocio y tecnologías de información y sus implicaciones éticas.
            La imagen tradicional con que el hombre se aproximaba a los medios de comunicación está cambiando y ese cambio lleva oculto algo más que una nueva descripción, implica un nuevo pensar, un nuevo explicar y un nuevo captar el valor en sí de la persona.
            José Luis Molinuevo apunta en su texto Humanismo y nuevas tecnologías (2004) que la deshumanización llega cuando se da la pérdida de identidad para ganar otra nueva. ¿Estaremos ante un caso así?, ¿es tiempo ya de repensar en el hombre y su relación con aquello que hoy día llena más del cien por ciento de su tiempo?
En esa estepa mediática hoy nos preguntamos: ¿qué papel juegan los medios en la vida de la generación digital?, ¿cómo interpretan?, ¿qué socializan? Los medios permiten a estos jóvenes:
1.     Ver si sus ideas son compartidas por otros.
2.     Les ayudan a entender algo de los problemas que tiene la gente.
3.     Aprenden nuevos estilos de vida
4.     Ven cómo otros resuelven problemas similares a los suyos
5.     Exploran la realidad
6.      Buscan consejo
7.      Tienden redes de sociabilidad
8.      No se quedan fuera de la conversación del grupo de iguales
9.      Son un territorio común
10.   Fundamentan coherencia interna del grupo y definen las fronteras exteriores
11.   Hablan de temas relacionados con identidad, embarazosos y prohibidos
12.   Establecen relaciones interpersonales
13.   Ejercen la autorreflexión y se implican en debates morales
14.   Realizan una interpretación activa con actitud crítica y lectura irónica
Los medios como afirma Roxana Morduchowicz (2008: 57): “ofrecen un modo de posicionarse frente al mundo, frente a los demás y frente a uno mismo. Permiten mirar de otra manera la realidad y pensar en el lugar que cada uno ocupa en ella”. Bajo este matiz, ¿cuáles son las nuevas motivaciones de la Generación hipermedial?:
·      Vivir un mundo de fantasía
·      Ver el mundo con humor
·      Ver cómo viven otros
·      Qué haría yo en esa situación
·      Dibuja emociones
·      Satisfacción emocional
·      Implicación con la vida íntima
·      Escape de la realidad
·      Excitación
·      Resolver problemas
·      Atracción de personajes y tramas
En resumen, estos jóvenes buscan en los medios: contenidos exactos a sus necesidades informativas para verlos cuando ellos quieran, donde quiera y desde la plataforma o soporte que quieran.

La Comunicación en la era digital
¿Hasta dónde intervienen los medios en la vida del hombre moderno?, ¿Son real y solamente un utensilio para conseguir algo o es el hombre el instrumento de los medios para conseguir un aparente bien mayor?, ¿Hasta qué punto se puede hablar de una interacción de usos equitativos? Un medio, nos recuerda el profesor David Buckingham en su ya célebre texto, Educación en Medios (2005: 19): “es algo que utilizamos cuando deseamos comunicarnos con las personas indirectamente, es decir, sin que medie contacto personal o los interlocutores se vean cara a cara (…) Los medios no nos ofrecen una ventana transparente sobre el mundo. Ofrecen cauces o conductos a través de los cuales pueden comunicarse de manera indirecta representaciones o imágenes del mundo. Los medios intervienen: no nos ponen en contacto directo con el mundo sino que  nos ofrecen versiones selectivas del mismo”.
Intervención, representación y selección; en pocas palabras, mediación intencionada y velada. Dar cuenta que en el corazón de la interacción hombre/medios se encuentra una relación de uso o servicio; es dar cuenta que en medio de esa relación se puede estar cultivando una paradoja que fundamenta al hombre como una cosa más al servicio de un sistema lo que da por ende una crisis de significación de la antropología y la ontología mediática.
¿Qué lectura están haciendo las jóvenes generaciones de los textos mediáticos?, ¿Los medios sociales (los wikis, blogs, podcast, mensajeros instantáneos, videocast, skype, radio por Internet, etcétera), los videojuegos, Internet, el cine, la publicidad, la música son con y por los hombres? Con el uso dado, ¿permiten responder las interrogantes de la existencia en una forma participativa, interactiva, personal, como lo dicta la propia ontología de las tecnologías de información? (Ver Diagrama 1 y 2)
Diagrama 1
Nuevos medios
 
Fuente: Propia
El hombre, como “criatura constantemente en busca de sí misma” (Cassirer, 2000) ha encontrado en las nuevas tecnologías de información y el mundo del entretenimiento, aparentes respuestas a los grandes misterios de su existencia. Paradójicamente los niños y jóvenes no sólo han aprendido a “leer” y “escribir” en los medios mensajes, conocimientos y habilidades; también han aprendido a interpretar y valorar positiva o negativamente su existencia.



Diagrama 2
Naturaleza de los hipermedios
Fuente: Propia
En el dinamismo del proceso mediático un nuevo orden moral plantea referentes e interrogantes complejas para entender la mutación de nuestra naturaleza o aquello que permite adentrarnos en ella.
Los medios y el entretenimiento hacen cada vez más evidente su condición de omnipresentes e inevitables. Sus recursos simbólicos están presentes en todos los momentos de la vida. Si pensamos en el valor cultural que tienen los medios en la vida de la ahora denominada Generación Mi Medio, que los entienden como sinónimo de diversión, tiempo libre, ocio y pasatiempo, se vuelve fundamental estudiarlos y entenderlos para describir la respuesta existencial que están encontrando al involucrarse y empatar simbólicamente con las actitudes y formas de conducta que promueven (Ver Tablas 1 y 2).



Tabla 1
Consumo mediático comparativo de My Media Generation
Fuente: adaptación basada en Bensmiller, 2005.

Tabla 2
Pasatiempo y diversiones de My Media Generation
Fuente: adaptación basada en Bensmiller, 2005.
En el año 2005, Kurt Bensmiller dirigió el estudio denominado Truly, Madly, Deeply Engaged: Global Youth, Media and Technology, para fundamentar la entrada de Yahoo! en los mercados emergentes más importantes del planeta. Con la investigación generada, logró identificar el nacimiento de una generación para la cual:
•          Los medios juegan un rol fundamental en sus vidas.
•          Tienen un mayor compromiso, profundidad y pasión con los nuevos medios.
•          Son poco receptivos a experiencias mediáticas pasivas.
•          Sus principales canales de comunicación son la música, Internet y los dispositivos móviles.
•          Filtran publicidad aceptando sólo lo que consideran relevante, entretenido y significativo.
•          No pueden vivir sin los nuevos dispositivos tecnológicos. (Bensmiller, 2006)
Detrás de todos estos elementos se manifestó que la principal motivación era la interconexión; es decir, adoptan las tecnologías y formas de entretenimiento que les permiten: desarrollar un sentido de pertenencia (comunidades virtuales); “grafitear el mundo con su voz” y ser valorados por lo que son, sin importar con ello expresarse de modo irreverente y anárquica (autoexpresión); y finalmente, dar testimonio simbólico de su identidad (personalización). Los medios o vehículos de entretenimiento que mejor permiten establecer la triada semántica son la música, Internet y los dispositivos móviles. (Ver Diagrama 3 y 4)
Diagrama 3
Nuevos públicos
 

Fuente: Propia



Diagrama 4
Interconexión es la principal motivación de My Media Generation
 

Fuente: Bensmiller, 2005
La Generación My Media, reportada por Bensmiller, está altamente acostumbrada a dos fenómenos particulares: el multitasking (actividades múltiples) y el media meshing (engranaje multimediático), ambos derivados de la necesidad de realizar al mismo tiempo varias acciones por sobrecarga de preocupaciones y presiones, más que por una habilidad de inteligencia mediática. La tecnología para estos jóvenes ocupa un lugar determinante en sus vidas pues ven en ella un modo de mejorar su calidad de vida; les permite mantenerse interconectados con su núcleo fundamental portador de sentido (familia y amigos). Los jóvenes que buscan contenidos exactos para verlos cuando quieren, donde quieren y en la plataforma en la que quieren, nos llevan a repensar en el planteamiento de Nicolás Negroponte (1997) en el que insistía en que la tecnología habría de transformar no sólo al mundo, a la sociedad sino al hombre mismo. Y no cabe duda, hoy la tecnología es el eje rector del entretenimiento. (Ver Tabla 3)


Tabla 3
Macrotendencias que moldean a My Media Generation
Fuente: Propia basada en Bensmiller y Roberts
Videos, dispositivos electrónicos, televisión y radio satelital, computadoras personales, Internet, son parte de las transformaciones que han afectado cualquier aspecto de lo que hacemos. Hoy, los mercados globales, la economía digital, el dinero electrónico, la comunicación instantánea y electrónica, las transmisiones satelitales se entrelazan como un grito para confrontar el silencio eterno y celebrar la mundialidad. Pensar la globalización nos lleva, como apunta Anthony Giddens (2005) en un ver lo de afuera, para sumergirnos en lo de adentro; en un contemplar la transformación que se vive en el interior de los sistemas familiares, los valores humanos y las afectaciones directas e indirectas en la persona humana. Las presiones hacia arriba y hacia abajo confrontan las identidades. Fluyen nuevas voces ideológicas desde el corazón mismo de las industrias culturales. Una nueva conquista se está llevando a cabo: la conquista de las identidades.
Entre las principales características que encontramos en la era digital que terminan impactando en las identidades son:
1.     Participación y co-producción de sentido / prosumer
2.     Creación colectiva / declinación del autor
3.     Creación continua / reconocimiento de la propiedad
4.     La multiplicidad de interfaces / convergencia / Hibridación de contenido
5.     El autor delega toda la responsabilidad al receptor
6.     Inmersión informativa / acceso a la información
7.     Interactividad / era de la participación real y no mental
8.     El mensaje es el lugar del diálogo; es proceso y no producto final
9.     Libertad de expresión y de experimentación
Marie Marchand en su libro Los paraísos informacionales (1987: 45) suma a estos puntos lo siguiente: “El autor no es ya un narrador que nos atrae de la manera más seductora a su universo mental e imaginario y nos hace participar, en el espacio de un momento, de su visión del mundo. El autor se vuelve un constructor de espacios, de universos pre-construidos.”
De esta forma los hipermedios ofrecen como plus comunicacional: Intervención por parte del usuario sobre el contenido; transformación del espectador en actor; diálogo individualizado con los servicios conectados; acciones recíprocas en modo dialógico con los usuarios; cada uno de los espectadores recibe mensajes producidos por los otros y responde a ellos (Silva, 2005).
Y como plus social: Los jóvenes se definen a sí mismos por su relación la cultura popular y los medios. Comprender sus espacios nos permitirá comprender quiénes son, cómo se definen socialmente y cómo funciona la sociedad en que viven. Algunas gratificaciones que obtienen de los medios: sentido de pertenencia; compañerismo; interacción personal; nuevas percepciones de sí mismo; construcción de identidad; experimentación de liberación emocional; escape de la realidad no deseada; fuente de relajación (Curran, Morley, Walkerdine, 1998).
En la mayoría de los países, los niños y los jóvenes pasan más tiempo consumiendo medios que en la escuela. Sus modos de socialización se centran en ver cine, televisión, hojear revistas, navegar por Internet, jugar videojuegos, escuchar música. Los medios, son el pasatiempo más significativo de su tiempo libre.
La importancia de los medios y el entretenimiento no está sólo en el plano económico, social y cultural. Los medios están sustituyendo a instituciones como la familia, la Iglesia y las escuelas. Se han vuelto omnipresentes e inevitables. Proporcionan los recursos simbólicos más significativos de la vida de los chicos; forman actitudes, conductas y creencias. Promueven estilos de vida, incluso, indeseables; corrompen, son vehículo de placeres superficiales, sustituyen los valores, manipulan, discriminan y atentan contra la salud social cuando se lanzan contra su función de promover la verdad, la belleza y el bien.
La paradoja de la expansión hipermedial está en que la sintaxis con la que está redactando las líneas del mundo, especialmente entre las generaciones jóvenes, produce oraciones y sentencias que no apuntan del todo a llenar los espacios vacíos con que se responden a los grandes problemas de la existencia.
Ante este escenario Umberto Eco (1990: 59) nos diría: “El discurso abierto es una llamada a la responsabilidad, a la elección individual, un desafío y un estímulo para el gusto, para la imaginación, para la inteligencia”.

La ética en la era digital
Hoy día los comunicólogos, antropólogos, sociólogos y politólogos hablan de la necesidad de contar con medios de comunicación libres y responsables para la creación de sistemas democráticos donde prime la libertad de expresión e informativa. Para ello, han creado múltiples modelos y teorías de responsabilidad social, códigos de ética, vías de autorregulación y legislación para justificar el buen actuar de los medios ante la sociedad civil. Muchos han sido los estudios dedicados a los efectos de los medios y los intentos para establecer un uso ético de los mismos.  Pero, ¿podemos hablar realmente de ética mediática si limitamos los esfuerzos a generar legalismos, normativas y códigos de conducta más que intentos por visualizar a los medios como herramientas colaborativas para devolver el lugar del hombre en el mundo?
Esta reubicación del hombre, debe partir necesariamente del entender que los medios están al servicio del hombre. Pero, ¿qué implica este servicio? Cuando hablamos del “servicio” que prestan los medios de comunicación, nos referimos a su aportación para lograr un factor de crecimiento y progreso humano, progreso de la verdad del hombre, progreso cultural, social y económico. De ahí que en términos concretos busquemos que los medios de comunicación estén a la defensa de la promoción de la verdad integral.
Los medios deben servir para encontrar respuestas verdaderas; para desarrollar las habilidades; para conocer, compartir y comunicar las intenciones, deseos, sentimientos, conocimientos y experiencias; para comprender, actuar con libertad y progresar; para establecer relaciones, solidarizarnos; para enriquecernos intelectual, moral, social y espiritualmente; para promocionar los valores humanos y la vida humana; para realizar un encuentro entre hombres, culturas, ideologías, historias y signos trascendentes.
Cuando los medios e hipermedios, pierden este sentido de utilidad, se pierde con ello el sentido de la condición humana y se terminan agrediendo: la dignidad humana, los valores universales, la cultura, los sistemas económicos, políticos y sociales.
La comunicación que se sostiene de la experiencia común, solidaria y caritativa –porque ofrece lo mejor del otro- termina construyendo el cuerpo del mundo. El rostro y la identidad que tomará se define como lengua viva; pues serán los hombres los que moldeen el mundo para mejorar su calidad de vida y no los medios los que moldeen sus opiniones y los aspectos fundamentales de su vida.
La acción fecunda de los medios es aliviar la indiferencia, eliminar el aislamiento, desbancar el rechazo, derrotar el egoísmo, reconstruir la incomprensión, diluir “la tonalidad grisácea de la existencia” (Serrano, 1970: 45).
La soledad del hombre tecnológico, es la de aquél que ha visto pisoteada su intimidad por los abusos de la imagen, los vacíos de la palabra, los silencios informativos, la mezquindad de la manipulación, la persuasión de la indecencia, la falta de responsabilidad social y una ética en los medios.
Pues como afirma Silverstone (2004: 57): “Nuestro mundo mediatizado se está inundando rápidamente de mensajes y llamados que hay que oír; un empalago de información, de placeres, de persuasiones, para comprar, votar, escuchar”
Todo esquema formal e informal de control de los medios debe trascender las leyes y reglamentos para contemplar algo más que códigos de conducta. Una ética integral debe contemplar todos los aspectos de la persona humana y su interrelación con el medio. Los medios como bien señalaba Xavier Zubiri deben servir para “realizar la vocación humana, ser de verdad hombres” (Zubiri, 1987: 259).
Y es que al aplicar la ética cada persona pasa a ser un agente moral, un mediador ético de la realidad. Y es que cada hombre es tanto más hombre cuanto más ha realizado su libertad, cuanto más vive desde la profundidad de sus decisiones axiológicas.

Desafíos éticos
 Ante el uso y abuso de las libertades (expresión, prensa, acceso a la información) es importante revisar algunos temas concretos que atañen la responsabilidad y la libertad de los medios como lo son la indecencia, la desregulación, los derechos de autor e Internet.

a. Indecencia, obscenidad y pornografía
¿Cuáles son los límites de la transmisión?, ¿hasta dónde es ético explorar la intimidad, el lenguaje y la corporeidad para ganar audiencias, “expresarse” y satisfacer “los gustos” de los distintos auditorios? Cada vez son más las quejas que reciben los medios de comunicación por parte de los distintos públicos que se han sentido molestos por la transmisión de programas con contenidos y lenguajes sexuales, indecentes, groseros, vulgares, perversos, vacuos y ofensivos. La obscenidad y la pornografía se han vuelto la fórmula de muchos productores de contenido.
            La solución que promovió la Comisión Federal de Comunicaciones en Estados Unidos, ante este problema fue el establecer una barra programática –denominada puerto seguro- que transmite de 10 pm a 6 am. Con esta medida se pensó que ni se restringiría la libertad de expresión y derecho a la información de aquellos que desean ver u oír dichos contenidos; y por otro lado, se protegía a televidentes y escuchas que no quieren esos contenidos. No obstante, vuelven a la mente las preguntas: ¿deben los medios objetivar la corporeidad humana?, ¿hasta dónde es lícito y moral reducir la existencia humana a un objeto de placer?, ¿por qué permitimos la trivialización de los medios presentando y exaltando comportamientos denigrantes fomentando una cultura hedonista, irresponsable y denigrante cuando deberíamos buscar que los medios promuevan una cultura de la vida?
            El 10 de julio de 2004, el Tribunal Supremo rechazó en Washington, la entrada en vigor de la Ley de Protección Online de los Niños, por considerar que violaba la libertad de expresión. La Ley pretendía imponer fuertes penas financieras a los sitios de Internet que permitieran que algún menor de edad tuviera acceso a la pornografía. Los opositores a la ley insistieron en que son los filtros y no las penas las que otorgarán una solución.
            La fuerte exposición  a contenidos nocivos por parte de los niños y adolescentes se ve reforzada por la disminución de la influencia de instituciones como la escuela a la hora de guiar el comportamiento y formación de los jóvenes. Si sumamos, la renuncia de los padres a establecer normativas éticas, la falta de responsabilidad de los realizadores, la facilidad de acceso que posibilitan los motores de búsqueda, el anonimato y la gran industria que respalda a la pornografía y la vulgaridad, el problema se agrava a tal grado que investigadores de la Universidad de Syracuse hablan del surgimiento de una cultura de la obscenidad.

b. Desregulación
¿Existe un punto medio y de equilibrio entre los intereses públicos, privados y comerciales? Cuando se pierde el rumbo de la noción de equidad y justicia social de los medios de comunicación es importante que exista algún mecanismo o institución que vele por el “buen juicio” y “el buen uso” de las difusoras como servidoras del interés, conveniencia y necesidades del público garantizando que ante el fenómeno de la desregulación de los medios no se viole, por un lado la libertad de expresión; por otro no se ofenda al auditorio; y finalmente no se abuse económicamente del acceso a la información. La desregulación de los medios en principio promueve la concentración, conglomeración, el hipercomercialismo, abandono de las normas de la decencia ya que libera al medio de su obligación con el público: informar y educar; permitiendo la concentración de los mismos en manos de unos cuantos.

c. Derechos de autor
El tema de la justicia, la equidad, la propiedad y la valoración de la persona y su trabajo, se extiende a los derechos de autor. La protección legal y económica se ha vuelto un serio dolor de cabeza para muchos legisladores internacionales que han reanudado la discusión ante la descarga ilegal de música grabada, la comercialización de series de televisión y películas en DVD, y la manipulación de imágenes para su uso en Internet. Actualmente se promueve el uso justo, es decir, el que se emplee sin autorización ni pago cuando: 1) se haga sin fines de lucro; 2) el fin sea didáctico o científico; 3) no se mengue el valor comercial del original; y 4) el uso sea de interés público.
            No obstante, Internet, obligó a que se repensaran estas medidas ante el surgimiento de programas para desencriptar softwares, la descarga ilegal de MP3 y los archivos compartidos. El control de los contenidos, no es una limitación al acceso a la información, sino un modo de proteger la autoría de los productos comunicativos.
            En 2002, se promulgó en Estados Unidos de Norteamérica, la Ley de Derechos Digitales de los Consumidores, que nos puede ayudar a entender el rumbo que lleva hoy día la discusión. En ella se especifica:
·      El derecho a “desplazar el tiempo” del contenido de audio y video; es decir, a grabar para reproducir más tarde.
·      El derecho a “desplazar en el espacio” música y videos; es decir, a copiar contendido en discos vírgenes, varias computadoras o reproductores portátiles en varios lugares.
·      El derecho a hacer copias de respaldo.
·      El derecho a usar el contenido en la plataforma que se prefiera: PC con Windows, Macintosh, reproductor de DVD, lo que el consumidor quiera.
·      El derecho a traducir el contenido a otros formatos (por ejemplo, CD a cinta) (Baran, Hidalgo, 2005)

d. Veracidad y honestidad
¿Hasta dónde se han comprometido los medios para decir la verdad?, ¿cuánto de sus contenidos es una mera parcialización de la realidad? El subjetivismo y el relativismo actual, son los dos grandes pretextos en los que se amparan los malos comunicadores para justificar su imposición de “su verdad”. La veracidad y la honestidad informativa deberían ser los principales ejes de acción de los profesionales de los medios; sin embargo, hay medios que insisten en que la verdad no “vende” por ello se han dado a la tarea de manipularla a sus intereses, amplificando la noticia, o reduciendo su impacto para provocar efectos y reacciones según sus intereses. Así, han creado una realidad ajena a la que deberían mostrar. Lo mismo ocurre cuando ignoran temas, distraen la atención de los espectadores o combinan información para imponer su definición de verdad.

e. Privacidad, confidencialidad y problemas personales de intereses
Uno de los grandes temas a debate es el derecho a la privacidad. Los reality shows y las redes sociales han llevado a la mesa de discusión interrogantes vinculadas con la invasión de la intimidad. Las persecuciones a personajes públicos a través de paparazzis, la exhibición pública de problemas familiares, la publicación de las orientaciones sexuales de las personas, el asalto mediático para explorar gráficamente lo que antes era un secreto matrimonial, son algunos de los tantos puntos que se deben considerar para equilibrar el derecho del público a saber y los intereses de privacidad de las personas.
            El derecho a la privacidad y la confidencialidad van muy ligadas; ya que por un lado se explota la intimidad de las celebridades y se busca protegerlos legalmente; y por otro, se exige a los comunicadores que hagan públicas todas sus fuentes y materiales que deben ser de conocimiento público. ¿Existe una media?, ¿qué tipo de información debe mantenerse en secreto mediático?,  ¿cuáles son los límites de la libertad de expresión?, ¿quién debe regular este aspecto: el gobierno, las instituciones, los medios o la propia persona?, ¿qué implicaciones tiene el que sea sólo el gobierno (con sus respectivos intereses políticos) el que legisle el actuar de los medios, o que quede en manos del sistema de autorregulación del medio (que se gobierna por sus intereses económicos), o que se limite a la práctica ética personal (que también puede estar sesgada ideológicamente)?
            La práctica ética implica un equilibrio de intereses y un saber jerarquizar valores en función de las consecuencias de los actos. La gran interrogante es ¿cuántos de los comunicadores están preparados moralmente para sopesar esta realidad y en manos de quién debe recaer esta formación?

f. Virtualidad y simulacro
“Todas las demás culturas han dejado huellas. Nuestro propio crimen sería perfecto, ya que no dejaría huellas y sería irreversible.” (Baudrillard, 1996: 58) Ante tal situación, la avanzada de la era digital, con un enfoque más claro hacia lo tecnológico que hacia la persona humana, ha tendido una cortina que oculta la verdad sobre la persona humana.
            El ciberespacio, como señala  Roman Gubern  (1999: 167) “no existe para ser habitado, sino para ser recorrido, es decir, comparece como un espacio transitorio y efímero.”
            La persona humana decide el lugar en el que habita y, para su realización, opta por lo real. Y en este afán de darle pertenencia virtual al hombre, la cultura digital simula el mundo a través de espejismos altamente impactantes por lo emotivo “… la famosa ‘pantallización’ de la sociedad, responsable de la densificación icónica, es también responsable de su banalización icónica.” (Gubern, 1999: 124)
            A manera de simulación en la creación del otro, la simulación de la comunicación ha llegado a construir falsas expectativas de contacto:
“1. Cibersexo con un sujeto real, que participa activamente en el acto a distancia.
“2. Cibersexo con un sustituto icónico del sujeto real deseado.
“3. Cibersexo con un sujeto inventado.” (Gubern, 2000: 216)
            Así, los sistemas digitales, anclados en su superación tecnológica continua, acentúan la transmisión de valores que otros medios electrónicos entronizan en la sociedad: el hedonismo, la ludofilia, el escapismo, el consumismo y la meritocracia. Además de ello, debilita las relaciones personales y catapulta el culto a las soluciones inmediatas.
            A ello se le suma el conflicto poco atento a la persona humana de los dirigentes de los grandes consorcios de comunicación: “El diseño de las políticas de comunicación en el mundo moderno está en manos empresariales, en las que convergen los intereses o las estrategias de los economistas y de los ingenieros. Unos y otros tienen en común que su lógica predominante es la lógica de la cantidad (…). Y esta lógica cuantitativa no sólo puede no ser coincidente con las lógicas cualitativas de los comunicólogos o de ciertos proyectos políticos, sino que a veces puede ser claramente opuesta.” (Gubern, 2000: 68)
            Cuando a la descripción anterior se le suma la falsa utopía del diseño de portales alternativos e independientes y la creciente brecha económica, la sociedad se sumerge en la cultura digital a manera de espectador y no de creador, seducido por la infografía y el propio sistema de consumo.
            Es decir, al anclar las esperanzas de emancipación a una realidad virtual, fruto de la tecnología y del desconocimiento del pasado inmediato, caemos de nueva cuenta en el espejismo del progreso. Sólo que, esta vez, magnificado por un otro cada vez más disperso.      

El gran desafío: la alfabetización hipermedial
Si se aprovecha el carácter interactivo, personalizable, generador de comunidades; así como la condición lúdica de los juegos, se podrían ofrecer herramientas a los niños y jóvenes para que cuenten con el conocimiento y la experiencia necesaria para dotar de valor y sentido su existencia a partir de la mediación que establecen con la tecnología y el entretenimiento.
            Una alfabetización hipermedial se hace fundamental para dotarles de una conciencia crítica que les permita resolver los grandes misterios de la existencia humana. Y es que una alfabetización medial e hipermedial permite:
1.    Profundizar en la acción educativa en la familia, la escuela y la sociedad
2.    Instruir y guiar a niños y jóvenes.
3.    Formar juicio crítico en receptores
4.    Establecer un diálogo comprometido con los dueños de los medios y los anunciantes
5.    Fomentar un espíritu creativo que promueva la vida como una experiencia significante
6.    Impulsar el sentimiento artístico y la conciencia de la propia responsabilidad
7.    Dominar las técnicas de difusión que impulsen una educación en medios e hipermedios
8.    Promover contenidos que construyan una vida plena de sentido
9.    Plantear una comunicación humanizada que dignifique los espacios
10. Insistir en la coparticipación activa de todos los sectores sociales  involucrados para dignificar la condición humana
11. Desarrollar prácticas multialfabetizadoras
            “Ser digital es poder crecer” predicaba Negroponte (1997: 60). Tal cual, pareciera que los jóvenes han tomado como suya la sentencia anterior, pues son ahora ellos quienes han decidido tomar el control, buscando contenidos exactos a sus necesidades informativas para ver cuando ellos quieren y donde quieren. Basta ver el éxito de plataformas como YouTube, los blogs, el phonecast, el videocast, la televisión en demanda, el sistema TiVo, las tecnologías persona a persona como el BitTorrent, las producciones caseras y la publicación web, los videojuegos en línea, las comunidades virtuales, el consumo televisivo en espacios públicos y el consumo de Internet, de DVD’s y videojuegos durante los horarios de prime time que antes pertenecían a la televisión.
            Esta traducción del mensaje del mundo digital se encarna de múltiples maneras, pero quizá la más interesante tiene que ver en cómo la sociedad de la mente de Marvin Minsky se construye por el comportamiento inteligente, el aprendizaje, el trabajo colectivo y el poder de la selectividad.
            Los medios sociales, aparatos y soportes digitales permiten a la sociedad actual estar, como señala Giovanni Sartori (1998: 79): “informadísima de muchas cuestiones y a pesar de ello no comprenderlas”. Ese es el caso de las nuevas generaciones, que han tendido formas de relación muy interesante pero poco comprensible para ellos en el fondo.
            La convergencia, la digitalización y la hibridación cultural/mediática, está interconectando códigos y maneras de comunicación. Por un lado descentraliza la información, pero por otro centraliza la incertidumbre y la inseguridad; por una vía su alcance se vuelve universal, pero en el fondo no permite alcanzar la propia existencia; su uso es cada vez más fácil, pero se vuelve más difícil compenetrar en las necesidades del otro; establece anchos y vastos rangos de horizontalidad entre usuarios activos y participativos, pero le cuesta diagramar rangos verticales con aspectos profundos y elevados como la espiritualidad, la ética y la moralidad.
            Las tecnologías hipermediales tejen laberintos de sufrimiento, miedo y poca esperanza para quien se pierde en ellos. El ocio también debe permitir al hombre ser lo que se es y llegar así, a ser más hombre. Si el entretenimiento no ofrece un sentido de la vida, como pudiera, en principio hacerlo la interacción constante entre usuarios, se vuelve crítica la situación pues entonces se ha perdido el interés por lo humano y sólo importa el intercambio de información, más no el entretejido de la comunicación.
            Comunicar permite ser en relación. El dinamismo que ofrecen las tecnologías de información no puede ser una ausencia significativa cargado de intenciones vacías. La comunicación que se establece con los hipermedios debe también apuntar a convertirse en un diálogo íntimo; un encuentro con la propia naturaleza. Ese hablar sobre cosas, es un significarlas. Si la relación que establecemos con el mundo depende en gran mediad de las aproximaciones que hacemos vía el lenguaje y la comunicación, es fundamental no contaminar el ocio y el entretenimiento con el vacío. Si no queda lugar para el alma, para la finalidad y para la significación, lógicamente no puede haber interés por el hombre. Yo me entretengo, yo pienso, yo soy podría ser nuestra línea de interacción.
            La proliferación de tecnologías hipermediáticas, la comercialización y globalización de los mercados mediáticos, la fragmentación de las audiencias masivas, la aparición de la interactividad, los medios sociales, el código abierto, también puede fragmentarse la individualización. Las nuevas generaciones que se muestran más abiertas, democráticas y conscientes del uso tecnológico y el consumo del entretenimiento, deben contar con las herramientas necesarias para poder autogestionar los deseos de expresión, descubrimiento y autodesarrollo impulsados por las tecnologías de información.
            Si las generaciones cambian, si los medios y sus niveles de penetración cambian, también deben cambiar nuestros modos de aproximación ética al problema. Debemos de cuidar que sean vistos sólo como mercado potencial, como un modo de ob-tener.
            Los medios no pueden producir un cambio tan radical como planteamos por sí mismo, todo dependerá de cómo se use. Procuremos que el uso no pierda la mística natural que guardaba como medio para revitalizar la condición humana. La naturaleza cambiante de los textos mediáticos, aunque esté mutando, no debe perder de vista que su fin último es el hombre
            Estamos aún en posibilidad de hacer eco entre los jóvenes para que se sensibilicen con la parte de verdad, belleza y bondad que sigue viva en las tecnologías de información y el mundo del entretenimiento.
            David Buckingham nos recuerda: “Los medios constituyen en este momento un entramado de redes muy amplias de poder social, económico e institucional, y es vital que los jóvenes comprendan las formas complejas y a veces contradictorias que dichas redes tienen de actuar” (Buckingham, 2006: 67).
            En esa dialéctica de adentro y afuera planteada por Giddens se eleva la esencia del hombre. Si logramos que el entretenimiento afine y desarrolle las innumerables cualidades espirituales y corporales de los miembros de la My Media Generation, haremos más humana la vida social. La dimensión antropológica de los hipermedios radica en que actúen de acuerdo con la naturaleza humana; que el hombre no pierda de vista que es un fin para sí mismo. Si los medios están tomando la esencia de la cultura: ser la forma espiritual de una sociedad, más nos vale que se exprese como un significado patente, como un desafía a la estructura natural que permita a los sujetos a hacer un frente visible a las murallas del vacío y la vida carente de significado. Comunicar y entretener deben ser sinónimos: utensilios para desplazarse por el mundo como seres históricos, trascendentes, libres inteligentes y realizados y no como tierra baldía; noche nublada que absorbe toda la luz del amanecer.


Referencias
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